El políglota de Viva el Lunes: La historia detrás de una caída inolvidable

Corría 1997 cuando se presentó en el programa Ziad Fazah, un hombre récord que se jactaba de hablar 58 idiomas. Para comprobar sus credenciales, el equipo liderado por el director Gonzalo Bertrán, le preparó una prueba sorpresa que casi mató de los nervios al invitado, disparó el rating y creó un momento icónico de la TV chilena.

—Él es un políglota: habla y escribe 58 idiomas, aunque ustedes no lo crean —anunció la animadora de Viva el Lunes, Cecilia Bolocco.

Con esa presentación, el invitado quedaba de antemano posicionado por las nubes. Y, como si no fuese posible aumentar más las expectativas, respaldó los pergaminos del invitado al tomar el Libro de los Records Guinness de 1996 y mostrar su nombre inscrito: Ziad Fazah, libanés de 44 años, residente en Río de Janeiro, Brasil.

—La verdad, nací con un talento divino —aseguró él con aportuguesado acento. Fueron las primeras palabras que dijo en el estudio.

La cualidad del sujeto había sido descubierta seis años atrás, el 30 de julio de 1991, cuando fue probado en una entrevista que dio en Atenas, Grecia, cuando sorprendió al público hablándole en sus lenguas nativas. Dicha instancia le permitió inscribir su nombre en el libro de los récords mundiales.

Pero esta era otra noche: la del 7 de julio de 1997 en el mítico programa de Canal 13, conocido como "el estelar de estelares". Como siempre, el show era en vivo.

Todo podía pasar.

En busca de un personaje diferente

"A mí me invitó un hombre de Argentina, y él fue quien me traicionó mucho", recordó Fazah a La Cuarta en 2020. "Es que un políglota, por más que se maneje en muchos idiomas, si no los practica puede olvidarlos. Me dijeron que iba a ser una entrevista en español, pero después las cosas cambiaron".

El libanés había ido a Chile con una sola intención: mostrar en televisión, ante millones de personas, que era un "verdadero políglota, que aprendió en tres años las distintas lenguas". Pero no estaba en sus planes enfrentarse a "idiomas tan difíciles, que hace mucho tiempo no practicaba".

—La verdad, fue un bochorno gigante —recordó.

En Viva el Lunes, durante la semana previa a cada capítulo, el equipo tenía reuniones prácticamente todos los días, hasta cerca de las 10 de la noche. Era en esas jornadas cuando distintos empresarios y managers llamaban a la producción del programa para ofrecer artistas de la talla de la actriz Sophia Loren, Jean-Claude Van Damme o la cantante Christina Aguilera.

Los invitados que iban "dependían de lo que estuviera disponible en el mercado", recuerda a La Cuarta Jorge Guzmán, asistente de dirección que, durante cada capítulo, se sentaba al lado del mítico director Gonzalo Bertrán. "Cada semana había que parar un artista, un número extraño, o una variedad. No se escogían por algún motivo en particular, sino que se escogía por disponibilidad".

Luego de reuniones con discusiones y votaciones para elegir a quién traer, muchas veces la extrañeza era un criterio decisivo. Así fue como, en esos años, estuvieron los hombres más alto y más bajo del mundo, "el hombre calculadora" o las "gemelas que se leían la mente". Y fue en esa sección donde tuvo cabida un personaje que llevaba seis años en el libro de los récords.

"Gonzalo (Bertrán) siempre trataba de traer personajes que fueran diferentes, cosa que al día siguiente dieran qué hablar, que la gente los comentara en la oficina", dice a La Cuarta Alejandra Del Río, asistente de producción en esos años. "Para él la sintonía era importante, pero sobre todo que la gente hablara de Viva el Lunes".

"No fue una encerrona"

Ziad Fazah, el "políglota", fue ofrecido por el representante argentino, Cacho Améndola, quien también trajo a Chile a figuras como Raphael o Xuxa. Él es "muy simpático, muy divertido, pero, como todos los argentinos, tiene esa cosa de labia, medio chantini", recuerda a La Cuarta Rodrigo Súnico, quien en esos días era tercero en la línea de asistentes de dirección. "Pero era un gallo genial, un tipo que nos ayudaba siempre en todo".

La propuesta le interesó al equipo. "Igual era extraño tener sentado en el estudio un gallo que hablaba todos los idiomas", dice Guzmán. "Y nosotros habíamos visto videos de él en otros lados, porque nunca se compraba nada sin chequearlo. Y el tipo respondió super bien en otros escenarios".

A ese perfil de personajes, el equipo los veía en un VHS que mostraba la rutina del potencial invitado. "Y muchas veces eso era lo que comprábamos", comenta Alejandra Del Río. "No era muy amplio el espectro para mirar".

Álvaro Salas, co-animador del programa, recuerda que el "políglota", antes de visitar Viva el Lunes, "tuvo una actuación soberbia" en una entrevista con la animadora Susana Giménez para la TV argentina. "Pero da la impresión como que él pasó las preguntas que le hicieron, y estaba como libreteado un poco el programa".

Pero el equipo de Canal 13 no quería dejar esa impresión al público.

"Y no fue una encerrona ni nada", dice Salas, quien recuerda que el célebre director de programa, Gonzalo Bertrán, pensó algo así como "si el libro de Records Guinness dice que habla todos esos idiomas es porque debe ser verdad".

Según Súnico, al director le interesaba entender cómo funcionaban los talentos de esos peculiares invitados, ponerlos al límite para saber su "truco". Si el "políglota" quería lucirse, tendría que hacerlo en grande. "Y yo me asusté, porque, claro, Gonzalo era cabrón y a Gonzalo le interesaba la sintonía. Lo que ponía en pantalla tenía que marcar un peak de sintonía".

Entonces si el desafío era que "El señor habla cualquier idioma del mundo", "dijimos 'ya po' a ver si es tan chorito, hagámoslo'", recuerda Guzmán.

Tejiendo la prueba

Y así fue como el director le pidió al equipo de producción periodística, liderado por Isabel Bórquez y Carolina Narbona, que contactaran a distintas personas "que tuvieran un perfil serio, no farandulero, para que participaran en la formulación de las preguntas en los idiomas", recuerda Bórquez con La Cuarta.

Y así iniciaron las llamadas telefónicas a embajadores, profesores y agregados culturales. El "políglota" sería puesto a prueba por hablantes nativos de los respectivos idiomas.

"Ufff... había que convencerlos para que vinieran, pero contándoles el contexto, y diciéndoles de qué se trataba, explicándoles cuánto duraría la intervención", relata. A ninguno de esos invitados se les pagó, todo fue voluntario.

—¿Nos acompañarían? —les preguntaban las periodistas, y les decían quién era el invitado y de qué se trataría el show.

El director quería que la manera de intervenir con Ziad Fazah fuera lo más seria posible. "Nosotros mismos no conocíamos las preguntas", dice Bórquez. "De hecho, hasta el último minuto, nadie sabía quiénes serían las personas que irían a hacer las preguntas: solo lo sabía yo, el director y el equipo periodístico".

El libanés no se imaginaba el desafío que le esperaba. El equipo de Viva el Lunes era muy hermético, todo se hacía a puertas cerradas. Entonces, para calmar las ansiedades externas, "nosotros decíamos 'sí, OK, le vamos a hacer una entrevista para que nos muestre su talento'", relata Súnico.

Hombre récord y nada más

El argentino Cacho Améndola habría aterrizado en Santiago el mismo lunes del programa y —según recuerda Súnico— habló con Bertrán, quien le explicó en líneas generales cuál sería la dinámica con el "políglota". Y el manager se habría preocupado, porque le había "vendido" otra propuesta a Fazah: solo una entrevista. Y ahí el director le habría dicho que el programa era de él y, por lo tanto, lo haría cómo él y su equipo quisieran, no a placer del invitado.

Bertrán "no permitía que nadie le moviera nada: lo que él decía se hacía'', comenta Súnico. "Y Cacho Améndola se debe haber callado: por eso el 'políglota' después dice que lo traicionaron".

Porque hasta el momento que se subió al escenario, Fazah creía que solo se trataría de una conversación, quizá incluso distendida.

Y del "políglota" casi no había información. No era fácil hacerse una noción de cuánto sabía o no. El equipo periodístico siempre buscaba datos de los invitados en recortes de El Mercurio, La Tercera y Revista Vea. Las periodistas solo encontraron un par de publicaciones, el artículo del Record Guinness y el certificado del premio. Y al bucear en el incipiente internet, no había nada.

"No era un personaje público", comenta Isabel Bórquez.

Con Bertrán, se ensayaban todos los episodios el mismo día en la tarde. Siempre, con el libreto en mano para afinar los últimos detalles. Pero ese 17 de julio Ziad Fazah no estaba en el ensayo, recuerda Guzmán. "Y claro, le trajimos lenguas muertas", comenta. "Los que estaban ahí hablaban en marciano".

Los embajadores que invitó la producción no eran hablantes de, por ejemplo, alemán, portugués o francés, que son lenguas más comunes. "Pero tampoco eran idiomas super rebuscados", detalla Bórquez.

Más que mal, ellos habían "comprado" a alguien que hablaba 58 idiomas

Si el "políglota" era lo que les habían vendido "habría sido increíble que pudiera hacerlo", comenta Guzmán. "En todos los escenarios, lo hubiera hecho bien o mal, el tema nos servía a nosotros muchísimo".

La gran sorpresa

Llegaron las 22:00 y el programa arrancó, en vivo para todo Chile. Entre los invitados se encontraban los futbolistas Iván Zamorano, Marcelo "Tobi" Vega, el humorista Coco Legrand y el cantante Alberto Plaza.

Poco antes, fuera de cámara, Álvaro Salas se saludó con el peculiar invitado libanés y lo felicitó por su talento, aunque no le pidió ninguna foto.

En tanto, Bórquez estuvo con él mientras lo maquillaban. "El caballero era bien agradable, muy simpático", recuerda. "Yo creo que no sabía que lo dejarían como al descubierto".

Ya al aire, la animadora Cecilia Bolocco procedió a presentar a Ziad Fazah, el "políglota". Luego de enunciar sus reconocimientos, ella junto a Kike Morandé y Álvaro Salas le hicieron algunas preguntas. El libanés contó que ya en su adolescencia había aprendido inglés, árabe y francés, y —según dijo— en muy pocos años ya se manejaba con los 58 idiomas oficiales alrededor del mundo.

—… Pero nosotros hemos invitado a la platea de nuestro programa a algunos extranjeros residentes en nuestro país —anunció Bolocco—, que irán conversando con usted, Ziad, para ver sus habilidades lingüísticas.

—Perfectamente —respondió él.

En la primera fila del público, había más de una decena de personas oriundas de distintos continentes, como Europa, Asia y África. La imagen resultaba, por lo bajo, desafiante, una suerte de Torre de Babel.

El primero en hacerle una pregunta fue Sami Salem, funcionario de la embajada de Egipto, quien le hizo la primera consulta, y que la repitió a petición de un ya inquieto Fazah. Tras ello, el "políglota" procedió a responderle en el supuesto idioma respectivo.

"Habla en árabe con dialecto libanés, no en egipcio", comentó Salem. Fazah había tenido que recurrir a su lengua natal para sortear esa primera etapa.

Pero la prueba recién comenzaba. Porque vino el turno de la periodista de Finlandia, Auli Leskinen, quien hizo su consulta en el idioma escandinavo. Cuando Fazah le respondió, ella comentó: "Nos perdimos bastante en lo que le pregunté… Pero quiero decir que comprendí lo que me dijo: habló finés".

El público hizo algunos aplausos de apoyo, Kike Morandé mencionó qué "el finés es bastante difícil" y Álvaro Salas hizo un chiste para distender.

Hasta ese momento, había sorteado a tropezones los primeros dos primeros idiomas. Y se lo veía incómodo; con su mano se peinaba el poco pelo que le quedaba.

En un switch, en el segundo piso, la gente del equipo estaba "así como: 'chucha, aquí va a quedar la cagá'", recuerda Rodrigo Súnico, quien escuchaba las instrucciones que daba Bertrán para poner en pantalla las gráficas que presentaban a los invitados extranjeros. "Pero estábamos todos super nerviosos".

En tanto, sentado al lado del director, Guzmán no podía creer lo que empezaba a pasar. "¡¿Qué vamos a hacer?!", pensó.

Y ahora, con los años, recuerda: "Ese fue un número que traía un empresario; entonces lo primero que se me vino a la cabeza fue: 'cagó este weón'. El políglota no era ni la mitad de lo que él decía que era".

El punto de quiebre

Pero las etapas anteriores parecerían fáciles ante lo que se venía. El productor cinematográfico, Ardullah Omnibar, que hablaba persa, quería prevenir que el libanés se "carrileara" en materia de idiomas, así que prefirió no hacerle ninguna pregunta: le hizo leer un himno escrito en el idioma iraní.

Fazah, ya con una leve sonrisa nerviosa, aceptó el desafió y leyó. Cuando terminó, Ominarbar dijo:

—Conoce los alfabéticos del idioma arábigo. Pero el farsi (persa) es otro idioma. Yo diría que pudo leer 5% de lo que representa el idioma farsi.

Al recordar ese momento en 2020, Fazah, dijo que "estoy seguro que el hombre que me hizo leer uno de los mensajes, sentía envidia de mí".

Ahí los animadores empatizaron con el políglota y mencionaron que quizá el desafío del persa había sido muy complejo. Aunque luego, ante la intervención de un exentrenador olímpico de la Unión Soviética, Stanislav Bosniak, quien le hizo una breve pregunta, tampoco acertó.

—No me avisaron con antelación que habría esos idiomas aquí —se excusó Fazah—. Yo hace más de veinte años que no estoy practicándolos.

Ya empezaba a transpirar, lucía incómodo, frágil.

Parecía que los diálogos con el persa y con el exsoviético lo habían debilitado. Después, otro de los invitados, Coco Legrand, le hizo una pregunta en inglés para probar si se manejaba con esa lengua más común. El público se rió.

El desafío ya llevaba quince minutos al aire, momentos que hacían eternos para el angustiado participante.

Y vino lo impensado

De esa noche —cuando no eran competencia el TV cable ni las plataformas de streaming como Netflix—, Álvaro Salas recuerda con La Cuarta que el director les "decía 'sigan nomás y háganle más preguntas'. Había que dilatar en su momento. Para qué estamos con cosas, seguramente mucha gente estaba en la casa diciendo: 'Pongan Viva el Lunes'".

Y llegó un momento en que, en el switch, en el segundo piso, donde se encontraba el director, pasó lo inesperado: a Bertrán le dio un ataque de risa. Las carcajadas no se detenían, incluso le caían lágrimas, según recuerdan distintos integrantes del equipo, quienes quedaron extrañados ante el momento.

"Y era raro verlo reírse tanto, porque generalmente Gonzalo dirigiendo era súper serio", relata a La Cuarta el periodista Alberto Fouillioux, quien se encontraba en el mismo lugar que el director, revisando cómo iba el rating. "En el fondo él le dio el giro: como fracasó la promesa, lo llevó hacia el humor. Y decía que le siguieran preguntando, y tiraba tallas, y le decía a los animadores que le preguntaran tal cosa. Y empezó a armar un show con el error".

Fouillioux piensa que Fazah "sabía idiomas, pero no sabía todo lo que decían que sabía".

"Entonces, por eso fue muy raro que con el 'políglota' se cagara de la risa, porque (Bertrán) era un tipo super perfeccionista, que exigía el 200%. No hacía nada para ser segundo. En un momento, debe haber dicho 'me vendieron a un chanta, pero aquí me hago la gloria'", declara Súnico. "Porque eso fue".

Y aunque los integrantes de ese equipo ya no recuerdan el rating exacto, este sí superaba los 40 puntos, cifra que aun en esa época era alta. Alejandra Del Río estaba con lápiz y calculadora para saber cuánto estaban promediando en las televisiones del país.

La audiencia se disparaba y Del Río no tenía mucha opción de reírse, porque debía ir anotando minuto a minuto cómo iba el rating. No había respiro. "Entonces si me distraía, perdía", relata. El director le daba un codazo y le preguntaba:

—Ya, chica, ¿cómo vamos?, ¿cuál es el promedio?

Y ahora ella comenta: "A mí me daba más risa ver a Gonzalo, porque uno estaba acostumbrado a verlo serio, enojón, cuando estábamos en programa".

La gran muralla china

Luego vino un idioma que, minutos antes, Fazah calificó como el que más le había costado aprender.

El consejero cultural de la embajada china, Xu Sigui, le preguntó en mandarín: "¿Qué obra humana en la Tierra se ve desde la Luna?". El políglota, al intentar traducirlo, dijo que el diplomático le había dicho: "¿Dónde aprendió los conocimientos del idioma chino?".

El asiático de inmediato dejó en evidencia su error.

"El que me habló en chino mandarín lo hizo súper rápido, para que no le entendiera", rememoró Fazah en 2020 sobre ese momento. "Fue una gran trampa para derrumbarme".

—Parece que vamos a tener que practicar un poco más, Ziad —le dijo el animador Kike Morandé tras fallar con Xu Sigui —O a lo mejor nos fuimos por lo más difícil.

De ese momento, Salas recuerda que "yo estaba ahí como para echar la talla o alguna otra cosa, pero de verdad, en ese momento me dio como una incomodidad increíble, de tratar de estar con él, de apoyarlo, pero tampoco teníamos cómo".

"Uno se pone en el lugar de la persona", continúa el animador. "Lo pasó muy mal, él transpiraba", copiosamente, las gotitas le brillaban en la frente.

Tres meses antes, el 7 de abril, Diego Maradona había sido uno de los invitados estelares a Viva el Lunes. Pero solo alcanzó a estar unos minutos: sufrió una descompensación en el canal.

A 24 años de ambos sucesos, los integrantes del equipo recuerdan que el "políglota" sudó aún más que el ídolo argentino. "Se pudo haber ido a la clínica con crisis de pánico", comenta Súnico.

A esa altura, el rating ya debía estar cerca de los 50 puntos.

"¡Viva el Lunes!"

Después el turno fue de la periodista griega, Jrici Stefarikis.

—Pregúntele lo que quiera en griego —dijo Álvaro Salas—… Pero suavecito.

Kike Morande mezclaba el humor con comentarios de apoyo como "dicen que el griego es el idioma más difícil del mundo". En tanto, Cecilia Bolocco, visiblemente preocupada, intentaba salvar la actuación de Fazah, aunque no era mucho lo que podía hacer.

Y finalmente fue el turno del representante de la India, Nick Telangi. Fue una frase breve, una que el "políglota" tampoco pudo descifrar:

—No me acuerdo

El indio dio la traducción:

—¡Viva el lunes!

Y ahí ya vino el momento en que —según recuerda el periodista Fouillioux— en que Bertrán le dijo a la animadora:

—Ya, Cecilia, estamos estamos, estamos —como para que pararan.

Y Alejandra Del Río concluye: "La Xuxa y el 'políglota' son los eventos en que yo vi a Gonzalo reírse más en su vida. Esos dos hitos".

Carne de cañón

La idea no era que Fazah lo pasara así de mal, recuerda la periodista Bórquez, quien piensa que, en medio del escenario, el "políglota" estuvo al borde de sufrir un síncope, la pérdida pasajera del conocimiento que va acompañada de una paralización de los movimientos cardiacos y de respiración

"Era mejor no seguir haciéndole las preguntas; podía pasar algo malo, porque el gallo estaba descompuesto, lo pasó pésimo", dice ella.

Pero, sobre todo, el rating fue una razón crucial para sacar del aire a Fazah. "Lo que hacía Gonzalo es que cachaba cuándo empezaba a bajarle el promedio, y cambiaba la sección o terminaba el programa", cuenta Fouillioux. "Bertrán era super winner, para él era distinto marcar 40 puntos y 38 puntos".

Jorge Guzmán menciona que Viva el Lunes fue el antecesor de Vértigo, por lo que la actuación del "políglota fue parte del circo" del programa.

"Cualquier cosa que pudiera suceder sobre el escenario era carne de cañón. Se usaba para subir el rating, para que al otro día saliera en la prensa", reflexiona el asistente de dirección de ese entonces. "Vivíamos en eso, vivíamos buscando el titular al otro día. Vivíamos preocupados del rating, de ser los primeros. Siempre fuimos los primeros. Y conservar eso no a costa de lo que fuera, pero cuando pasaban esas cosas había que aprovecharlas".

En octubre del 2020, en una entrevista a Canal 13, Cecilia Bolocco, supuso que el director pensó la puesta en escena para que tuviera ese desenlace: "Creo que él armó esto de una manera extraordinaria". Mientras los animadores manejaban en vivo la situación del libanés que "no le achuntaba a una, Gonzalo se reía a carcajada limpia en el sono".

"Gonzalo hizo que esto durara mucho", declaró ella. "Porque ya, bueno, se equivocaba una vez, otra y otra", relató. En tanto, el director le decía por los audífonos:

—Sigamos no más, sigamos…

Al ser en vivo, Guzmán comenta que "si el tema funcionaba, se quedaba, en las condiciones que estuviera". Y cuando el rating ya empezaba a bajar, "nos íbamos nomás".

Bertrán "muy ofuscado"

Pero no todo habría sido risas una vez que el capítulo terminó. Porque, en lo que respecta a la billetera, la producción no había pagado para un invitado que se equivocaba sin parar.

"Era un fraude, tanto así, que Gonzalo dijo en un minuto que no se le pagara los honorarios que se habían comprometido", dice Bórquez, aunque no sabe cuál fue el desenlace de eso, porque los contratos con artistas los veía exclusivamente él y el productor general, Claudio Vukovic, ambos fallecidos en 2001 y 2011, respectivamente.

Las dos emblemáticas figuras de Canal 13 resolvían los temas contractuales de los invitados a través de un fax: recibían y cerraban las propuestas por esa vía. Los únicos que tenían acceso a ese dispositivo eran el productor, el director y una secretaria. "En ese sentido, Vukovic no dejaba que nadie supiera las cifras de nada, nunca", dice Alejandra Del Río.

Pero ese día, Bórquez vio a Bertrán "muy ofuscado y hablando con él, diciendo que no se le iba a pagar", recuerda.

"Claro, te vendieron una cuestión que no era, si en esa época se pagaba", relata Alberto Fouillioux. "Es como que te traigan un gallo que es malabarista y se le caen las pelotas, y se le caían todo el rato". Pero aun así el periodista supone que se pagó lo comprometido.

"Tal vez ahí, (Bertrán) aprovechó para negociar el precio y bajarlo", supone Súnico. "Pero Gonzalo en ese sentido era un gallo derecho".

Él piensa que el director se río mientras el show transcurría, pero que después habló con el empresario argentino, Améndola, y le dijo que el "políglota" no valía los dólares que habían pactado. "Porque en el fondo le gustaba dejar en claro que a él no le venían con cosas", comenta.

Del Río tiene el recuerdo de que, cuando terminó el capítulo, bajó del switch y ella habló con Cacho Améndola, quien "estaba así como desesperado y, de hecho, lo único que quería era que volviera a aparecer el 'políglota'", y gratis si era necesario.

Ella también tiene en mente la imagen de Fazah diciendo algo así como: "No sé qué me pasó, nunca me había pasado esto".

Por supuesto, después el invitado se fue con apuro a su hotel, evitando las palabras, porque a esas alturas "no entendía ni el español", comenta Salas entre broma y en serio.

Aun así, todo apunta a que se llegó a buen puerto. Los empresarios como el trasandino eran "personas cercanas al equipo, porque generalmente ellos manejaban a los humoristas argentinos y algunos cantantes", dice la periodista Bórquez. "Entonces eran gente con la que uno igual tenía un vínculo, y perjudicarlos porque les vendieron a un chanta era como injusto".

Las últimas risas

Y probablemente el acuerdo incluyó una revancha, porque meses después Ziad Fazah volvió a pisar el estudio de Canal 13, aunque en esa ocasión ya con una lista más acotada de idiomas. "Y así era: lo que le daba leche, Bertrán le sacaba punta hasta que no daba", comenta Súnico entre risas.

Aunque el segundo desempeño del libanés fue mejor, los integrantes del equipo recuerdan que, aún así, pasó raspando, con un 4.0... apenitas.

Álvaro Salas no siente que el "políglota" haya sido "chanta ni nada de eso. Yo creo que se debe saber las palabras claves. Puede viajar por el mundo y en todas partes va a saber pedir una comida o saludar, pero no para conversar".

Sin embargo, después del capítulo del 17 de julio, cuando ya se superaba con largueza la medianoche, los integrantes del equipo, como era costumbre, partieron al restorán Tip y Tap de San Crescente 90, frente a la Municipalidad de Las Condes, local donde les tenían un espacio guardado y asistían los animadores y los equipos de dirección, producción y periodístico.

Esa vez, destacándose de otras ocasiones, los integrantes del equipo recuerdan que todo transcurrió con muy buen humor. Cuando Súnico recién vio el inicio de la participación del "políglota", pensó que después la ida al local no estaría tan distendida, "porque cuando (Bertrán) estaba malgenio, hacía ver su malgenio. Pero no, todo lo contrario: estaba cagado de la risa".

Según Fouillioux, los animadores, que en pantalla debían guardar cierta compostura, también se rieron ya en la privacidad del Tip y Tap. Además, el rating había andado bien. Tiraban la talla. Pero, claro, junto a la comida y a los bebestibles, también se dialogaba lo que había pasado, y "conversábamos lo que íbamos a hacer para adelante", recuerda Guzmán.

Mientras la tertulia avanzaba, Bertrán, con una letra casi indescifrable, anotaba en una servilleta las ideas que iban surgiendo para un próximo capítulo. Y es que se acercaban las 5 de la madrugada, partía otra semana, y el "políglota" ya quedaba atrás.

El show debía continuar.

https://youtu.be/9-N_Xl9DyGs

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