Crónica

Furor causan los meteoritos caídos en "Valle de la Luna"

En el Valle de la Luna no hay robots sacando fotos a planetas desconocidos ni austronautas flotando de un lado para otro. En esa calle de Quilpué sólo caen meteoritos.

En el patio trasero de la casa de Jorge Collao y Viviana Maturana ocurrió este asombroso, pero extraño suceso, durante la madrugada del Día del Niño.

La familia roncaba cuando un fuerte ruido los hizo saltar de la cama. Aterrados, pensaron que todo el bullicio era producto de una balacera. Casi se van de espalda cuando a la mañana siguiente cacharon que dos grandes rocas, oscuras como petróleo y una más pesada que la otra, habían aterrizado en su casa.

"Lo único que tenemos claro es que con la velocidad que estas piedras venían, menos mal que no chocaron con nuestro techo, porque seguramente nos habrían matado por el impacto", agradeció Viviana.

Con piedras en mano, la mujer comenzó a registrar por la web si existía la posibilidad de que fueran del espacio exterior.

Al final un amigo que trabaja en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, le dijo que las llevara y ahí le harían los exámenes de rigor. Así fue como se enteraron que "valle de la luna 1" y "valle de la luna 2" eran aerolitos y que uno pesaba 734,8 gramos y el otro 560,8 gramos.

Para el director de la carrera licenciatura en física mención astronomía de la Universidad de Valparaíso, Nikolaus Vogt, no es descabellado pensar que un meteorito haya caído en el hogar de esta familia.

"Puede ser que haya caído, pero sólo un especialista podría determinar si es o no un meteorito. Esto se podría hacer con un análisis de la estructura microscópica de estas piedras, pero aquí en la Quinta Región no hay laboratorios especializados, habría que llevarlas a Santiago", afirmó el especialista.

El experto explicó por qué estas piedras no dejaron el manso socavón: "Es posible que por el tamaño de estas, al llegar al suelo no hayan hecho un cráter. Sólo cuando caen enteras, dejan evidencia".

Vogt planteó que la familia Collao Maturana es afortunada, ya que "normalmente los meteoritos que caen a la tierra en un 70% veces terminan en el mar y el resto cae en montañas, desiertos o bosques, pasando desapercibidos, es poco frecuente que caigan sobre una casa. Por eso es un caso especial".

Maravillados con el suceso, los fanáticos del espacio hacen filas para conocer las famosas rocas que cayeron del cielo.

"Si han venido hasta de Santiago para ver las piedras, mi marido las tiene en una caja de madera, pero no tiene ni ganas de venderlas. Lo que sí tiene claro es que todo el que quiera las puede venir a ver, pero no se las pueden llevar, donde mis ojos las vean", afirmó.

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