Todas las fechorías que le conocíamos al jutre José Luis Echenique, quedaron tamaño hormiga al lado de la masacre que dejó anoche.

El compadre, echando odio por los ojos y más endemoniado que nunca, barrió con todos a su paso y sin remordimiento alguno mandó pa'l patio de los callados a dos cristianos.

TIERRAS

Para empezar,  "El Señor de la Querencia" secuestró a su hermano Manuel Pradenas y a Leonor, su esposa.

Pistola en mano y  amenazando de muerte a la mujer, el muy canalla obligó al flaco a darle la firma para que le cediera sus tierras.

De ahí, los mandó a encerrar en una bodega, les dio la zumba y si no es porque llegaron sus dos pailones a manearlo, abusa de la iñora ahí mismito. "Sólo hago lo que el Señor me ordena", repetía como orate para justificar su locura.

DE UN TIRO

Pero lo más heavy vendría después,  chiquillos. El patrón se fue derechito a la casa de Pradenas y descargó todo su odio con  la prosti Herminia.

Alberto, su amigo con ventaja, la fue a consolar y en eso estaba cuando el huaso bruto apareció de sopetón con cara de querer hacerlos pebre.

Sin arrugarse y a sangre pato, José Luis mató al cabro de un certero balazo en la frente. "Te amo Herminia", fueron las últimas palabras que alcanzó a pronunciar el pobre, antes  de virarse de este mundo.

Luego y para el remache, el odioso molió a golpes a la prosti (la misma que trató de quemar viva hace unas semanas), la dejó tirada en el suelo y le prendió fuego a la casa. ¡No tiene perdón!

Por otra, ordenó a Manuel cavar un hoyo bien profundo en la tierra para que entierre a su yunta.

SIRVIENTA

Como castigo, a su esposa Leonor la tiene bien secuestrada en la Querencia y condenada a romperse el lomo y las uñas  trabajando como sirvienta, además de ser tratada como una "china cualquiera", según le leyó la cartilla su maridito.

Carolina Ruiz M.