Sumario por la info muléitor en casatas

Según los capis, en Chile somos secos para el helado. Eso sí, no para el que usted piensa picarón, sino que para la casata clásica, esa de tres sabores y que nos tiene como los primeros consumidores a nivel latinoamericano.
Pero ojo, porque un estudio publicado por la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus) reveló que los heladitos de casata de cinco marcas, tienen los mansos errores en sus rotulados. Esto quiere decir que al comerlos lo dejan más chanchito que lo que dice su información nutricional.
"Los consumidores necesitan tener una información clara y precisa, por lo que las autoridades deben tomar medidas, para que no sucedan estas cosas", chantó Hernán Calderón, que especificó que en algunos casos la diferencia de colesterol rotulada y la real tienen diferencias de un 605%. ¡Se pasó!
Y como si el despelote fuera poco, la seremi Metropolitana de Salud, Rosa Oyarce, metió la cuchara y lanzó que cinco empresas que producen "aiskrim" en Ciudad Gótica se fueron de lumazo por tener sus datos nutricionales no coincidentes con el contenido de sus productos.
Además, la seremi contó que realizó un seguimiento a siete marcas, pero el sumario le cayó a cinco.
"Esto es un engaño para los consumidores de estos helados", sentenció el caporal de la Conadecus, que tiró el dato que los altos niveles que tienen estos postres ayudan de forma considerable a elevar los índices de hipertensión y obesidad en nuestro país.
Finalmente, Oyarce lanzó a modo de sacapillos que la institución siempre realiza fiscalizaciones a las empresas de alimentos "de forma silenciosa", para asegurarse que las organizaciones cumplan con los estándares de salud a los que deben comercializarse nuestros manjares, para que la barra pueda disfrutar de su heladito piola en el patio de la casa.
Pero no sea picarón, seguimos hablando de la casata.
Imperdibles
Lo último
22:48
22:11
22:22
21:58
21:46
En redes sociales se viralizaron antiguas declaraciones del periodista, en las que advertía que el desgaste político y el estallido social podían abrir paso a un liderazgo de “mano dura”.












