A las 19.45 del 17 de febrero de 1986, dos automotores chocaban de frente en Queronque, a cuatro kilómetros de la estación de Limache. Una cadena de errores humanos los llevó a enfrentarse inevitablemente a muerte en una curva ciega. Una máquina venía a 100 km/h; la otra a 90. Y nadie frenó... Del descomunal impacto resultaron 58 personas fallecidas y 510 heridos (111 de ellos graves). Un maquinista que iba en el tren, una mujer que perdió a dos parientes y un rescatista nos vuelven a impactar...

Jaime González iba en el automotor adosado a los otros dos carros que viajaban rumbo a Santiago. Era el segundo maquinista. Al momento del impacto, la inercia lo llevó a azotar la frente contra un vidrio de tres centímetros ubicado en la puerta. Al rebotar fue a dar contra unos paneles térmicos, los que se enterraron en la espalda. Vendría el silencio...

"Quedé aletargado, pero nunca perdí el conocimiento. Al rato siento una fuerte explosión que levantó tierra. Explotaron los depósitos de aire principal, que abastecen el frenado. Pensé en ese momento que nos habían puesto una bomba, ya que se habían registrado atentados en la zona. Traté de bajarme, pero no podía. Al final, lo hice como en cámara lenta. Traté de correr, pero no podía. Iba con el tobillo luxado", recuerda.

- ¿Qué fue lo primero que vio al ir avanzandox?x

- Una señora gordita. Estaba desnuda, destruida. Tenía los ojos abiertos, con cara de terror. La cubrí. Le cerré sus ojos.

- ¿Asumió en ese minuto lo que estaba viviendox?x

- Ahí recién adquirí conciencia. Seguí corriendo cuando veo un automotor arriba de otro. Pensé que se había quedado en pana y lo habíamos embestido.

- ¿Cómo quedaron las cabinas de los maquinistasx?x

- No había nada. A uno de los maquinistas del tren que iba a Santiago sólo le encontraron la prótesis de la cadera y en uno de los faros hallaron cuero cabelludo.

- Y en el automotor que procedía de Los Andes… 

- Ramón Carmona, el ayudante, venía manejando. Él estaba íntegro… Óscar Catalán era el maquinista, pero se explica que no estuviera a cargo porque se les enseñaba a los ayudantes a que fueran maquinistas.

- ¿No se quebró en ese instantex?x

- Me puse a llorar delante de mis compañeros. En ese momento escuché una voz que me decía "Jaime, no es hora de llorar". Esa voz me calmó. Fue una inyección de adrenalina.

- ¿Ayudó a la gente en ese momentox?x

- Sí, abrí las tres puertas que estaban bloqueadas. Fue todo tan terrible. Vi a un padre desesperado con el cuerpo de su hijo buscando su cabeza. Venía también un grupo familiar, todos parados, desde Sor Teresa de Los Andes. Eran 12 y venían de pagar una manda. De todos ellos se salvó uno, un enfermero naval, que ayudó en las faenas. Fue uno de los héroes anónimos y mucha gente le debe la vida.

- Crónicas de la época hablan que llegó lumpen y muchos ratones…

- Así es. Venían de Limache, Peñablanca y alrededores y vi cómo le robaron a los cadáveres. Imagínese que pasó una hora y media y nadie llegaba… Lo de los guarenes es verdad, y llegaron por el fuerte olor de los cuerpos. Era todo tan macabro.

- ¿Hacia dónde llevaron los cuerpos, los heridosx?x 

- Sin ser amigo de los curas, le di la extremaunción a mucha gente que murió en mis brazos. Los que estaban más graves no emitían ruido, a diferencia de los quebrados. Algunas personas me contaron sus pecados y los vi morir, tranquilos.

- ¿En qué instante dejó el lugarx?x 

- Deseaba irme a mi casa, en Belloto Sur, para tranquilizar a mi esposa. Me fui caminando hasta la estación (Limache), en la oscuridad, y blasfemé contra Dios.  Hoy estoy muy tranquilo. Fui una víctima más de todo esto.

"Se vieron encima, a no más de 200 metros"

Miguel Órdenes, presidente de la Asociación de maquinistas Santiago Watt, de Valparaíso, fue uno de los improvisados rescatistas que utilizó ferrocarriles.

"Los maquinistas se vieron encima, a no más de 200 metros. Nada que hacer... Lo que vimos fue terrible: las cabinas estaban arremangadas. Desde la mitad del primer coche, quedaron detrás del maquinista... Llegamos cerca de las 21.30. Ibamos a ver toda la gente que se podía sacar. Todo estaba tan oscuro y era difícil trabajar. A las 23.30 nos devolvimos con la gente herida y muchos se nos murieron en el camino. ¿Sabex?x El puente (destruido en 1985) ya estaba listo una semana antes del accidente...".

"Mi hijo iba en el segundo asiento... Lo reconocí por un pedazo del blue jeans"

Adriana Cárdenas dice que las hora previas a la muerte de su hijo (Salvador Sepúlveda) y su sobrina (Elizabeth Mella) fueron extrañas. "Corazonada de mamá", se apura en aclarar. Auxiliar de enfermería, la madrugada del 17 de febrero fue demasiada inquieta y, además, ella se enfermó del estómago.

"Al día siguiente, en la mañana, nos formaron y me avisan que debo salir de ahí. Me cuentan que tengo una llamada. Era mi madre, que me comunicó que mi hijo (un ingeniero mecánico de 24 años) y mi sobrina (de 14) iban en ese tren y que yo tenía que ir a Queronque".

- Usted llegó cuando ya habían separado las máquinas, en la mañana...

- Claro. Cuando vi la destrucción supe que no estaban vivos. Los empezamos a buscar en los hospitales de la zona, pero nada.

- El radio de búsqueda era amplio, considerando que los heridos y fallecidos fueron trasladados a varios puntos. 

- Recién en la noche un médico legista (forense) me ayudó y me preguntó cómo era mi hijo. Me dijo que estuviera preparada, porque no encontraría a mi hijo como era.

- ¿Y llegó preparadax?x

- Llegué antes de la hora. Lo primero que hizo fue mostrarme una ropa. Iba con blue jeans, una camisa celeste a cuadrito, un cinturón... Todo era un bultito. Abrieron la bandeja 4... Siempre me acuerdo... Ahí estaba parte de él. Lo reconocí por su corte de pelo, aunque sólo tenía la parte de atrás de la nuca.

- ¿En qué parte del tren iban ellosx?x 

- Iba en el segundo asiento. Lo reconocí por un pedazo de blue jeans. En el bolsillo de atrás llevaba dos mil pesos.

- ¿Y de su sobrinax?x 

- Se pudo ubicar por una uña del color de cútex que llevaba,. Sus papás llevaron el cútex para reconocerla.

Adriana es hoy la principal promotora en la conmemoración del aniversario. Y no ha fallado nunca, menos esta vez que se cumplen 30 años.