Nabila reconstruye su vida: "Ahora nunca voy a estar sola"

Despunta el día y, tal como lo hacía hace un poco más de un año, Nabila Rifo salta de la cama y se hace cargo de sus cuatro hijos para mandarlos al colegio.

Los dos más grandes se visten solos, pero a los más chiquitos hay que ayudarlos y ella lo hace sin dramas, porque conoce de memoria la ropa de sus niños.

Después del terrible episodio vivido la madrugada del 14 de mayo del 2016, donde fue golpeada brutalmente y le arrancaron los ojos, es casi natural esperar una Nabila dependiente y, quizás, un poco abatida. Pero esta coyhaiquina, claramente, forjó un carácter tan duro como el frío que abraza su tierra, región que visitamos para estar con ella.

Nos abrió la puerta de su casa, de su alma y nos invitó a compartir su día a día lleno de desafíos, según ella misma nos confesó.

"No tengo tiempo para quedarme sentada, yo tengo que hacerme cargo de mi vida y de mis chicos porque soy su mamá y por algo estoy viva, por algo Dios quiso que siguiera acá", afirmó a La Cuarta mientras se movía de un lado a otro aseando a fondo su actual casa de la que poco a poco comienza a empoderarse.

Su casa

Nos cuenta que recién puso los visillos que le trajo la abogada y hasta limpió los vidrios por dentro y por fuera, "¿Se ven bien cierto, están bonitos? Justo lo pude hacer antes de que viniera la Presidenta a verme. Me levanté súper temprano, ella me contó que quería venir el día que llegó en la noche, pero que no quiso molestar…ella es tan humilde y cariñosa, me abrazó. Yo quería atenderla y le ofrecí té, pero ya había tomado desayuno", contó con un dejo de orgullo.

Compañero

De pronto comienza a bajar la temperatura, se apagó la estufa que tiene en la salita que usa como living y comedor. Nabila le pide a Kevin (5) y Mauro (4) que miren en el patio si queda leña. "Hay que llamar a César antes que hiele", nos contó y de paso nos reveló que se trata de su gran compañero y amigo de toda la vida que hoy está con ella.

Antes de un suspiro el hombre de 36 años, vestido apenas con una polera en medio de un frío que hiere la piel, atraviesa la puerta de la casa que hoy tienen prestada hasta que el Serviu le repare la de ella o la cambie por otra. Seguido por los niños, que saltan felices de verlo, se apura a picar la madera y en dos tiempos, otra vez el calor se apodera de la pequeña vivienda.

-Da gusto que estés retomando tu vida como tanto lo deseabas...

- (Nabila) De a poquito, este año todo ha sido juicio y cosas tristes, malas.

Hay días buenos y hay otros en que me da pena, rabia, me siento impotente y me pongo a llorar. Pero dura poco porque a mí me gusta mantener soplada mi casa y para eso tengo que hacer las cosas aunque me choque a cada rato con todo. Hartas veces me pregunto por qué, por qué Mauricio me hizo esto…no se le hace ni a un perro. Yo no entiendo.

-¿Te sientes sola?

-(Nabila) Con mis chicos ahora nunca voy a estar sola porque ellos son todo lo que me importa, pero ahora también está con nosotros César, Barragán ese es su apellido. A él lo conozco desde que tenía 16 años y le agradezco tanto que se haya hecho cargo de mis hijos apenas se enteró de lo que me pasó, el año pasado. Fue el primero que corrió y se preocupó de que mis hijos tuvieran que comer, mientras yo estaba hospitalizada.

-¿Cómo se conocieron?

-(César) Jajá, yo pololeaba con una amiga de ella, venía llegando del servicio militar y nos presentaron… la encontré tan linda y tan orgullosa. Al poco tiempo nos pusimos a pololear. Hicimos tanta tontera juntos, cosas que uno hace cuando es joven, poh.

-¿Cuánto duro el flechazo juvenil?

-(Nabila) Como un año no más, después cada uno siguió su rumbo. Pero, siempre fuimos amigos y estuvimos presentes cuando nos necesitamos.

-(César) La verdad es que yo la amé y la esperé durante 15 años y por eso estaba atento cuando ella me necesitaba. No me prometió nada, pero yo igual ahí estaba. Yo soy como mula de porfiado y un poco bruto, pero la he respetado siempre.

-¿Por qué se separaron?

-(Nabila) Mi familia nunca lo quiso. Mi mamá lo miraba un poco en menos porque trabajaba así no más, no tenía un trabajo estable.

-(César) Creían que yo era poco porque me dediqué al trabajo del campo y la leña. Yo me caí al trago un tiempo, anduve un poco perdido y nos dejamos de ver.

-Entonces, ¿Esta es una nueva oportunidad?

-(Nabila) …Mmm, se hace difícil porque he tenido crisis y como que me da susto estar sola con alguien, también con César. Además han dicho tantas cosas y no quiero que sigan diciendo cosas de mí, quiero estar tranquila. La familia de Mauricio aprovecha todo para tratar de hundirme más. No quiero que me juzguen más. No sé qué más quieren… si yo estoy así.

-(César) Yo la amo, ella tiene derecho a rehacer su vida y que alguien la quiera y la trate bien. No hicimos algo malo. Yo voy a hacer todo por estar cerca de ella y sus hijos, porque los quiero a todos. Otros se han llenado la boca por ahí con puras mentiras y al final nada. Ellos me necesitan ahora, hay que cocinarles, lavarles la ropa y hacer la plata.

-¡Grandes! ¿Cómo mantendrán al familión?

-(Nabila) Yo le enseñé a César cómo se ofrecen los muebles que yo vendo por internet (ver página 8) y le digo cuáles son los colores y los tipos que tiene que comprar. En mi negocio él son mis ojos y confío en él.

-(César) Yo hago de todo para pagar las cosas y las cuentas que están llegando. Todos los días no sabemos cómo vamos a terminar, pero terminamos. Ya no me voy para el campo porque la Nabi puede hacer de todo, pero aún no puede cocinar, eso lo hago yo. Ella se desespera, pero yo le digo que por ahora hay que ir despacito, me da miedo que se queme o algo así.

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