Solo cinco minutos estuvo en la cancha el Matador antes de sufrir la fractura que marcó su carrera para siempre, perdiendo continuidad en el mejor momento de su paso por Europa.
No hay dudas de que Marcelo Salas es uno de los futbolistas más importantes en la historia de Chile. El icónico delantero alzó copas en territorio nacional, en Argentina y en Italia, siendo uno de los más exitosos de su época, y si bien en su paso por Europa dejó gratos recuerdos, también estuvo marcado por las lesiones.
Cuando vivía su mejor momento en el Viejo Continente, luego de brillar con la camiseta del Lazio de la Serie A, el delantero llegó a la Juventus de Turín y sufrió la peor fractura de su carrera, una que finalmente le costó su permanencia en el Calcio.
Su historia con la “Vecchia Signora” comenzó en el verano del 2001, cuando el equipo máximo ganador de la liga en Italia no había tenido grandes campañas recientemente en el plano internacional. Esto dejaba resentida a su máxima estrella, Zinedine Zidane, quien estaba ansioso de convertirse en el campeón de Europa. Pese a que tenía contrato hasta el 2004 con los de Turín, en julio del 2001, el francés aceptó la propuesta que Florentino Pérez le hizo en una servilleta y se marchó al Real Madrid.
Por esos días, Salas era una estrella en Italia, y la información que llegaba desde la prensa europea señalaba que el chileno estaba en conversaciones avanzadas con el Manchester United, el Inter de Milán, y también con el conjunto Merengue. Pero la Juve necesitaba reforzar su ataque, por lo que se aseguraron con el ex River Plate, quien llegó con una mochila de ilusiones.
En su arribo al conjunto bianconeri el Matador declaró: “Estar en la Juventus es una recompensa por todos los sacrificios realizados en el pasado. Me gusta mucho el ambiente que encontré en Turín. Un gran equipo también se ve por el club que lo respalda, y este es realmente excepcional, organizado a la perfección”.

Un prometedor arranque y una rápida caída
Marcelo Salas tuvo su debut en la Juventus el 26 de agosto de 2001, en un plantel con nombres como el de Alessandro del Piero y el franco-argentino David Trezeguet, con quienes formaría un letal tridente ofensivo. En sus primeros partidos mostró indicios de su grandeza, aunque no logró ser considerado titular indiscutido en el esquema del DT Marcello Lippi.
El 20 de octubre se jugó en el estadio Renato Dall’Ara la octava fecha de la Liga Italiana, donde la Juve se enfrentaba al Bologna. El chileno desde el banco de suplentes veía como sus compañeros hacían lo posible por vencer a una cerrada defensa que poco espacio dejó para jugar.
Ante la falta de llegada y el nulo peso ofensivo, el técnico decidió en el segundo tiempo que era hora de darle un nuevo aire al ataque, por lo que apostó por Salas, quien ingresó a los 76′ para reemplazar a Alessio Tacchinardi.
En uno de los primeros balones que le llegó al ex Universidad de Chile, quiso recibir para encarar al defensa rival Giulio Falcone, sin embargo, su zapato se trabó en el pasto de la cancha, haciéndolo caer. De inmediato se supo que era algo serio, ya que no hubo contacto del adversario y el Matador se tomó la rodilla derecha haciendo gestos hacia el banquillo.

Fueron solo cinco minutos los que estuvo el delantero dentro del campo de juego, ya que tuvo que ser retirado en camilla en el 81′. Tras una primera revisión, la prensa rápidamente informó el escalofriante diagnóstico: esguince en la rodilla derecha con lesión del ligamento cruzado anterior.

Perdió el puesto y volvió a Sudamérica
Pese a la alarmante noticia, Salas conversaba con los medios y se lo tomaba con tranquilidad y optimismo. “Tranquilos, estoy sereno. Cuando vuelva al campo, seré más fuerte que antes, para compensar la pasión y la amistad que me han demostrado los aficionados del Juventus”, señalaba.
Por su parte, el entrenador era más realista y se mostró preocupado. “Lo siento sobre todo por el hombre, Marcelo había encajado con gran humildad y gran seriedad. Desde el punto de vista técnico su lesión es muy grave, perdemos un jugador de calidad, prestigio y experiencia”, comentaba el DT.
Días después de fracturarse, ingresó al pabellón. Salas fue operado en Roma el 5 de noviembre por el médico de la Lazio, Andrea Campi. Fueron seis meses en los que Marcelo no pudo pisar las canchas, perdiéndose el resto de la temporada 2001-2002.
Luego de su largo periodo de inactividad, el Matador volvió a las citaciones el 12 de mayo de 2002, siendo el reemplazo de Marcelo Zalayeta en la final de la Copa Italia, sin embargo su magia ya no estaba con él.
El tiempo había pasado y en la Juventus no se quedaron de brazos cruzados, ya que reforzaron el plantel comprando a Di Vaio, quien peleaba el puesto con el seleccionado de La Roja. Así fue como terminó siendo confinado al banco de suplentes o incluso a la tribuna al no ser incluído en las citaciones.
Tras meses de poca acción, Salas ya no era feliz en Turín y sus días estaban contados. La dirigencia de la Vecchia Signora estaba buscando un club que lo recibiera, y entre las opciones que rondaban, estaba la del Sporting de Lisboa. El club de Portugal quería a Marcelo, y ofrecían a cambio a un talentoso delantero de 17 años que llamaba la atención por su estilo de juego, su nombre era Cristiano Ronaldo, pero el chileno no quiso irse al Sporting y la historia fue otra.
Finalmente, el 2003 Marcelo Salas regresó a Sudamérica, para tener un segundo paso, en calidad de préstamo, a River Plate. El conjunto millonario en ese entonces era dirigido por su compatriota Manuel Pellegrini, pero su retorno al fútbol trasandino también estuvo marcado por las lesiones, que lo acompañaron hasta el final de su carrera.