El "Halcón Maltés" curó sus heridas y volvió a la carga

El sacerdote Charles Scicluna, conocido a nivel del Vaticano como "El Halcón Maltés" o "El Barrendero de Dios", tanto por su cargo de arzobispo de Malta o de férreo persecutor de los religiosos que cometen graves atentados a la doctrina, tuvo una accidentada labor al reunir información concerniente al obispo de Osorno, Juan Barros. Pese a ello, igual agitó las aguas y abrió posibilidades insospechadas en torno a la jerarquía de la iglesia católica chilena.

El prelado, de 58 anos, inició su misión el sábado 17 de enero en Nueva York, al escuchar la historia del periodista Juan Carlos Cruz, quien acusa a Barros de encubrir los abusos sexuales a los que fue sometido en su juventud por Fernando Karadima, el castigado titular de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, del barrio El Bosque.

Lloró junto a Cruz, ya que en su misión se emociona y siente el dolor al empatizar con los que han sido sufrido a manos de miembros del clero. Pero ese padecer no sólo lo sentía en lo espiritual, sino que al costado derecho de su abdomen.

Y se agudizó al llegar el lunes a Chile, contrariando todas las previsiones de las autoridades religiosas locales, en cuanto a fechas y lugares: se esperaba su arribo para el martes y que se estableciera en la Nunciatura Apostólica, no en la sede de las Obras Misionales Pontificias (OMP), un recinto cercano pero separado de la legación a cargo del arzobispo Ivo Scapolo.

El martes se presentó oficialmente a la prensa y empezó su labor de escuchar testimonios... Y se hizo insoportable el dolor, que no era tan sólo espiritual, sino que físico: a las 21 horas fue a parar de urgencia a la Clínica San Carlos de Apoquindo de la Red Christus de la Universidad Católica.

Scicluna había sufrido una aguda inflamación de vesícula y fue operado a las 9 de la mañana del miércoles y entraba a una franca recuperación.

Por suerte para la misión que le encargó el papa Francisco, pudo hacer la posta con el sacerdote español Jordi Bertomeu, quien lo acompaña en la misión, en el rol de notario de los testimonios de víctimas de Karadima, laicos y religiosos, es decir, "recoger informaciones útiles concernientes a monseñor Juan Barros Madrid", según dijo Scicluna al emprender su labor la mañana del martes.

Más allá del problema de salud, la misión de Scicluna -quien en 2005 ganó fama de exhaustivo perseguidor de los abusos tras destronar a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo con un largo historial de depredación sexual, pederastia y rompimiento de los votos de celibato- obedece a una petición personal del papa Francisco después del escándalo que ocasionó su apoyo público el apoyo a Barros durante su gira por Chile en enero.

Un encargo formidable que tomó oficialmente el 30 de enero y que ya ha comenzado a sacudir la escena católica, según la visión de los laicos y sacerdotes que han testificado ante los enviados del Vaticano, ya sea ante Scicluna o su mano derecha, Bertomeu.

Víctimas y laicos

El trabajo de escuchar asumido por el promotor de justicia, fue efectivo y presencial el martes 20 de febrero, con la llegada hasta la OMP ( Monseñor Sótero Sanz 267) de James Hamilton y Juan Andrés Murillo. Sin embargo, sólo el primero pudo contar ese día a Scicluna acerca de la relación de Barros y Karadima y, según lo que dijo tras salir, apuntó al cardenal Francisco Javier Errázuriz y al arzobispo Ricardo Ezzati: "Errázuriz es un mentiroso, un encubridor. Vuelvo a decirlo: Errázuriz es un criminal y usted, Ezzati, es un cómplice de otro criminal... Ezzati y Errázuriz son dos viles delincuentes que son capaces de engañar incluso al Papa".

Y, al igual que Hamilton, los voceros de los laicos de Osorno, Juan Carlos Claret, Francisca Solís y Mario Vargas, lanzaron críticas no sólo a Barros, tras entregar a Bertomeu 1.500 páginas con testimonios de feligreses. "Estamos felices de que la nunciatura no está involucrada en la labor de los enviados papales", dijo Claret, ya que, al igual que Hamilton, hablan de la protección de los antes mencionados a Barros, sumando a ello al nuncio Scapolo.

"Estamos sintiendo que por fin somos escuchados y llamamos a la reflexión de por qué tienen que venir un arzobispo de Malta y un sacerdote de España para poder escuchar, cuando eso debió ser la regla general y conducta habitual de la iglesia chilena", sostuvo Claret. Y fue secundado por Vargas, al hablar de Bertomeu: "Se mostró preocupado por la situación de la iglesia chilena, creo que aquí Barros va a ser apartado del ejercicio episcopal y, además, puede venir una investigación canónica sobre los obispos de Linares (Tomislav Koljatic) y Talca (Horacio Valenzuela), además de Ezzati y Errázuriz, que están operando en la iglesia chilena hoy en día".

Los anónimos

Mientras laicos y víctimas públicas de Karadima entraban y salían del edificio de la OMP, rodeados de prensa, otros que sufrieron al párroco de El Bosque accedían al recinto en completo anonimato, a bordo de vehículos de la nunciatura, para entrevistarse con los enviados papales, confiando en el estilo Scicluna, de independencia, protección y acogida.

A ellos se agregaron otros con aún más reserva, que hicieron llegar cartas testimoniales de acuerdo lo establecido por el propio arzobispo de Malta.

La nomenclatura

También se hicieron presentes autoridades de la iglesia, como los obispos de Rancagua y San Bernardo, Alejandro Goic y Juan Ignacio González, que por más tres horas conversaron con Bertomeu previo llamado acordado con antelación de Scicluna.

Ellas fueron a dar cuenta de las acciones del Consejo Nacional de Prevención de Abusos a Menores de Edad y Acompañamiento a Víctimas -entidad de la cual Goic es presidente y González, miembro-, creada en abril de 2011, tres meses después de la condena eclesiástica a Karadima.

Según Goic, su presencia fue para entregar "contexto global" y que "se esclarezca la verdad" y González dijo que fue citado por Scicluna, pero que "no conozco el caso exacto (de las denuncias contra Barros), puedo aportar impresiones e ideas, pero no tengo nada predispuesto".

El obispo de San Bernardo fue quien en enero pasado, en plena visita del Papa, empujó a una periodista de Mega que trató de entrevistar a Barros y defendió a este mismo señalando, en esa oportunidad, que "mientras no existan pruebas fehacientes y comprobadas que se puedan llevar al fuero judicial o de la iglesia, nadie puede levantar una acusación contra nadie".

Además de ellos, se hizo presente para dar su testimonio el obispo emérito de Ancud, Juan Luis Ysern, quien en mayo de 2015 aconsejó públicamente a Barros no asumir en Osorno: "Renunciando a la potestad adquirirás paz y autoridad", le dijo esa vez. Y en su visita a la OMP, dijo haber asistido por consejo de Goic para traer documentos que dieran cuenta de la advertencia que le hizo a Barros y agregó que "vine en el sentido de ver el futuro, que lo veo muy bonito, me agrada mucho esta actitud de diálogo".

Los sacerdotes

Tal vez una de las voces con más autoridad, por ser sacerdote, vivir y cumplir su misión en el epicentro del conflicto, es la del sacerdote Peter Kliegel, con más de 52 años de misión.

Según señaló a La Cuarta, "la situación de nuestro obispo Barros no es solamente una cosa de Osorno, es algo del país. No se ha trabajado bien la situación de Karadima: se quedó en una condena, lo retiraron, en la justicia ordinaria el delito prescribió y con eso terminó el caso. Pero en el país, con nuestra gente, en la iglesia, con los fieles no se trabajó esto, y eso es la causa de lo que ha pasado. Cuando uno no se trata bien una herida, esta aumenta. Por eso no hay paz".

Sobre la inicial defensa de Barros que hizo el Papa y el posterior envío de la misión de Scicluna, Kliegel dijo: "Es por una falta de comunicación y un poco de desconfianza en la jerarquía misma".

Mientras mucho ocurre en la OMP, Scicluna apuró su alta médica y retomar su labor, sin descartar que prolongue su estada en Chile para terminar su cometido, que puede ser entregado la segunda semana de marzo al Papa y tener una resolución cerca de Semana Santa.

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