¿Puede una persona volverse adicta a las selfies?

Las selfies son fotos a uno mismo o con amigos, que se sacan extendiendo el brazo y disparando la cámara fotográfica, o bien, frente a un espejo. Todo es válido en esta ecuación, que cada vez nos parece más natural.

Sin embargo, un estudio de la revista médica International Journal of Mental Health and Addiction sugiere que la obsesión por las selfies puede definirse como un trastorno llamado "selfitis".

Según los autores del estudio, dos investigadores de la Universidad Nottingham Trent, en Reino Unido, y de la Escuela de Negocios de Thiagarajar, en India, definieron la necesidad constante de tener que tomarse una foto de uno mismo y publicarla en las redes sociales seis o más veces al día como "selfitis crónica".

¿Es tan así?

Para María Pastora Sandoval, especialista en Redes Sociales, la tendencia se mueve de la siguiente manera en el mundo y, por sobre todo, en nuestra sociedad.

"Creo que las selfies responden a una necesidad que tenemos de mostrar al mundo quiénes somos, pero de una manera que, evidentemente, nos favorezca", analiza la seca en estas temáticas tecnológicas.

Al intentar una selfie perfecta, los protagonistas a veces llegan a disparar 10 o más tomas, para elegir la que ellos creen que es la mejor, ya sea por el aspecto, o bien porque la foto tenga un valor agregado que la hace única y perfecta para ser compartida, como, por ejemplo, que aunque salga mal, justo se vea que va cayendo un árbol detrás, lo que hace que la imagen tome relevancia más por el momento que por la estética.

Además, cuando se intentan muchas selfies antes de publicar la definitiva, los que se retratan pueden ser modelos sin ser vistos, evitando la vergüenza que nos puede generar el hecho de posar ante alguien que tome la foto.

Sin embargo, en la soledad, las personas pueden intentar distintos ángulos, jugando prácticamente a ser modelos publicitarios o lo que en ese momento se les ocurra probar.

Sobre la "selfitis", la experta María Pastora Sandoval tiene su visión. "Es un reflejo de nuestra sociedad actual, en la que podemos ser partícipes de las redes sociales de la misma forma que lo hacen los famosos. Podemos ser estrellas de cine en nuestro espacio, y tener seguidores que nos comenten o pongan 'Me Gusta'. En lo particular, yo me tomo selfies, pero las dosifico, hay cuentas de Instragram en la que todas las fotos son selfies del usuario, y eso a veces se torna un poco aburrido (según mi visión). Por lo tanto, estoy de acuerdo con las selfies, pero no con la 'selfitis' de algunos usuarios, jajajá", explica la experta.

Cacería de "likes"

Nicole Sánchez es una estudiante de Pedagogía en Educación Física que se reconoce amante de las selfies. Es más, no tiene temor en admitir que se toma varias.

"Me gustan las selfies, me gusta la fotografía en sí, y subo fotos casi día por medio a mis redes sociales, en promedio, aunque normalmente lo hago a diario", cuenta.

¿Su motivación? Los likes. "Mientras más 'Me Gusta' consiga mi foto, mejor para mí. Eso sí, evito darle autolike, porque en realidad busco más los 'Me Gusta' de la gente", explica.

Sobre las imágenes que sube, Nicole las describe así. "Siempre las subo con un filtro, pero nunca muestro nada subido de tono, ni con poca ropa. No me gusta exponerme en exceso, la única mala experiencia que recuerde referente a esto, sería que una vez que un tipo me habló como coqueteando, y haciendo propuestas un poco subidas de tono, lo que me asustó y me llevó a cambiarle la privacidad a mis redes sociales".

Mil y un disparos

"No sé si declararme adicta, pero es verdad que me hago hartas selfies antes de escoger una, jajajá", reconoce María Paz Baeza, universitaria que es seca para las "auto fotos", pero que tiene sus motivos para explicar por qué prueba tantas veces antes de quedarse con la postal precisa para postear.

"Cuando me saco tantas selfies, es porque generalmente no quedo conforme con ninguna, jajajá, y me las saco cuando me siento linda", es su justificación.

A ella le da igual lo que piensen de sus fotos o de su afán se subir tanta "selfie", y la hace corta. "Al que no le guste, simplemente que no vea las fotos".

Para María Paz, es casi una terapia. "Una foto no describe cómo soy, pero sí me gusta guardar los momentos en los que me siento así, feliz o triste".

Que no pase a adicción

La especialista María Pastora Sandoval cree que en la "selfitis" no hay nada peligroso, siempre y cuando se logre mantener a raya.

"Si hablamos de 'adicción', cualquiera de ellas es mala. Si existe una 'adicción a las selfies', creo que es más que un inconveniente social, es más bien un problema con nosotros mismos que no está resuelto. A mí las selfies me encantan, pero cuando hay personas que sólo publican selfies y no otras imágenes en sus redes sociales, me da qué pensar", analiza.

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