Aires de sábado: Más diálogo, menos humorista

Aula o jaula, segura o democrática. Esa fue la discusión de la semana. Por un lado, un Presidente que tomó nota de un dato relevante: el proyecto contaba con el 76% de respaldo de la gente, según la encuesta Cadem. Por otro, una oposición inorgánica, pero con alguien al frente con una cuenta pendiente con el Congreso y con la Educación: la senadora Yasna Provoste.

Ocho de cada 10 personas están de acuerdo con expulsar a los estudiantes violentos de los colegios. Tan seguro estaba el Presidente Sebastián Piñera del rédito que le traería levantar esta bandera, que puso a su proyecto discusión inmediata. Pero su impulso le jugó una mala pasada: intentó poner a los senadores contra la espada y la pared. O estaban de su lado y apoyaban la expulsión de los estudiantes violentos o estaban del lado de los "delincuentes de overol". Los más enojados, interpretaron el emplazamiento como una descalificación.

Probablemente, Sebastián Piñera aún conserva el vuelo de ganar una elección presidencial con más del 54%. Y se afirma en una abrumadora mayoría que no quiere más tomas ni colegios destruidos, ni adolescentes lanzando bombas molotov o rociando de combustible a sus profesores. Olvida, que en el Congreso es minoría. Está obligado, entonces, a negociar. Así fue que la Aula terminó siendo democrática. Y sólo las concesiones -de lado y lado- terminaron en una aprobación en el Senado.

Ya viene el turno de la Cámara de Diputados y allí estarán los parlamentarios del Frente Amplio y de la ex Nueva Mayoría para complicar -seguramente- la aprobación que tanto busca el Gobierno. El Presidente tendrá que aprender de este capítulo que el enfrentamiento es mal consejero. Si quiere conseguir una modernización tributaria y si quiere pasar a la historia como el Presidente que dio con la fórmula para mejorar las pensiones, está obligado a dialogar y usar la "muñeca política". Las cosas no son blancas como un overol ni negras como la descalificación.

Y a veces, la discusión política actúa como los árboles que no dejan ver el bosque. El Gobierno se sentía apoyado por la gente y dejando en incómoda posición a la izquierda. Casi sacándola al pizarrón. Pero esa disputa no puede cejar la violencia en los colegios en segundo plano. La Superintendencia de Educación confirma que en el último año, 745 estudiantes fueron expulsados de sus colegios. Casi la mitad (49%) por agredir a sus compañeros, el 14% por violencia contra los profesores o los asistentes de la educación, y el 37% restante, por otros motivos: tráfico o consumo de drogas y porte de armas. El problema existe y exige ser tratado con seriedad. El proyecto del Gobierno facultaba a los directores para expulsar a los estudiantes violentos. El proyecto aprobado por el Senado sólo autoriza a suspenderlo hasta terminar el debido proceso y resolver qué hacer con el alumno. Ahora, la Cámara de Diputados tiene la palabra. Esperemos menos slogans y mejor análisis de la situación.

Y si pudiera hacer una sugerencia directo a la Presidente: No más salidas humorísticas. Ni que las mujeres se hagan las dormidas, ni la bandera de Texas, ni las minifaldas. Hay cierta incontinencia que podría pasarle la cuenta. En buenas cuentas, el 54% que lo apoyó espera a un Presidente de la República de buena gestión y eficiente, no a un humorista.

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