—No toco la bocina, soy muy malo para tocar la bocina —admite José Antonio Neme, a sus 44 años, mientras va arriba de su auto eléctrico, un Geely EX5—. Siempre fui admirador de Japón, que allá no se toca la bocina y son ciudades muy silenciosas.

El rostro de Mega, detenido en un semáforo en rojo para virar hacia Avenida Vitacura, conversa con La Cuarta y, de entrada, analiza cómo se comporta como conductor:

—Trato de evitar el sonido, lo mismo que gritar o decirle al de al lado “¡córrase!” o no sé qué —continúa—. Trato de manejar no tan rápido, aunque me cuesta porque me gusta la velocidad como sensación; pero trato de no manejar tan rápido porque a menor velocidad cualquier variable es controlable.

En la espera de la luz verde, Neme, con una cuota de humor, admite que pierde la paciencia:

—¡Odio los semáforos de tres tiempos! ¡Los odio! Con todo mi corazón, porque nunca sé cuál es el momento para mí: son tantas luces que cambian y cruzadas.

El periodista, tras esa descripción sobre sí mismo al volante, llega a una conclusión:

—Creo que soy bastante hábil manejando: puedo mezclar la velocidad aceptable con la eficiencia y buscar el espacio.

La rutina del conductor de Mega consiste en partir temprano, a eso de las 7 AM, al matinal, donde está en pantalla hasta alrededor de las 1 PM, y de ahí la jornada “es muy variable”, describe, porque “a veces voy a grabar a productoras, a veces voy a hacer un comercial, a veces tengo que dar una entrevista o tengo que ir a probarme ropa”.

—Generalmente me ando dando vueltas por la zona centro y oriente por un buen rato hasta que llego a mi casa como a las 6 —añade.

—¿Cómo lo pasas conduciendo? ¿Te relaja? ¿Te estresa?

—Más que manejar, me gusta el momento en el auto, ir solo, escuchando música o radio, pensando: en mi mundo, en mi momento; nadie puede intervenirlo. No es que me guste tanto manejar el auto, sino más bien tener esa experiencia de estar aislado por un rato.

—Piensas harto…

—Sí, también voy resolviendo, voy dialogando conmigo mismo.

Neme también comenta que su auto “tiene masaje” y que en el camino “me voy haciendo masaje, ¡qué rico!”. Y procede a buscar en el tablero de conductor la función para que los asientos del vehículo masajeen: “Yo igual lo estoy descubriendo”, admite sobre este carro que en su versión “Pro” cuesta más casi $28 millones, según se lee en el sitio de Geely. “¡Es lo máximo!”.

—¿Qué diferencia percibes con un auto a combustible?

—Bueno, no hay sonido, tiene un sonido muy leve y agradable. Y creo que lo mejor es cuando uno pasa por una estación de servicio y ves esos precios brutales de la gasolina o del diesel y pasas de largo, ¡qué agradable! Y lo otro es que tienes todo el control de la carga en tu casa, que yo al menos tengo mi cargador en mi casa, entonces nunca más tuve problema, cacho perfecto la autonomía y lo que consumo en cada distancia. Es una joyita.

—¿Ahorras harto?

—Sí, de todas maneras, por lo menos unas 100 lucas al mes, quizá un poco menos. Es harto.

—¿Usas auto para todo?

—En la noche a veces trato de prescindir del auto, por temas de seguridad, y cuando voy a lugares donde sé que el el estacionamiento será un problema.

—¿La gente te reconoce cuando vas manejando?

—Sí. Trato de ir un poco oculto, porque a veces me da pudor y no quiero poner caras, entonces voy con anteojos grandes y un jockey. Pero en general la gente tiene súper buena vista; a veces, señoras que están lejos te quedan mirando... Tienen mejor vista que yo.

Luto nacional

Hace sólo unos días murió el destacado y querido Héctor Noguera, a sus 88 años, a causa un cáncer que se precipitó durante el último par de meses; de hecho, hasta hace sólo sólo unas semanas había estado grabando para Aguas de oro y en sus planes tenía nuevas funciones para una obra de teatro que estrenó en mayo.

—¿Qué te ha provocado su fallecimiento? Tú que te has reconocido como un eterno reflexivo sobre la muerte

—Fui ayer a saludar al Amparo (Noguera) y a la Claudia (Berger). Y cada vez que me enfrento a este tipo de cosas aparece la reflexión sobre la muerte, tan rara. Hace dos semanas estaba en el canal, o estaba grabando hace tres semanas, y hoy no existe... Pero bueno, al menos, creo yo, los artistas pueden vivir a través de su arte, y eso los hace inmortales de alguna manera, lo cual no es un privilegio de muchos. Ahora Tito Noguera entra en esa dimensión de leyenda que uno visita cada vez que ve sus escenas icónicas y sus personajes entrañables.

—A propósito de todas las reacciones, Jaime Vadell expresaba el “ir quedándose solo” a medida que fallecen los coetáneos...

—Uno va viendo cómo todos quienes te rodean se van moviendo en esa misma dirección, porque no es que vayan algunos muriendo y otros no: ves que ya no eres tan joven y quien antes era tu amigo, y que eran los dos unos pendex, ahora tampoco es tan joven y ya se está acercando a los 50, y quienes tenían 50 se están acercando a los 70, y los de 70 están en 90. Y tú dices: “Oye, el barco se mueve, huevón... el barco se mueve”.

—¿Claudia Berger, señora de Noguera, fue tu profesora?

—Sí, fue mi coach vocal y de cámara en Televisión Nacional, por eso tengo un grato recuerdo de ella. No la veía desde esa época, desde hace 25 años, y siempre la tenía muy presente y cada vez que veía a la Amparo o a la Emilia (Noguera) le mandaba saludos. Así que me sentí súper empujado a acompañarla en este momento.

El año de Neme

El 28 de octubre, el mismo día de la muerte de Noguera, se dio a conocer que Neme estaba nominado para los Copihue de Oro, compitiendo en dos categorías, Mejor Animador (ante Eduardo Fuentes, Daniel Fuenzalida, Martín Cárcamo, Nacho Gutiérrez y Julio César Rodríguez) y Rey Pop (contra Otakin, El Coleccionista, Iván González, Don Carter y Sammis Reyes).

Al menos en sus categorías, Neme entrega sus pronósticos de posibles ganadores:

—El Rey Pop yo creo que Don Carter, porque es pop. Y de Animador, me extrañó que no postularan a (José Luis) Repenning; y siempre Julio es una competencia dura.

—¿Pero este ha sido tu año?, más allá del Copihue...

—Claro, es mi año... O sea, para mí sería un honor gigante. Creo que sería de verdad un momento en mi carrera ganar un Copihue. Pero creo que no lo ganaré. Cuando la gente ganaba “copihues” siempre miraba desde mi casa la transmisión y pensaba así como: “Ay, ojalá alguna vez...”; además los da la gente, entonces es un cariño. Es un calorcito para el corazón.

—Tengo la impresión de que durante el estallido y la pandemia fue Julio César el rostro principal y ahora tú has ido ocupando esa posición...

—Siento que la televisión es súper cíclica y la gente pone atención en uno por un rato; y así como el público te quiere y te acompaña, también te abandona, y a veces sin que uno haga mucho. Creo que hay una serie de variables que uno puede controlar y uno puede esforzarse en hacer un buen trabajo, ser honesto, sincero y darle una vuelta al relato —y creo que eso lo hacemos Julio y lo hago yo—; pero hay una serie de factores que no tienen que ver contigo: el momento, la parrilla del canal y a veces hay momentos sociales que algunos interpretan mejor que otros. Entonces yo no me entrego a esos análisis: “Este fue el momento de este, y el tuyo es este, y el próximo año será del otro”, porque este es un juego donde cualquier cosa puede pasar.

—¿Cómo ha evolucionado tu relación con JC trabajando juntos en Por qué tenía que decirlo (Yuly)? ¿De conocidos a amigos?

—Éramos conocidos, nos conocíamos hace mucho tiempo, hace 25 años. Pero yo lo quiero harto a Julio, y lo admiro también mucho.

—¿Te convertirás en algún momento en una suerte de ícono como Felipe Camiroaga o Don Francisco?

—Yo creo que yo soy estoy en la galaxia opuesta a Don Francisco y Felipe Camiroaga, porque ahí hay un molde de animador y de conductor que tiene un tono, un sentimiento, una mirada, y es un conductor amable, querible, siempre feliz, muy reservado y cuidado en algunas de sus opiniones; y quizás más empático, no tengo idea: yo soy un desatado, soy un loco de atar, lo mío es muy disruptivo, muy bizarro. No sé qué tanto dure, a lo mejor es una moda y se termina mañana.

—Te mencionaba a Camiroaga y Don Francisco pensando que era otra tele, cuando ni se nombra en pantalla a los canales de la competencia; y ahora tú, por ejemplo, nombras a Julio César en el matinal...

—Ah, yo lo digo siempre. Hay que ir rompiendo moldes igual.

—“He logrado que incluso el amaneramiento sea una forma de comunicación, para hablar de política”, dijiste hace poco en Expertas en Nada… ¿Siempre has sido consciente de eso?

—No ha sido una estrategia planeada, pero creo que el resultado me deja muy satisfecho; o sea, que uno pueda estar hablando de política y decir: “¡¿Pero qué pasó con el senador?!” es algo que pocos hacían, o se hacía desde otro lugar. Pero yo lo he intentado llevar a un medio masivo, transversal; no es un medio contestatario, tampoco una sátira ni estamos en un humor negro político como Topaze. Creo que ahí he hecho una humilde contribución.

—¿Tiene que ver con que tú mismo también te has ido desempaquetando?

—Sí. Una cosa es que uno se desempaquete, que está bien; pero otra es que ocupes ese afeminamiento en política, o en temas que no tienen que ver necesariamente con la clásica condena de la belleza, la moda y la cosmética, donde es una conducta más “aceptada”. En política estaba absolutamente vetado, porque en el fondo eras más creíble mientras eras más masculino; hoy, no necesariamente: eres creíble en función de lo que dices; y si lo dices de alguna manera chillona no tiene tanta importancia.

—No eres político, pero: ¿es un tema para ti caer en el “populismo” en el matinal?

—No soy político, entonces yo puedo decir lo que pienso, cómo lo pienso, y a lo mejor me puedo equivocar. Pero no sé en qué momento hablar de los problemas de las personas del día a día se transforma en populismo. No tengo idea. No sé qué no sería populismo.

—¿Pero te llegan esos cuestionamientos?

—O sea, no me siento tocado, digamos... Asisto a la discusión respecto del populismo en el plano digamos comunicacional y político, como “este es un populista”, “¡ay!, este un conductor populista”, “¡ay!, esta es una senadora populista” y “el Presidente es un populista”. ¿Qué significa ser populista? ¿Dónde está lo malo de querer satisfacer las necesidades y las expectativas de la gran mayoría? O de hablar en simple, en fácil, o no andar lleno de documentos lateros y cifras que están en Google y cualquiera de nosotros las puede buscar en una plataforma digital. No sé en qué minuto se instaló esta narrativa docta de que estaba saliendo en una suerte de aula de algún tipo de universidad perdida en Escocia. No tengo idea.

—¿Y cómo lo haces para captar el “pulso social”?

—Es observación mínima, tienes que observar, observar, observar, mirar, contrastar lo que dice la elite con lo que dicen las bases, no quedarse en esta discusión amorfa y fome de un grupo pequeño, que a veces a los especialistas nos gusta tanto, porque suena bien barroco usar palabras extrañas y saber estos conceptos. No po’: tienes que ir a la cultura popular y ahí está la respuesta.

—¿Por qué eres tan crítico con programas tipo Estado Nacional (TVN) o Mesa Central (Canal 13)?

—O sea, de los programas políticos, no sé si de esos en particular... pero a mí me parecen fomes, lateros, que es una agenda muy extraña la que tienen, un lenguaje diferente y raro. Y además, por último, el lenguaje daría lo mismo (eso es un tema de narrativa o de estética); pero encuentro que hablan cosas que a nadie le importan, más que a los periodistas que están entrevistando y a los señores políticos que van para allá.

—¿Hacia dónde deberían ir esos programas?

—Creo que esos programas deberían hablar de lo que a la gente realmente le importa, a no ser que queramos tener un espacio donde te vea nadie, básicamente. Y está bien: un canal también puede hacer un programa diseñado y enfocado en una pequeña élite. Está muy bien. Yo creo que cuando haces un programa preguntando por la columna de este, por el cargo internacional del otro, por lo que dijo la bancada de la otra bancada y de la otra bancada, creo que eso es un programa para la política de los periodistas políticos para los políticos; pero no me ven vengan a envolver ese programa como un programa que toca las necesidades, inquietudes, anhelos y grandes temores de la más gran mayoría de los chilenos. No es así.

—¿Te gusta el estilo de las entrevistas de Tomás Mosciatti?

—Sí, me encantan. Me encanta él. Encuentro que es un hombre de una inteligencia máxima. Nos conocemos, socialmente, y hemos conversado de política. Lo admiro mucho.

—¿Es cierto que ya tienes candidato presidencial?

—Sí, es verdad, pero lo estoy dudando. Ahora, en realidad, estoy entre dos... Tenía uno súper firme y dije: “Ya, voy a votar porque es importante la señal y todo”. Y ahora digo: “Mmm”.

—Entiendo que no es Jeannette Jara, ni José Antonio Kast ni Evelyn Mattthei...

—Podrían ser (Johannes) Kaiser, (Franco) Parisi, ME-O, (Eduardo) Artes o (Harold) Mayne-Nicholls.

—ME-O es el marido de tu amiga Karen (Doggenweiler)...

—Siempre creo que es un tipo muy inteligente y que sería un gran Presidente de Chile; de hecho, yo voté por él en el 2009, cuando sacó 20%.

—¿Le dijiste algo a tu papá después de su pelea a los combos con Mayne-Nicholls?

—No, no le dije nada, porque creo que no merece ni siquiera un análisis. Es algo tan vergonzoso lo que pasó. Creo que dos personas adultas no se pueden relacionar de esa manera; más allá de que uno sea candidato u otro tenga una relación personal conmigo, yo evalúo que hay dos personas mayores que deberían controlarse. Ante este escenario que me parece triste y medio patético, preferí no opinar, ni siquiera sé los detalles de lo que pasó.

—¿Y sientes que mostró la hilacha el candidato?

—No, no, no lo miro desde ese lugar. Creo que son dos personas que no deberían comportarse así, independiente de sus circunstancias, de si es candidato o no es candidato; o si es mi papá, mi mamá o mi prima. Yo no lo he hecho nunca, nunca le he pegado a nadie.

—¿Sigue siendo importante en la relación con tu padre el apoyo que te dio cuando te echaron de Mega (2020)?

—Mi papá es un vínculo que es indisoluble evidentemente, pero yo no le he sido cercano a mi papá nunca; o sea, nunca hemos sido de una relación de intimidad: le tengo cariño porque es mi papá, y respeto por la figura que representa. Y claro que estuvo conmigo cuando me echaron, eso fue real, como también estuvo mi mamá y mis hermanos. Pero no es una relación para mí determinante.

Amor, Ley Duque y más

—¿En qué momento de tu vida dejaste de sentirte solo?

—Yo creo que los cuarenta y algo me empezaron a pegar bien, como que me aquieté, me bajaron las revoluciones y maduré, envejecí bien y dejé de preocuparme de huevadas, entre esas huevadas como: “Ay, ¿me quiere o no me quiere? ¿Viene o no viene?”... si viene que venga, y sino que se vaya a la punta del cerro.

—¿El amor era el gran tema que te conflictuaba?

—Por mucho tiempo sí. También el tema profesional por un rato. Y algunas carencias primarias de niño. Pero ya las tengo solucionadas... creo, creo.

—¿Estás en una relación abierta actualmente?

—¿Por qué me preguntas eso? ¿Quieres pololear conmigo?

—No, porque cuando te entrevistamos en abril estabas conflictuado con el amor, y después en otras entrevista te escuché más dichoso.

—No, no estoy conflictuado. Estoy bien. Estoy contento. Estoy tranqui... Abierta, cerrada, semi abierta, semi cerrada. Paso por periodos.

—¿Por qué a veces te arrepientas de haber sido periodista?

—Me arrepiento todos los días. Me habría encantado ser actor, estar con esa gente que está despidiendo a Tito Noguera. Creo que el teatro, la interpretación y la ficción es una manera de sobrevivir a este mundo de mierda: meterse en otros mundos, la imaginación y la creación es una manera de supervivencia; y a los actores le pagan por eso además, entonces es maravilloso el arte que hacen.

—¿Harás algo con tu faceta actoral después de tu aparición en Reunión de superados?

—Quiero ser villano, quiero ser el malo de la película... No tengo mucho tiempo, pero si me llaman aquí estoy.

—¿Y quizá meterte a un taller de actuación?

—Ah, podría ser algo más aficionado. Puede ser.

—¿Cuál ha sido tu entrevista favorita en Only Fama (Mega)?

—Creo que la Mariana Derderián, porque era hablar de lo realmente importante en la vida.

—No tenía idea que eras de Colo Colo...

—Sí, del año 1991.

—¿Por la promesa de tu papá de que si ganaban la Libertadores los llevaría de vacaciones?

—Exacto.

—¿Sigues algo del Colo?

—En sus buenos momentos... Ahora estoy medio desconectado. Al plantel nuevo no lo conozco tanto como al de 1991, al de 1995 y al de Claudio Borghi. No lo soy de ir a un Monumental todos los días, ¿pero quién es Chile? Colo Colo po’.

—¿Qué asesoría le has dado a José Miguel Viñuela en su imitación a ti?

—Desde el punto de vista más estético. Viñuela igual captó una parte como media reggaetonera mía. Eso me gusta. Está en mí esa estética.

—¿Te gustó cómo te quedó tu implante de pelo?

—Me encanta. Me siento Farrah Fawcett. Estoy a un centímetro de Coca Mendoza, yo creo.

—¿No te gustaba estar rapado?

—Sí, también, pero ya tengo harto pelo, y me ha salido en toda la cabeza. Es un privilegio a mi edad tener pelo. Los pelados me envidian.

—¿Te harás alguna otra intervención estética?

—Por ahora estoy bastante conforme. Ahora. Soy súper pro-cirugía: si hay algo que me molesta, ¡bum!, cuchillo.

—¿Tú volviste a tus padres fanáticos de los perros?

—Sí, sobre todo a mi mamá, hace ya mucho tiempo: les impuse la ley de las mascotas. Les demostré el lado lindo de los animales.

—¿Qué viene para el proyecto de Ley Duque?

—El lunes se votó en la Cámara, de ahí pasaría al Senado si es que todo sale bien y debería ser despachada en tres semanas. Estoy en permanente contacto con el presidente de la Cámara (José Miguel Castro) y con los autores del proyecto, y me gustaría que llegara como regalo de Navidad. Creo que puede ser posible que haya Ley Duque antes de fin de año.

—Has dicho que te gustaría no “hacer nada” y vivir en la playa con tus animales…

—Me encantaría. Es posible.

—¿Lo ves como algo a largo plazo?

—No sé si la próxima semana, pero en algún momento, sí: irme de aquí para la playa, poder adoptar perritos, y rico, buena onda. Rico, relax.