Protestas y un salto mortal: el recordado piscinazo de Kika Silva como reina de Viña 2017

No fue fácil. El acto debió reprogramarse por las manifestaciones al lado del Hotel O'Higgins. Al final, el icónico lanzamiento quedó para el día siguiente, cuando las aguas se calmaron y la rubia pudo moverse con destreza ante las cámaras. El salto, por así decirlo, dejaría a todos boquiabiertos. "Fue increíble y lo di todo", cuenta Kika al diario pop.

El panorama es tenso. Todo está preparado para el sábado 25 de febrero del 2017, pero el gran salto de la modelo y conductora de TV, Kika Silva, se retrasa. Pasan una, dos y hasta tres horas. Y la espera se alarga.

A pocos metros, desde el estero Marga Marga, los pobladores del campamento "Felipe Camiroaga" han iniciado una protesta frente al Hotel O'Higgins. Es la única opción que tienen para llamar la atención, para visibilizar las exigencias de 900 familias: casi no tienen suministro eléctrico y apenas les llega agua a sus viviendas. Su objetivo es hablar con la alcaldesa, Virginia Reginato.

—Que dé la cara —dice a la prensa uno de los manifestantes—. Lo único que queremos es una reunión.

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Por momentos, en el recinto las cosas se complican. Algunos de los participantes rompen un cartel publicitario y lanzan proyectiles a la piscina. Todo se vuelve más complejo cuando ordenan a Carabineros desalojar el sector. No hay chance, el piscinazo deberá suspenderse. Contra los pronósticos, Kika Silva ve que no será la protagonista, que tendrá que esperar para el día siguiente.

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Su "generalísimo", Álvaro Reyes, más conocido como "Nachito Pop", habla en nombre de la conductora. Dice que está "muy tranquila y sacándose el maquillaje".

—Nunca se esperó algo así, pero de todas maneras hay que bajarle el perfil a la situación —comenta a los micrófonos y cámaras.

"Fue un año especial", recordará Kika cuatro años después, entrevistada por La Cuarta. El piscinazo se canceló "debido a la población de Valparaíso" que exigía ciertas demandas al municipio. "Entonces, la verdad que haber dado esa oportunidad, de que ellos pudieran alzar la voz y hayan sido escuchados, también en el fondo es algo positivo, creo yo", dice ella hoy.

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En el aire

A la mañana siguiente, el sol se cuela entre las nubes, y brilla, aunque no como ayer. Entre palmeras, y enfundada en una bata de seda naranja con bordes morados, aparece Kika Silva. Levanta el brazo y pone el pulgar en alto para saludar a los periodistas, agolpados al borde de la piscina.

En el futuro, recordará con el diario pop ese momento con "mucho nerviosismo". Además, mencionará que, días antes, "la competencia fue muy peleada, pero me sentí muy acompañada con el canal y halagada de haber competido contra la Gala (Cardirola)".

Despacio y con gracia, baja los escalones para ir hacia el agua. De repente, empieza a sonar música electrónica, una canción de Major Lazer con Sean Paul. Y el baile arranca.

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Kika Silva se quita la numerosa prensa y deja al descubierto un elegante bikini negro. Entran en escena cuatro bailarines, que visten una especie de taparrabos y tienen el cuerpo con rayas de pintura, asemejándose a los habitantes de una jungla inventada.

Durante poco más de un minuto, Kika y el cuarteto de hombres se mueven con habilidad: giran los hombros, sacuden las caderas, suben y bajan los brazos uno tras otro, como un dominó. El clímax llega cuando los cuatro sujetos levantan a la modelo, que pareciera flotar ante las cámaras y, una vez arriba, acostada en el aire, se contorsiona con estilo.

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Al fondo, auspiciado por una marca de cecinas, alguien disfrazado de completo con mostaza, baila con simpatía. Tiene una capa y una corona, convirtiéndose no solo en una caricatura, sino en el rey de algo, quién sabe de qué.

La producción lanza un humo que pareciera tener por objetivo "subir la temperatura" al show, aunque más se parece a la niebla típica del litoral por las mañanas.

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En tanto, la música llega a su clímax y, con ello, el baile llega a su fin. Kika y los otros cuatro bailarines quedan detenidos en estilosas posiciones, siendo ella la que destaca con sus brazos en alto.

Ha llegado el momento.

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El arte de improvisar

Kika da algunos pasos al borde de la piscina. Saluda y guiña un ojo. Avanza un poco. Se para en punta de pies. Posa con actitud, enfrenta a las cámaras con comodidad. Mueve su rubio pelo. Sonríe.

El escenario es de ella. Y lo sabe.

Luego, el locutor arranca la cuenta regresiva. "¡A la una!…¡Aaaa las doos!... ¡Y! ¡Y! ¡Y¡... ¡Y a las treees!", grita la voz por el micrófono.

Y Kika no lo duda, corre, no necesita vuelo ni pensarlo demasiado, porque sabe cómo hacerlo. Extiende los brazos sobre su cabeza y se lanza al agua con un clavado, sobrio, soberbio. Por un momento apenas se entrevé su figura bajo el agua.

Pero después emerge y nada como si no hubieran decenas de sujetos con sus ojos, con sus cámaras, captando cada movimiento de la modelo. Flota y, cada tanto, bracea de espaldas, parece divertirse. Luego hace un gesto con los dedos, los hace girar, como proponiendo repetir el acto.

Y así lo hace. Sale del agua y, ahora mojada, se vuelve a poner en posición, mientras el locutor entona: "¡Otro, otro, otro!". Pero Kika no tiene tiempo para hacerse de rogar y corre otra vez en busca de un segundo salto. Pero ahora es distinto, porque quiere quedarse con toda la gloria, hacer lo inesperado. Nunca lo ha hecho, pero qué importa. Ya está decidida. Y mientras se acomoda el bikini, toma impulso y, mientras se eleva, encorva su cuerpo para dar un heróico giro en el aire. Así, cae al agua tras ejecutar un magnífico mortal.

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"Increible"

Ya rodeada de aplausos, sale otra vez a la superficie y se acerca a los micrófonos de los periodistas. "¡Cómo estamos!", dice.

Alguien le pregunta por su opinión sobre el día soleado que hay hoy en cielo, a diferencia de la jornada anterior:

—Increíble, justo salió el sol. Así que estamos con suerte parece —responde Kika.

Aunque en el lugar el ambiente es de celebración, Kika sabe que afuera, en distintos puntos del país, hay una emergencia declarada: el crecimiento de ríos y esteros ha producido aludes que han afectado viviendas y que —según la Onemi— han dejado a víctima fatal hasta el momento.

—Estamos cerrando una fiesta, pero no podemos celebrar tanto, tenemos que hacer algo más austero —respondió—. Hay que hacerlo de otra manera.

Alguien se acerca y le pasa la corona a ella, que es la reina de Viña 2017. Pone sobre su cabeza la brillante y plateada pieza, y la luce frente a los presentes. Luego alguien le pregunta por el mortal que acaba de realizar y ella, como si anunciara una lema de vida, responde:

—Fue de improviso pero parece que salió.

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Mirar atrás

Cuatro años después, para ella "es un muy lindo recuerdo en mi vida laboral".

—Al ver hacia el pasado, ¿cómo sientes que fue tu reinado?

—Tengo muy buenos recuerdos de mi reinado, de verdad, del apoyo de los periodistas, del apoyo de la gente, del apoyo del canal y del equipo que estuvo conmigo día a día. Fue un trabajo en equipo. Son esas cosas intensas, cansadoras, que después te dejan recuerdos muy interesantes.

Y, ante la pregunta de si volvería a participar en el certamen, su respuesta es rotunda: "No, solamente porque ya participé una vez: chiste repetido sale podrido y no sería lo mismo".

Aun así, "la primera fue increíble y lo di todo".

Mira las fotos de la reina Kika Silva

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