Raúl Ruiz es considerado como uno de los directores chilenos más importantes de la historia. El cineasta y teórico del cine desarrolló una prolífica carrera tanto en Chile como en Francia y Portugal, ganándose el aprecio de la crítica.

El director dejó una impresionante obra con más de 100 películas, entre largometrajes, cortometrajes y documentales. Lo cierto es que nadie sabe el número exacto, ya que algunas nunca fueron terminadas o exhibidas.

Tras el Golpe de Estado de 1973, el director y cineasta se radicó en Francia donde continuó expandiendo su legado y exportando su arte hasta las tierras europeas. Llegó a ser el único realizador chileno al que la prestigiosa revista “Cahiers du Cinémá” le dedicó un número especial, en 1983.

Nacido el 25 de julio de 1941 en Puerto Montt, Raúl Ernesto Ruiz Pino fue hijo de un marino chilote y una profesora de castellano y matemáticas, detalla el diario El Llanquihue. En su juventud, ingresó a la Universidad de Chile para estudiar Derecho, donde conoció a José Román -crítico de cine y guionista- a quien ha apuntado como el responsable de que se interesara en el cine.

Posteriormente, el director se vinculó al teatro en la Universidad de Concepción y realizó algunos montajes junto al grupo “El Cabildo”. Según dice el mito, Ruiz había escrito unas 100 de obras.

Uno de sus primeros proyectos audiovisuales fue el cortometraje “La Maleta”, el cual quedó inconcluso en 1963. La cinta se consideraba como “pérdida”, hasta que se encontró el material original sin montar en 2007. El director trabajó junto al director de fotografía Inti Briones en el montaje y la película fue estrenada en 2008, consignó la Universidad Católica de Valparaíso.

En 1968, Raúl Ruiz realizó su primer largometraje “Tres Tristes Tigres”, inspirado en la obra de teatro homónima de Alejandro Sieveking. Esta cinta ganó el premio Leopardo de Oro en el Festival Internacional de Cine de Locarno al año siguiente.

Desde ese momento en adelante, el director grabó una impresionante cantidad de películas durante su carrera. Cintas como “La colonia penal” (1970), “Nadie dijo nada” (1971), “El realismo socialista” (1973) y “Palomita Blanca” -aunque ésta se estrenó en los noventa, tres décadas después de ser filmada-, entre otras.

Durante la época de la Unidad Popular y Salvador Allende, el director realizó distintos documentales por encargo, como “Ahora te vamos a llamar hermano” (1972), “Los minuteros” y “Poesía Popular: la teoría y la práctica”. No obstante, el director aseguró que prefería “registrar antes que mistificar” el proceso de la UP.

El exilio

Con el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el director partió al exilio junto a su esposa, Valeria Sarmiento, y se radicó en Francia, país donde vivió hasta su muerte décadas más tarde.

Al llegar al viejo continente, Ruiz continuó con su prolífica carrera y lanzó su primera película realizada fuera de Chile, “Diálogo de exiliados” (1975). El director filmó películas como “La vocación suspendida” (1977), “Coloquio de Perros” (1977) -premio César a mejor cortometraje argumental-, “La hipótesis del cuadro robado” (1979).

En la década de los ochenta el director alcanzó notoriedad con películas como “El territorio” (1981), “Las tres coronas del marinero” (1983), y “La isla del tesoro” (1985).

Posteriormente, Ruiz realizó filmes como “Las soledades” (1992); “Tres vidas y una sola muerte” (1995) con el reconocido actor italiano Marcello Mastroianni; “Genealogías de un crimen” (1996) junto a Catherine Deneuve y Michel Piccoli; “El tiempo recobrado” (1999) con Deneuve y John Malkovich, basado en la obra “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust.

Según consignó Memoria Chile, tras el fin de la dictadura, el director regresó esporádicamente a nuestro país y por aquel entonces continuó realizando distintas actividades, dictó conferencias en universidades y escribió novelas.

En la década de los dos mil, Raúl Ruiz filmó películas como “La comedia de la inocencia” (2000) protagonizada por Isabelle Rupert; “Días de Campo” (2004) filmada en Chile; “Klimt” (2006); “Misterios de Lisboa” (2010), la última cinta que estrenó en vida y por la cual recibió la Concha de Plata a mejor director en el Festival de San Sebastián. También realizó las miniseries “La recta provincia” (2007) y “Litoral” (2008).

Durante su carrera, el director fue candidato a la Palma de Oro del Festival de Cannes en cuatro oportunidades. Fue reconocido por Berlinale con el Oso de Oro por su contribución al cine mundial en 1997, y ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Artes Visuales. Además, recibió el Premio a Mejor Cineasta del Año en el Festival de París en 1986 y el Premio del Círculo de Críticos del Arte de Chile en 2001.

Lo Ruiziano

Para Ricardo Olave Montecinos -poeta y curador del perfil de Instagram @diariosderaulruiz- la obra del director es “un cine de sueños, que abarca historias con una narrativa que parece compleja pero siempre tiene un lado comprensible. Ruiz es lúdico y surrealista, y siempre encontró la manera de hablar sobre Chile en sus películas. La forma de hablar, las historias, el buen humor para no perder la cordura, las contradicciones y adicciones”.

“Es un cine hecho con la belleza de los recursos disponibles, buscando siempre jugar con las imágenes y que el espectador vea muchas películas en una misma película. A pesar de que se le juzga como inentendible, Ruiz tuvo escuela de telenovela, y él sabía que una telenovela es un hígado que digiere cualquier historia.Es también un cine que busca siempre apelar a la infancia como el verdadero paraíso, el cual perdemos con el lenguaje al volvernos adultos. Siempre hay sombras chinas, niños buscando respuestas, fantasmas, armas, marineros, libros, personajes ensoñadores”, explica al diario pop.

A través de la cuenta @diariosderaulruiz, Olave junto al ilustrador Garvo decidieron hacer un homenaje al destacado cineasta en el marco de su natalicio. La idea era definir “lo ruiziano”. Para ello, 35 personalidades de la cultura aceptaron el desafío que explicar qué era “lo ruiziano”.

“Yo defino lo ruiziano como ‘dícese de todo lo chileno que se puede conversar y soñar’”, explica Olave. “Pero me gusta más la definición del escritor Daniel Villalobos: ‘Ruiziano es el arte del hueveo. Es una manera de hablar con amigos de larga data acerca de cosas frívolas o absurdas en un estilo que parece ridículo y serio al mismo tiempo. El hueveo es un arte mayor y, como otros oficios verbales, se vuelve más necesario y urgente con los años. Lo que significa que el hueveo está muy relacionado con la muerte, la soledad y el recuerdo inventado de la infancia’”.

El chileno “con más películas en el cuerpo” -como señala en el perfil- dejó un importante legado y una huella tanto en el cine nacional como en el extranjero.

“Es el cineasta chileno más internacional, y su trabajo está a la altura de los grandes artistas criollos. No es exagerado mirar a Ruiz en el sitial de Violeta Parra, Mistral, Humberto Maturana o Lucho Gatica”, afirma Olave.

“El maestro jugó en la primera división del cine, siendo dueño de una filmografía infinita de más de 100 películas. Ruiz compitió cuatro veces por la Palma de Oro de Cannes, el premio más importante del cine, incluso más que el Oscar. Reflejo de ello es también la invitación a la celebración de los 60 años del Cannes en 2007, donde grabó un corto dentro de una película homenaje al festival con otros brígidos”, continúa. “Sus películas pasaron por los grandes festivales del mundo, grabó en todos los continentes, dirigió a grandes actores como Marcelo Mastroianni, Jhon Malkovich, Léa Seydoux, Catherine Deneuve, Jean Reno y muchos más. Ganó el Oso de Berlín por su contribución al cine. También tuvo tiempo para escribir libros, obras de teatro, preparar exhibiciones en museos, dar clases en Harvard, Berkeley, Aberdeen y universidades francesas”, añade.

“Su mayor legado es demostrar que el arte se hará como dé lugar en las condiciones que uno tenga. No existen las condiciones perfectas. Incluso Ruiz siendo Ruiz sufría inseguridades en su trabajo, y llegó a grabar películas incluso hospitalizado. El que quiere hacer lo hará de todas formas. También su legado es ser una persona que entiende la chilenidad como ningún otro”, precisa Olave.

No obstante, el poeta explica que “el tema es que Ruiz es un artista que vivió el mismo problema que tuvo Gabriela Mistral, nunca se supo mucho lo que hacía afuera, esas noticias no llegaban a todos. En los ochenta, una revista de cine famosa como es Cahiers du Cinéma, le dedicó un número completo a su obra, cosa que no ha ocurrido muchas veces en otras ediciones”.

Según menciona Olave, Raúl Ruiz fue parte del jurado del Festival de Cannes de 2002 junto a David Lynch, Michelle Yeoh, Walter Salles y Sharon Stone. “En una entrevista con Aldo Shciappacasse se refirió a él (Lynch) como ‘el pesado’”, recuerda Olave, pero se desconoce que fue lo que pasó durante esa semana.

Otro “roce” que tuvo el chileno con un colega fue con Francis Ford Coppola, el director de “El Padrino”. Olave detalla que tuvieron un “intercambio de insultos cordiales”. “No hay fechas exactas, pero se encontraron al menos dos veces, la primera en un seminario en París. Coppola insistía que las películas seguían una receta y Ruiz le refuta diciendo por qué él usando otros métodos ya había hecho una veintena de películas. Coppola le respondió ‘porque las cosas están mal hechas en Europa’”, recuerda.

El último adiós

Durante sus últimos años de vida, Raúl Ruiz enfrentó un delicado estado de salud debido a un cáncer hepático que le fue diagnosticado a finales de 2009, antes de grabar “Misterios de Lisboa”.

Según informó La Tercera, en marzo del año siguiente, se sometió a un trasplante de hígado en Portugal. Sin embargo, durante su recuperación se cayó y se quebró una pierna. “Aunque estoy caminando un poco, la fractura me obliga a permanecer casi siempre acostado. Ha sido la enfermedad más aburrida, porque no me deja hacer casi nada”, lamentó el director.

El 19 de agosto de 2011 se confirmó la muerte de Raúl Ruiz a los 70 años. El cineasta falleció en París, Francia, pero no antes de haber grabado la película “La noche de enfrente” que se estrenó un año después de manera póstuma.

El director primero fue despedido en París, donde estuvieron presente distintas figuras como la actriz Catherine Deneuve, los actores Michel Piccoli y Melvil Poupaud, el escritor Jorge Edwards, entre otros, según consignó La Tercera. “Es un día muy triste, es alguien a quien quise mucho, alguien realmente irreemplazable”, expresó Deneuve al salir de la iglesia.

Luego, los restos de Ruiz también fueron velados en Chile. La Cuarta informó en aquel entonces que el cineasta fue despedido entre flores y aplausos en su hogar en calle Huelén de Providencia.

Pese a su partida, el legado y la obra de Raúl Ruiz sigue acrecentando gracias al trabajo de su viuda, la destacada directora y montajista Valeria Sarmiento, quien ha seguido completando en los proyectos del director. En 2017, la directora terminó “La telenovela errante” que había sido grabada en la década de los noventa, mientras que en 2020 completó el filme “El tango del viudo y su espejo distorsionador”.