En alguno de esos pensamientos intrusivos que allá por septiembre confesó y que —a ella, propietaria de una joya inconfundible, su voz, una de las voces del pop en español, y de canciones y letras que han inspirado y aún inspiran a millones de personas y parejas y artistas— hirieron en lo más vivo su confianza, Ana Torroja encontró refugio y resurrección. Quizás por la fuerza del destino, como aquel sencillo de 1989 que lo estalló todo, la ex de Mecano actual marquesa de Torroja eligió, a sus sesenta y cinco años, exponer su costado más frágil: las inseguridades que unos meses atrás la habían convencido de que, con los cambios en la industria musical, su tiempo había caducado. Bajo sus propias sospechas, en el primer adelanto de su primer álbum en cinco años, previsto para marzo o abril próximo, duda entre “ya decir adiós o retocar la cara despintada” y aunque reconoce que “hace tiempo que siento que llega el momento” se propone hacer “un intento más”. “Puede que aún tengamos algo que contar”, canta por fin en una pieza cuyo nombre, Se ha acabado el show, lo resume todo.

—Yo decía: bueno, pues, ¿será que ya? Ya son muchos años —reconstruye la historia Ana Torroja con el diario pop—. Tampoco me resultaba raro hacerme esa pregunta, sobre todo porque no me estaba planteando un disco, me estaba planteando dos canciones a lo mejor.

Pero ni siquiera para esas dos canciones, dice, le llegaba la inspiración:

—Me preguntaba ¿qué voy a contar que no haya contado ya?, ja, ja, ja. Y de pronto: ¿y por qué no cuento esto? ¿Por qué no escribo sobre esto? De esta duda, ¿sabes? De si a Ana artista ya se le acabó su momento y ahora es el momento de Ana persona.

Ana Torroja ahora está sentada debajo de su melena rubia, con un blazer blanco y jeans gastados, al interior de una oficina austera en los límites de Providencia y Vitacura. Llegó ayer a Santiago con el apresuramiento distintivo que permite a los artistas dar cuatro o cinco entrevistas en un tiempo récord y mañana presentará algo de Mecano, algo de Sonrisa y algo de esta nueva etapa en el cierre de Teletón. Afuera la esperan amontonados una docena de periodistas curiosos que interrumpieron su actividad exclusivamente para comprobar que está aquí, que es de carne y hueso, y, con un poco de suerte, tomarse una selfie para sus redes sociales, o, como es el caso de un par, conseguir una firma en su disco. La charla será corta, también la esperan en un estudio de televisión y en cuarenta y cinco minutos debe estar en una radio. Es, de alguna manera, el precio del cariño.

Yo me siento en casa, venir aquí es llegar a casa, aclara Torroja con su acento madrileño antes de explicar que haber abierto esa puerta, más sensible, más íntima, reavivó sus ganas al punto de que, con este disco, cumplió un sueño que hacía décadas guardaba polvo en las estanterías del olvido.

—De ahí llega el segundo single, La maleta, luego otras canciones, y al final me encontré con un disco completo. De dos canciones que iba a hacer, a un disco completo. Y realmente es la primera vez, fíjate tú, en cuarenta años, que escribo todas las canciones.

—¿Y qué supuso en este momento de tu vida, quizás cuando tienes más dudas, cumplir esto?

—Era mi sueño. Yo no me acordaba que era mi sueño, pero lo encontré escrito en algún lado. ¡Y se cumplió cuando pensaba que ya tenía que cerrar el kiosko!, ja, ja, ja. Realmente, para mí, ha sido muy importante, porque he podido hablar de cosas de las que sólo puedo hablar yo. Es algo mucho más íntimo, porque sólo sé yo cómo ha sido mi historia, ¿no? No es lo mismo cuando pides canciones. Mi participación como autora en los discos ha ido incrementando, obviamente, del primero a este último. Por prudencia, por inseguridad, porque quería estar segura, quería aprender realmente, quería saber si era capaz de hacerlo. Y he ido aportando cada vez más en mi participación como autora, pero sí que es verdad que la primera opción siempre era: vamos a pedir canciones a editoriales. Y esta vez, cuando ocurrió eso, empecé a escuchar canciones, y bah, diez segundos..., no, no, no, nada de esto soy yo. Entonces dije: ¿y por qué no me siento con los autores? Y al final, pues he ido escribiendo, hablando de estas cosas que sólo puedo contar yo.

En ese sentido va La maleta, segundo adelanto de un disco grabado en México, su residencia desde hace diez años, y producido por el venezolano Andrés Levín, un recorrido por los recuerdos y experiencias que atravesó su carrera musical. Lo presentó, con videoclip, el primer viernes de noviembre.

—Se cuenta lo que he sentido —precisa Torroja— y las experiencias positivas y no tanto…, aunque al final son todas positivas, porque de todo se aprende. Hablo de mis comienzos en Mecano, de cómo eso marca obviamente mi vida. Cómo no puedo separarme de eso, aunque yo quiera, porque viene conmigo en la maleta. Pero, a la vez, cómo al separarse Mecano y no haber realmente una despedida, yo me encontré en una situación en la que tenía que tomar una decisión: si seguir en la música o volver a estudiar económicas o cualquier otra cosa. Y al final decidí seguir en la música, y te voy a decir que sin mucha fe en mí, eh. Pero dije, bueno, voy a probar. ¿Por qué no?

—¿Por qué sin mucha fe?

—Sobre todo porque el peso de Mecano era enorme, la sombra de Mecano es muy alargada, era difícil sacar la cabeza como diciendo aquí estoy yo, como Ana Torroja, y sobre todo, lo que fue más difícil para mí fue encontrar quién quería ser yo en la música. O cómo quería ser yo. Realmente mi desafío era buscar mi identidad como solista. Qué quería contar, cómo y con quién.

—¿Y pudiste encontrar eso?

—Fue difícil, sobre todo porque pensaba que la gente iba a querer encontrar a Mecano en mí. Y también. Pero Ana Torroja es otra cosa. Entonces no quería llevarles a engaño, con lo cual mi empeño al principio fue separar a las dos. Pero ahora están tan unidas, como no puede ser de otra manera, que muchas veces cuando hago un concierto, la gente me dice: ya no sé si esta canción es tuya o de Mecano, ja, ja, ja.

—Alguna vez dijiste que lo más difícil del éxito arrollador que lograron con Mecano fue “perder a Ana persona”. ¿Has podido reencontrarte con ella en tu carrera solista?

—Sí, hace tiempo. Para mí fue difícil gestionar el éxito, porque yo soy, aunque no lo parezca, tímida y soy bastante celosa de mi intimidad. Y el hecho de que todo el mundo quisiera saber algo de mí, me abrumaba mucho. Casi casi que me convertí en agorafóbica en algún momento, porque me costaba mucho salir a la calle. No quería que nadie me mirara, me tocara, me preguntara, nada. Me fui a Nueva York a vivir dos años para poder recuperarme a mí misma y también tomar distancia. Porque muchas veces tomando distancia sobre las cosas, las entiendes mejor. Y eso es lo que ocurrió: entendí que el éxito tiene un precio, que la gente lo único que quiere es abrazarte porque para ellos eres parte de su vida. Y bueno, a partir de entender eso, me reconcilié con la fama. Vamos a decirlo así.

—Imagino que te reencontraste más aún en esta etapa.

—Sí, porque ahora es mucho más personal. Todo lo que hay en este disco soy yo. Abierta en canal, ja, ja, ja. Y ojalá la gente empatice también, porque tampoco somos tan diferentes.

Ana Torroja se presentará este sábado en el cierre de Teletón y regresará el próximo 13 de junio para ofrecer un concierto de larga duración en Gran Arena Monticello. Las entradas ya están disponibles y puedes adquirirlas aquí.