Tres trabajadoras de la salud revelan que hoy será una celebración diferente, y además cuentan cómo es la otra lucha que llevan a diario para poder ver a sus hijos tras largos turnos en las unidades críticas de distintos hospitales del país.
Por culpa del coronavirus hoy se celebra un Día de la Madre mucho más frío, sin besos ni abrazos para poder evitar el contagio con la familia. La pandemia obligó a muchos compatriotas a celebrar sólo con una llamada a la distancia, producto de las cuarentenas, el distanciamiento social o bien porque hay trabajos que no paran en la emergencia.
Ese es el caso de las miles de enfermeras que luchan en primera línea contra el virus, y que no han dado su brazo a torcer por ayudar a los pacientes más críticos, pero que también viven una lucha fuera de los hospitales, alejados de sus retoños y sus madres. Así lo relata María José Araya (30), enfermera de la unidad de urgencias del Hospital de Talagante que ha tenido que extremar recursos para poder ver a su pequeña de 4 años.
"Mi mamá me dio la oportunidad de llevarse a mi hija para su casa, pero yo preferí que se quedara con nosotros. Fue una decisión de salud mental, porque al estrés del trabajo, sumarle el no ver a mi pequeña habría sido terrible. Habría terminado con alguna depresión", comentó Araya a La Cuarta. La joven trabajadora de la salud vive en San Miguel con su regalona y su esposo, quien también trabaja en un centro sanitario. Ambos elaboraron un completo ritual para poder compartir con su hija, aplicando varias duchas al inicio y al final de cada turno, cambios de ropa y de calzado, varios lavados de manos, y aun así mantienen al limite los cariños.
"Es súper fuerte llegar a la casa y ver a tu hija corriendo a abrazarte y tener que detenerla. Pero sé también que ella lo entiende, ya que toda su vida ha estado en esta rutina por mi trabajo (...) y sin duda que este Día de la Madre será distinto. Obvio que se extraña mucho a la mamá y poder reunirnos en familia, pero no hay nada que hacer", agrego Araya. La historia se repite en el caso de Carolina Córdoba (32), que ha dejado el alma en la UCI del Hospital El Carmen luchando contra el Covid-19. "Soy enfermera hace siete años y desde entonces atiendo pacientes críticos.
Hace dos me convertí en mamá y eso me transformó sin duda. La forma de cuidar a las personas cambió junto conmigo. Cada cosa que hago por alguien la hago desde mi instinto de mama", confesó. Al igual que María José, para Córdoba las duchas y los cambios de ropa son sagrados antes de atender a su retoño.
"Tenemos un canasto para la ropa Covid, que lavamos aparte. Con mi esposo hemos limitado los besos y contactos y en lo personal he tratado de cuidarme al máximo, ya que mi hijo está a mi cuidado, lo visto y lo alimento", agregó la enfermera.
Pero no todas las mamis de la salud tienen el mismo trabajo frente al bicho, hay otras que desde atrás se preocupan del cuidado de sus compañeros, como lo hace Sofía Rojas (42), enfermera a cargo de la unidad de control de gestión de enfermería en el Hospital Sótero del Río.
"Intentamos llevar todos los indicadores críticos de enfermería, viendo que cosas podemos mejorar para que el paciente esté mejor, contratando personal, y apoyamos con todo lo que tiene que ver con insumos de protección y equipamientos", comentó Sofía. "Tengo dos hijos, uno de 14 y otro de 11. Es súper difícil para uno dedicarse al 100 a este trabajo.
Yo quisiera estar más presente para ayudarlos en sus estudios online y compartir más con ellos, pero lo bueno es que lo entienden. Saben que uno en esto tiene que dar lo mejor para ayudar a los demás y en eso estamos", cerró Sofía.
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