Crónica

El pastor Cid se quiso matar con pistola a fogueo

Para sus seguidores, el pastor Ricardo Cid Castro es una especie de semidiós capaz de sanar enfermos y hacer que en el templo que su congregación utilizaba lloviera oro desde el cielo.

Tanto creen los discípulos en el líder espiritual de la iglesia Impacto de Dios, que le dan el 10% de sus ingresos para consolidar la obra de un hombre que se dedicó a la religión luego de haber sido abducido durante ocho horas por el Creador, según confesó.

Pero le ha tocado pesado al religioso. Por no pagar el arriendo lo echaron del templo de calle Coquimbo, y su hermana Sandra dijo que era gay y que debido a su orientación sexual no estaba en condiciones de dirigir la iglesia. 

Hasta ahí la historia del polémico personaje no pasaba de llamar la atención por la ingenuidad de sus fieles, pero una denuncia que sacó a la luz Chilevisión lo situaría en el  lado oscuro de la fuerza.

Resulta que en el canal conversaron con un menor de 17 años que acusó al pastor Cid de abusos sexuales.

El joven integrante del coro denunció a la justicia que fue abordado tres veces por el adulto. Dijo que la primera vez lo tomó de la cintura, le dio un beso, y la supuesta víctima le dijo: "¡Oiga!", y el acusado le habría respondido: "Es que soy muy de piel".

La segunda vez le habría dado un forzado beso y en la siguiente embestida invitó al lolo que caminaba por calle San Nicolás a subir a su auto y ahí, frente a la mirada del chofer, lo habría abrazado y besado dos veces en la boca.

El menor le contó al reportero Cristián Acuña que sabía de más casos de abusos que Cid acallaba con plata. “Ofrecía dinero por tocaciones, les ofrecía plata a los jóvenes para que cayeran en su juego e hicieran todas las cosas que él quería”, dijo el muchacho.

La denuncia dada a conocer ayer caló tan hondo en el religioso que amenazó con suicidarse y al mediodía partió enyegüecido a La Moneda, donde disparó al aire con una pistola de fogueo.

Los verdes de punto fijo en la Plaza de la Ciudadanía rajaron a detenerlo y con todo el peso de la ley lo tiraron al suelo mientras él clamaba inocencia.

Mientras era dirigido a la micro de Carabineros gritó frases sin sentido como: "¡El Presidente de la República me quiere matar! ¡Está todo planeado por el Gobierno! ¡La justicia lo va a ver!". 

Reclamó porque no lo dejan predicar en la calle, se fue detenido y en un par de horas salió libre.

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