Los últimos fusilados

Los carabineros Carlos Topp Collins y Jorge Sagredo confesaron diez homicidios y cuatro violaciones. La madrugada del 29 de enero de 1985 enfrentaron las balas del pelotón de Gendarmería.

La sensibilidad era distinta en el Chile de los noventa. El proceso post dictadura provocó un apego por la vida y una de las temáticas de la década fue la irreversible derogación de la sentencia de muerte, que desde 1875 alcanzó a 58 delincuentes, pero la promulgación de la Ley 19.734, en junio de 2001, acabó con la pena capital bajo el gobierno de Ricardo Lagos

Pese a que varios asesinos ya estaban con la soga al cuello, con el regreso de la democracia, todos los condenados se salvaron de las balas, convirtiendo a los mediáticos y ochenteros "psicópatas de Viña" en los últimos presos en ser fusilados por un pelotón de Gendarmería, la madrugada del 29 de enero de 1985.

Se trató de los carabineros Carlos Topp Collins y Jorge Sagredo Pizarro, juzgados como autores de diez homicidios y cuatro violaciones ocurridos en la Quinta Región, en un polémico caso que provocó dudas por la supuesta participación de una tercera persona que no fue juzgada, un empresario que habría librado de la justicia y que hace algunos años murió.

De todas maneras, los dos uniformados, pertenecientes a la Primera Comisaría de la ciudad, admitieron su participación en los crímenes en todas las instancias judiciales, además fueron reconocidos por cuatro mujeres que lograron sobrevivir.

Su método era relativamente el mismo: asaltar parejas, matar al hombre y violar a la mujer. Todo comenzó el 5 de agosto de 1980 en el camino El Olivar, en Viña del Mar, con el asesinato del profesor Enrique Gajardo. En esa ocasión su acompañante fue violada, pero para evitar "una vergüenza" optó por no denunciar el hecho.

La seguidilla de atracos continuó. El 12 de noviembre, en las inmediaciones a la laguna Sausalito, asesinaron al médico Alfredo Sánchez y violaron a su pareja.

En 1981 los ataques abundaron. El 28 de febrero, la pareja de policías mató al camionero Fernando Lagunas y a su acompañante de momento, Delia González, en pleno estero Marga Marga. El 26 de mayo fue el turno de tres víctimas, primero el taxista Luis Morales y luego Jorge Inostroza, cuya pareja fue violada, pero logró sobrevivir.

El 28 de julio se repitió la historia. Otro taxista, Raúl Aedo, fue asesinado para robarle el vehículo, y más tarde una pareja fue interceptada en la cuesta El Panganal, allí asesinaron a Óscar Noguera y violaron a su acompañante.

A estas altura, con medio Chile buscándolos, Sagredo y Topp Collins tomaron una pausa antes de protagonizar sus últimos crímenes. Así, el 1º de noviembre mataron a Jaime Ventura y Rosana Venegas en el Puente Capuchinos de Viña, en la parte baja de la popular playa Caleta Abarca.

Los entonces carabineros lograron aprovechar su anonimato hasta que un colega de la misma comisaría les echó el ojo. Se trató de Juan Quijada, cabo a cargo de recibir las denuncias sobre los psicópatas, quien se percató que las prendas de vestir y el color de los ojos coincidían con las de un compañero de trabajo que ni siquiera conocía, pero con quien se topó vestido de franco en uno de los pasillos del recinto policial.

La historia cuenta que el mismo cabo logró la confesión de uno de sus colegas, denunciando la situación al OS7 y destapando la identidad de los criminales más buscados del país.

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