Hermana cuma de Princesa a Caballo pasó fiscalización
Tiene el pelo de un rubio más oscuro, ojitos café y un pony en vez de un brioso corcel. Se llama Sayli y es la hermana flaite de la “Princesa a Caballo”.
A diferencia de la peloláis Madrina de la Roja, que hasta se dio el lujo de aparecer en un comercial de Entel, Sayli la rompe en el barrio Meiggs, donde las mamis quedan con las patitas molidas en la búsqueda de regalos para el Día del Niño, el próximo domingo.
Las malas lenguas aseguran que la cábala de plástico de nuestra selección pelotera habría sido uno más de los juguetes que se venden en ese lugar, si no fuera por el spot que la lanzó a la fama, y que elevó su precio a 1.500 pesotes y a su distribución en exclusivas jugueterías.
Frente a este panorama, los distribuidores de la Princesa a Pony agarraron papa y la clon se vende como pan recién sacado del horno.
Las razones de su éxito radican en su módico precio ($500) y en que el pony es un animal mucho más dócil que el caballo, ya que el último suele patear fuertazo.
La mediática seremi Metropolitana de Salud, Rosita Oyarce, ayer se levantó tempranito y junto a dos chapulines fue a echarle un vistazo a quienes venden juguetes en el barrio Meiggs, tomando en cuenta que se acerca el día del peque.
Ojo, que no es el único lugar donde anda el ojito sapiola, ya que todos los malls del gran Santiago están bajo la lupa.
A la fecha, ya se han realizado más de 50 fiscalizaciones y 10 sumarios sanitarios, la mayoría, por la ausencia de etiquetado en español.
Durante el recorrido, la tía Rosa hizo un llamado a los papurris, abuelos, tíos y padrinos a que suelten la manito y compren en el comercio legal.
“Son los responsables de adquirir juguetes en lugares establecidos, de fijarse que la etiqueta esté en español y que el juguete sea apropiado para la edad del niño”, dijo.
Por otro lado, la seremi también les mandó un raspacachos a todos quienes regalan cuestiones que fomentan el sedentarismo en los pitufitos.
“Este es el momento de regalar a nuestros niños juguetes que les permitan realizar ejercicios, para así evitar la obesidad, que alcanza a un 30% en los menores de seis años”, dijo.
Cuando los ojos de la seremi se posaron en la humilde copia de la Princesa a Caballo, en vez de mofarse de su humilde cabalgadura o su pelito más tieso y oscuro, buscó en todos lados el rotulado y las indicaciones de rigor.
“Este juguete tiene todo bien puesto, está correcto todo”, dijo la autoridad, dándole luz verde a la venta de la muñequita.
No tendrá caballo ni el pelito rubio, pero la Princesa a Pony es un juguete seguro, fue el dictamen de la seremi.
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