Una artista que transforma la cerámica en poesía y pequeños mundos, enseñando a otros a encontrar su propia voz creativa.
Paloma Amaya es una mujer que ha encontrado en la cerámica y la ilustración un refugio, un modo de vida, y, sobre todo, una forma de compartir su arte con el mundo.
Sus figuras de cerámica, llenas de encanto y ternura, son el resultado de una pasión que nació en la infancia y se ha ido nutriendo con el paso de los años, creando piezas únicas que no solo cuentan historias, sino que también transmiten emociones.

Su camino artístico comenzó mucho antes de conocer la cerámica. Desde pequeña, Paloma ya mostraba su afición por el dibujo y las manualidades.
“Siempre me gustaron las manualidades, desde muy niña siempre jugué con materiales y como buena niña de los 90, mis papás me entretenían mucho regalándome plasticina y cosas para dibujar”, recuerda Paloma.
Después de estudiar arte y teatro, la joven completó un postítulo en ilustración, pero sentía que algo le faltaba para encontrar su propia voz artística. Entonces, la cerámica irrumpió en su vida y fue allí donde verdaderamente reconectó con su infancia y descubrió la magia de transformar este material en personajes y mundos llenos de fantasía.

“Me puse a hacer cerámica y cada vez me fui enamorando más y más”, revela Paloma y además agrega que si bien actualmente se dedica 100% a este material, no considera que su faceta de ilustradora esté completamente separada de su trabajo.
“Ilustrar no necesariamente va de la mano del dibujo, uno también puede ilustrar a través de objetos que narren historias”, explica.
Sus figuras, cargadas de ternura y humor e inspiradas en la fantasía y la inocencia de la niñez, nacen de su imaginación fértil, donde mundos fantásticos, personajes entrañables y detalles minuciosos se encuentran en cada pieza.
“Me gusta pensar que en un jardín o incluso en una planta hay como todo un universo pequeñito de seres que que son muy mágicos y que conviven ahí con con como con su propio mundo”, explica la joven en cuanto a su inspiración.
El proceso creativo de Paloma es un reflejo de su relación con el arte: espontáneo, mágico y lleno de emoción.
“A veces me asalta una idea en sueños. Sueño cosas que luego despierto y las escribo de inmediato, a veces puede ser un poema, una historia o cosas súper concretas como figuras que luego las boceteo lo más rápido posible entre el sueño y después las hago”, explica.
“Me vienen estos como arranques de inspiración que no sé cómo explicarlos, pero como una electricidad en el cuerpo muy fuerte, es como una necesidad terrible pero maravillosa al mismo tiempo de llegar a hacer esa idea”, indica.
Aunque la cerámica es un proceso impredecible, Paloma se ha hecho experta en acercarse cada vez más a lo que imaginó.
Además de crear sus propias piezas, Paloma imparte talleres de cerámica donde comparte sus conocimientos y su pasión con otros.
Con la idea de lograr vivir trabajando con lo que más le gusta, la joven se dio cuenta de que había encontrado otra pasión.
“Me di cuenta de que me gustaba enseñar, que era algo que yo no me esperaba”, afirma la artista, quien disfruta ver cómo sus alumnos descubren su propia creatividad y se conectan con la magia de la cerámica.
Sus talleres son un espacio de encuentro y aprendizaje, donde personas de todas las edades y niveles de experiencia pueden explorar su lado artístico. “Enseño desde cero, independiente si la persona ya tiene habilidades o no las tiene, porque siempre se puede lograr algo”, asegura Paloma.
Hoy, sus talleres no solo son un sustento para ella, sino también un espacio de comunidad donde los alumnos pueden descubrir, experimentar y, sobre todo, disfrutar.
Con la mirada puesta en el futuro, Paloma tiene muchos proyectos en mente, como expandir su taller, realizar exposiciones individuales y llevar su arte a otros países.
“Soy súper ambiciosa”, admite la artista, quien sueña con crear una comunidad creativa donde la cerámica sea un lenguaje universal.
El año pasado, un festival de diseño en Barcelona fue una sorpresa gratificante que le abrió nuevas puertas y ahora se ve proyectando su arte en galerías y mostrando su trabajo a un público internacional.
Además, Paloma busca construir un nuevo taller, un espacio más amplio que no solo será su refugio creativo, sino también un lugar donde más personas puedan aprender, explorar y conectarse con la cerámica.
Más allá de la cerámica, Paloma encuentra en su arte una fuente de energía vital. “No concibo la vida sin crear”, asegura.
“Aunque alguna vez esté en una isla sola sin que nadie vea lo que estoy haciendo yo esa isla la tendría completamente intervenida por mí: estaría tallando madera, estaría pintando rocas, estaría armando esculturas con conchitas porque es algo que está en mí y no sé si es genética, no sé si es magia, no lo sé, pero es un motor de vida para mí”.
Paloma espera que se abran más espacios para el arte hecho a mano en Chile y que se reconozca el valor de la artesanía como una forma de expresión artística. “Creo que hay muchas personas tremendamente talentosas haciendo hoy en día arte real y significativo en bordado, en cerámica, en acuarela, en ilustración, etc”.
En un mundo donde la creación de contenido es casi una obligación para los artistas, Paloma ha decidido llevar su trabajo a una plataforma donde su comunidad pueda apoyarla directamente: Patreon (clic acá).
De esta manera, sus seguidores pueden apoyar su trabajo y acceder a contenido exclusivo, como tutoriales, podcasts y videos sobre su proceso creativo.
Paloma Amaya es la prueba de que cuando se sigue la pasión con dedicación y amor, los sueños pueden materializarse en piezas que, más allá de ser bellas, cuentan historias, transmiten emociones y tocan corazones.
Para aquellos que quieran conocer más sobre su trabajo o tomar un taller, pueden escribir a su email (palomaceramicas@gmail.com) o a través de su cuenta de Instagram (clic acá).