La pyme del porno

Una pareja de sádicos secuestra mujeres para grabar videos y sacar fotos, para luego vender su "producto" en otros países durante 1995 en Maipú.

Faltan pocos minutos para recibir al año 1995 y una pareja recorre en un auto la comuna de Maipú, en busca de una protagonista para su propia pesadilla.

Se tratará de la primera de una decena de mujeres jóvenes -de entre 15 y 21 años de edad- que serán secuestradas en la entonces creciente y alejada comuna, provocando pánico y hasta cambio en los hábitos nocturnos de su población.

El modus operandis será el mismo: El secuestro y violación reiterada de niñas lindas y ojalá de apariencia distraída, que caminen solas y de noche por las calles de la ciudad.

También se repetirán los tiempos de rapto. Es que los crímenes siempre ocurrirán un viernes por la tarde, para acabar en domingos por la noche con una imprevista liberación. Como para dejar la duda de una posible escapada de carrete.

Así ocurrirá en esa primera ocasión con Mónica, una escolar de 16 años que el 31 de diciembre de 1994 será la primera engañada por una sádica pareja, un hombre al volante y una mujer vestida de enfermera, que tras pedirle ayuda la reducirán y trasladarán a una casa cercana para realizar grabaciones pornográficas que luego serán vendidas en Europa.

Canero

La historia, como sacada de una película de terror, corresponde a la del lanza internacional David Calisto y su pareja, Julia Quijada, ambos de 34 años, que durante el año 95 realizaron 10 secuestros (o al menos esa fue la cantidad denunciada) a jóvenes cuya vida nunca volvió a ser la misma.

Su objetivo, además de calmar su propia depravación, era tomar por la fuerza a una mujer y secuestrarla por todo un fin de semana para violarla tantas veces como quisieran, realizando grabaciones y fotografías de todo el proceso, para luego venderlas en otros continentes a enfermos que gozan viendo ataques en el marco de la vida real.

Era prácticamente una pyme, que llevaban a cabo en diferentes autos para no llamar la atención, con diversas rutas, pero siempre a través de la misma zona comprendida por Maipú y Pudahuel, y repitiendo la excusa de la enferma que pide ayuda.

Aunque siempre se pensó que la pareja no trabajaba sola y que fueron asistidas por más personas para realizar los ilícitos, que implicaban importantes despliegues y altas sumas de dinero, lo concreto es que durante todo el año 95 la policía intentó seguirle el rastro al par de malditos, pero finalmente terminaron cayendo por si solos.

Es que luego de una misteriosa discusión de pareja en su casa de Lo Prado, ese mismo año David le disparó a Julia y luego se quitó la vida, justo cuando la PDI le pisaba los talones, llevándose hasta la tumba los nombres de cualquier posible cómplice.

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