Un paso en falso en el barrio Meiggs

Vendedores ambulantes ofrecen a 10 lucas deficientes zapatillas adulteradas con logos de reconocidas marcas. Un oscuro negocio que parte desde China y que, tras el estallido social, tiene por las cuerdas a emprendedores del rubro en el sector.

Son las 14 horas y el barrio Meiggs es un hervidero. Agobiante. Avanzar entre sus calles es un parto. En una cuadra de calle Salvador Sanfuentes contabilizamos, entre los puestos de toldos viejos y parrillas con anticuchos, a 62 ambulantes que ofrecen artículos a precio de huevo. ¡A 3 lucas... me volví loco, me volví loco!, grita un hombre que vende buzos de famosas marcas. Dice que son originales y que están de moda. Falso...

Sobre mantas multicolares también hay carteras con firmas de diseñador, cigarros bolivianos, calzoncillos "Calvino Klaim", pantalones "Americaninja" y cargadores de celulares que duran menos que chela veraniega. Pero la reina del corazón comercial de Santiago es otra; una monarca muy poco santa: las zapatillas marca chancho (no sea literal).

Cientos de ambulantes ofrecen hasta el último modelo de las deportivas recién lanzadas en las tiendas exclusivas. ¿La diferencia? Son más falsas que billete de cuatro lucas: a algunas se les ve el pegamento entre la planta y el cuerpo del producto, no tienen la definición de impresión en sus colores y logos y su vida útil es un verdadero chiste.

Negocio

¿Cuál es la ruta de estas zapatillas? Algunos comerciantes importan contenedores repletos de zapatillas orientales. Todo legal. Los productos son vendidos en Estación Central por lotes (entre 4 y 5 lucas cada par) a ambulantes que invierten cerca de mil pesos para ponerles logos de Adidas, Nike, Lacoste, Reebook, New Balance y Jordan, entre otras marcas. Y las venden a 10 mil pesos. Negocio redondo: las originales cuestan, por lo bajo, 35 mil.

Este mercado es controlado por Carabineros y la PDI. Y ambos coinciden en algo: en los últimos años la falsificación de zapatillas ha aumentado.

La comisaria de Brigada de Delitos de Propiedad Intelectual de la (PDI), Juana Herrera, especificó que en 2018 incautaron 3.601 zapatillas truchas sólo en la Región Metropolitana. Y en 2019 esto se duplicó: sacaron de circulación 7.683 pares.

"Necesitamos que las marcas que se ven afectadas presenten una querella en contra de los infractores. De esta forma, la fiscalía nos puede instruir para actuar e incautar estos productos", explicó.

"Lo de las zapatillas es una moda estacional. Pronto veremos chaquetas falsificadas de reconocidas marcas", aseguró la detective de la Bidepri.

Desde Carabineros explicaron que antes del estallido social existía personal asignado en el Barrio Meiggs, y que actualmente hay un servicio a cargo de un oficial con seis funcionarios.

"A raíz de que hubo que necesariamente distribuir recursos para el control del orden público antes los hechos conocidos por todos, se mantienen actualmente servicios aleatorios y con una participación activa de la SIP de esta unidad", explicó el teniente coronel Felipe Recabarren, comisario de la Tercera Comisaría Central.

La Municipalidad de Santiago también puede meter la cuchara en este asunto. A través de los inspectores, podemos multar a quien ejerza este comercio ilegal, pero es Carabineros quien efectúa los decomisos conforme a sus atribuciones legales. Nosotros también prestamos el apoyo logístico en esta labor", precisó el director de Seguridad Vecinal de Santiago, Arturo Urrutia.

Miedo

La gran mayoría de los vendedores de calzados deportivos mulas son ciudadanos haitianos que llegaron a Chile en busca de una mejor vida. "Ellos son los más tranquilos acá. Sólo se dedican a vender y, en general, no causan problemas. El drama son las mafias que hay detrás de esto. Ellos nos van arruinar pronto. Muchos andan armados y se pelean a muerte", aseguró una locataria de un puesto establecido que, por temor, no quiso identificarse.

Sí, por miedo. Porque varios de los dueños de negocio formales del barrio Meiggs aseguran que han sido amenazados. "Es muy difícil que un locatario quiera identificarse. Yo incluso he recibido amenazas de estos vendedores ilegales. No están arruinado. Un vecino que vendía zapatillas tuvo que cerrar", cuenta la vendedora de lentes que lleva 13 años en el sector.

"Había bajado el comercio ambulante, pero con el estallido social esto se disparó. La ventas han bajado un 70% y algunos locatarios quebraron y se tuvieron que ir de acá", añadió un locatario que ofrece zapatillas legales.

Una de las que emigró fue Magdalena Quiroz, quien vendió cosméticos durante 12 años en Meiggs. Dice que el comercio ambulante la envió a la quiebra, aunque ahora está empezando con otro negocio en Estación Central. "Ya no entraba nadie a mi negocio. Este problema se agravó demasiado y las autoridades no hacen nada. Y desde que empezó el estallido social, todo empeoró", finalizó.

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