La banda californiana repasó de principio a fin su icónico disco Morning View de 2001 en el primero de tres shows en el Movistar Arena. Un problema técnico los llevó a improvisar, pero su cohesión musical convirtió el imprevisto en un momento especial, reafirmando su vigencia y complicidad con el público chileno.
Justo antes del fin de la sesión centrada en el popular disco Morning View, el primer show de Incubus en el Movistar Arena tuvo que ser interrumpido por un problema técnico. Durante los primeros momentos de “Aqueous Transmission”, la canción que cierra el álbum, el guitarrista Mike Einziger tuvo problemas con la pipa, el tradicional instrumento chino que caracteriza el peculiar sonido oriental de la tonada, y la banda debió abortar el plan original.
A partir de ahí, el grupo se puso a improvisar por algunos minutos, mientras un técnico intentó infructuosamente solucionar el problema. De ese modo, el baterista José Pasillas, la bajista Nicole Row y el tecladista Chris Kilmore comenzaron a generar un patrón musical inesperado al que inevitablemente se sumó la icónica voz de Brandon Boyd.
Y en medio de la celebración de la audiencia que los apoyó completamente, demostrándoles su respaldo para no aumentar su nerviosismo, la cohesión musical de la banda solucionó el entuerto. De hecho, si algo caracterizó la presentación de este concierto fue precisamente la capacidad del grupo para adaptarse y responder al ambiente que forjaron con una audiencia que respondió —y sudó— de principio a fin.
La fluidez con la que cada músico se ajustó a la nueva dinámica también demostró no solo su virtuosismo individual, sino también la profunda conexión que los une como banda. En lugar de quedarse estancados en el problema técnico, lograron transformar la situación en un momento único e irrepetible, que sin duda no estará en los dos shows restantes en el Movistar Arena. Y eso también reafirmó su química y la complicidad con el público. Si hasta Row terminó asegurando que podían seguir así por toda la noche.

En esa línea, y retomando el último tema del disco con una guitarra eléctrica para interpretar la canción con un sonido diferente a la norma, la llamativa revisión de Morning View también estuvo marcada por variantes que dejaron en claro que el Incubus actual es una banda completamente madura y no es la misma de 2001 que, con este disco, se volcó a un sonido más atmosférico y experimental, alejándose del funk metal y nu-metal de sus inicios.
En ese sentido, la primera parte del show, en donde el disco se interpretó en el orden tradicional, hizo que la audiencia explotara en varias ocasiones, ya sea con temas tan icónicos como “Nice to Know You”, que marcó el energético puntapié inicial junto a “Circles”, además de otros hits del álbum como “Wish You Were Here”, “Warning” y “Are You In”.
Obviamente, un concierto de este tipo estuvo enfocado en la complicidad con los fans, por lo que la banda sonrió, Row aprovechó una pausa para sacar fotos con su celular y Boyd agradeció a la audiencia en más de una ocasión, tanto por escuchar como por mantener al disco vivo por más de 20 años. En tanto, los presentes llegaron a corear pidiendo la Gaviota. Complicidad total.

El cierre del concierto estuvo centrado en los hits de Incubus, coronando la experiencia a partir de temas tan celebrados como la intensa “Anna Molly” (Light Grenades, 2006), la nostálgica “The Warmth” (Make Yourself, 1999) y la explosiva “Vitamin” (S.C.I.E.N.C.E., 1997), que se saltó de principio a fin, junto al excelente cover de la canción “Glory Box” de Portishead. Esta última siguió los homenajes que la banda realizó durante la noche a artistas como Phil Collins e incluso Rihanna, con un guiño a su “Umbrella” antes de tocar “Under My Umbrella”.
La sólida y celebrada conclusión se enfocó en “Pardon Me”, el primer gran hit de la banda, junto a su canción más icónica, la coreada “Drive”, ambas del disco Make Yourself que sellaron una exitosa primera presentación en Santiago. Una que dejó en claro que, más de dos décadas después, Incubus siguen siendo una banda con la capacidad de emocionar y conectar con su público de manera genuina.
Eso es algo esperable de una sesión centrada en un disco tan popular, pero igualmente es gratificante como una experiencia musical completa, sólida y, por cierto, impredecible en el mejor de los sentidos. Porque más allá de la nostalgia y el peso de su legado, Incubus demostró que sigue siendo una banda que es capaz de reinventarse sobre el escenario sin perder la esencia que los convirtió en un referente. Así, este primer show en Santiago no solo celebró la vigencia de Morning View, sino que también reafirmó lo mejor de la música en vivo.

Incubus presentará sus dos siguientes shows en el Movistar Arena este 4 y 5 de abril. Ambas tienen sus entradas completamente agotadas.