A las siete de la mañana del viernes 17 de mayo de 1991 Fresia estiró la trompa. La elefanta asiática fue la reina del Zoológico Metropolitano desde que llegó a los tres años, en 1940, proveniente de Río de Janeiro.

Su agonía fue cubierta como una tragedia nacional. El veterinario Víctor Riveros la conocía bien y cada tanto salía a darle cuenta a la prensa del estado de la enferma.

Trabajó en el lugar desde 1978 y recordó que era un animal muy manso: "la operé dos veces; de un prolapso rectal y le saqué un fierro que el público le pasó para hacer una gracia y se le atascó en la trompa el año '82".

Su viejo amigo explicó la causa de la partida de la hembra que falleció virgen, pura y casta. "Una infección reumatoidea le provocó dificultad para caminar y empezó a echarse. Un animal de cinco toneladas no puede estar sobre sus pulmones y tórax porque carecen de pleura, una membrana protectora, y por eso teníamos que darla vuelta cada cuatro horas con una pequeña grúa y así nos duró aproximadamente cuatro días, hasta que murió de vieja".

Un sacerdote franciscano y miles de personas fueron en procesión a despedirse del animal que fue velado durante 36 horas en su guarida.

La anciana se fue en los brazos de Riveros. "Yo dormía en el zoológico a su lado, le pasábamos suero, sus medicamentos, al final la vi como me miraba con sus ojos extraviados, hizo un paro cardiorrespiratorio y murió".

En ese momento la historia de la elefanta estaba lejos de su fin.

Riveros recordó que "se hizo la autopsia que determinó que sufría de hiperplasia hepática porque los visitantes le daban papas fritas, pan, maní, pastel, helado, de todo porque no teníamos la cultura de protección a los animales".

Agregó que "se habló con el Museo Nacional de Historia Natural que se quedó con la cabeza de la elefanta, el resto del cuerpo se enterró en una fosa que se hizo en el sector de El Bosque de Santiago".

El veterinario cree que el cuerpo fue desechado por razones económicas. "¡Piense que era un animal que medía cuatro metros y medio y pesaba cinco toneladas!".

La pulenta es que la dirección del zoo intentó conservar todo el cuerpo para exhibirlo en un pequeño museo ubicado en sus instalaciones. El cuerpo lo mandaron a un frigorífico de Lo Valledor para que no se pudriera, y para sorpresa de muchos, por plata y la dificultad de traer de vuelta una bestia disecada tan grande, la administración del parque decidió cortar su cabeza para iniciar la restauración.

El taxidermista Ricardo Vergara ratificó que, por amarretes, las autoridades de la época decidieron conservar sólo la cabeza. Una decisión que el profesional del Museo de Historia Natural considera lamentable. "Se perdió la gracia, eso es un trofeo nomás, antiguamente se hacía así pero al menos para acá quedó como una cabeza de un trofeo de caza, perdió mucho" y por eso la retiraron de exposición luego de dos años.

"Cuando murió la elefanta Fresia nos avisaron y lo que ofrecimos como museo, y yo como taxidermista, era prepararla completa, hacer un trabajo que fuera el ideal, pero las autoridades decidieron que mejor que no y vinieron a dejar la cabeza".

Vergara recordó que "hicimos un presupuesto del trabajo, pero no sé, a lo mejor consideraron que era muy caro aunque estaba dentro de lo normal. Más encima toda la mano de obra la poníamos nosotros y aun así ellos decidieron cortar la cabeza y llegaron con ella acá".

El trabajo que realizó junto a su colega Richard Faúndez fue "similar al proceso de todos los mamíferos: sacar la piel, mandarla a curtir, sacar un molde de la cabeza... lo hicimos en base a resina plástica y fibra de vidrio. Fue un proceso lento pero finalmente salió", explicó Vergara.

Después de seis largos años, en 1997 estuvo lista la cabeza que fue puesta en exposición en el hall central el 24 de septiembre en el marco del 167º aniversario del museo.

Entonces surgieron las primeras críticas de quienes consideraban un insulto que Fresia fuera exhibida como un trofeo de caza. Los niños y los visitantes en general consideraban de mal gusto que la regalona colgara de una pared.

El clamor popular y la conciencia del error motivó a las autoridades del museo a retirar la cabeza, que desde entonces está apilada en una bodega del recinto que será reabierto el próximo año cuando estén reparados los daños que causó el terremoto.

ENTIERRO

En el museo el tema de Fresia es tabú. Los avergüenza. Su director, Claudio Gómez, evitó hablar del asunto, pero por su departamento de comunicaciones supimos que la elefanta volverá a su hogar. Será entregada al zoológico para que ellos hagan lo que estimen conveniente con lo que queda de su habitante más famosa.

Mauricio Fabry Otte ratificó la noticia. "¿Cómo lo saben si el oficio nos llegó recién ayer y nos pilló bien de improviso?", nos preguntó el dire del zoo.

De la regalona dijo que "para nosotros es un icono súper importante y nos merece el mayor respeto del mundo".

Fabry informó que "pretendemos enterrar su cabeza con el resto de su cuerpo en una ceremonia íntima. Sabemos de su valor histórico, pero se pueden hacer exposiciones gráficas de ella porque ahora desde un punto de vista educativo está como un trofeo de caza con base de madera y no nos interesa exhibirla así".

El director tiene la película clara. "Para nosotros sería chocante mostrarla. Lo idea será que descanse con el resto de su cuerpo en un lugar que prefiero mantener en secreto".

ANIMAL HA INSPIRADO A POETAS Y MÚSICOS

Tal es la fascinación que el recuerdo del animal genera que hace dos años el poeta Nicolás Vergara escribió Fábulas y contrafábulas de la elefanta Fresia, que le lleva versos tan intrigantes como: Pensaron que yo era una cabeza cualquiera/no sabían/que aunque tengo los ojos de vidrio/y el cerebro/de aserrín con diario apretado/Ellos lo sabían/mis fanáticos.

Para su obra Nicolás entrevistó a cuidadores de la elefanta, supo que su comida favorita era el pan con miel y que su nombre fue escogido a través de un concurso de un diario. También vio algunas de las miles de cartas que los niños le mandaban y aprovechando que un amigo trabajaba en el museo se coló y pudo ver los tristes restos.

"Me impresionó lo grande que es. Yo creo que la Fresia era cabezona dentro de los elefantes. Le pegué en la cabeza que es súper dura y sonaba hueca. Era del porte de un sillón grandote de un cuerpo".

Las tías de Mazapán también le hicieron un tema que alguien podría cantar en su segundo entierro: La elefanta Fresia salió a comprar/un metro de tul para ir a bailar/Se puso zapatos de taco y tiritas/un collar de perlas y una margarita.