“Happy Birthday, Mr. President”: La historia tras el sensual saludo de Marilyn Monroe a Kennedy

Marilyn Monroe
Marilyn Monroe

La noche del 19 de mayo de 1962, apenas unos meses antes de su muerte, Marilyn Monroe protagonizó uno de los momentos estelares de la cultura pop, cuando le cantó un sensual cumpleaños felíz al presidente de EE.UU, con quien tenía una historia previa. Esa fue la última aparición pública de la diva antes de su muerte, pocos meses después.

En el soleado mayo de 1962, Marilyn Monroe iba y venía. La diva había vuelto a los sets, tras protagonizar The Misfits, una historia escrita por Arthur Miller especialmente para ella, que tuvo muy mala crítica. Desde entonces, se recluyó en su casa donde ahogaba sus penas e inseguridades en pastillas y alcohol.

Un poco tiempo antes había aceptado un papel en la película Something's Got to Give, en la que compartía el rol estelar con un viejo conocido, Dean Martin. Pero a esas alturas, Marilyn estaba consumida por su propia leyenda. El guión no le gustó, así que se negó aparecer por el set, hasta que no se hicieran cambios. No le agradó la idea de que la heroína debía perseguir a su antiguo marido. Ella, que ya tenía tres fracasos matrimoniales en el cuerpo, fue rotunda: "Marilyn no persigue a un hombre. El hombre la persigue".

Peor aún, su salud no la acompañaba. Poco antes de comenzar el rodaje, en el plató de Fox se comentó que Marilyn había viajado a Nueva York, para reunirse con su amigo Lee Strasberg, y regresó resfriada. Pese a los cuidados de un doctor, a ella le costaba reponerse. A la semana tras su vuelta solo fue a grabar algunos días.

Mientras, el director George Cukor y el productor Henry T. Weinstein, estaban desesperados porque los retrasos con el guión y las continuas inasistencias de la diva, volvieron más costoso el rodaje. Mala noticia para el estudio, que intentaba levantarse tras el gasto faraónico en la película Cleopatra. Según el biógrafo Fred Lawrence, por su actuación en Something's Got to Give, a Marilyn le ofrecieron solo US$100.000.

Por eso, entre insatisfecha y enferma, Marilyn remeció a la producción cuando un mañana anunció que volaba nuevamente a Nueva York. Esta vez, era para presentarse en otro set más glamoroso; el del poder. Iba a cantar en la fiesta de cumpleaños del presidente John F. Kennedy. El director del estudio, indignado, señaló que no se le permitiría ir. Pero ella no le hizo caso y tomó el avión. A esta cita no pensaba faltar.

Todo o nada

Marilyn era una más de las invitadas a la fastuosa fiesta que el Partido Demócrata organizó para celebrar los 44 años de Kennedy, y recaudar fondos. El evento se fijó para la noche del 19 de mayo en el Madison Square Garden, y las entradas costaban entre 100 y 1000 dólares.

Aunque esa noche asistieron estrellas como Ella Fitzgerald, Maria Callas, Judy Garland y Henry Fonda, la presentación de la rubia fue inolvidable. Pasó a la historia por cantarle el tradicional Happy Birthday con un sonsonete sensual e ingenuo con el que se había hecho un lugar en Hollywood.

Durante todo el día, Marilyn ensayó su número junto al productor del evento, Richard Adler, sentado al piano. Solo se levantó para que la maquilladora Marie Irvine y el peinador hicieran su trabajo. "Se tomó un tiempo cuando Nicky la peinó y cuando yo la maquillé, pero luego siguió practicando -recordó Irvine años más tarde-. Quería ser perfecta. Escuché tantas veces la canción ese día".

A Marilyn le estaba pesando su mala salud y le costó cantar bien. Incluso, Adler se preocupó, pero ya era tarde y la diva quería jugarse al todo o nada. En el intertanto, a Kennedy le informaron la sorpresa que le tenían reservada para esa noche, pero que habían algunos problemas. "Oh, creo que estará muy bien", fue lo único que señaló el mandatario.

Juegos de seducción

Se habían visto, pero no se cruzaron palabras. Aunque el mito urbano habla de un romance entre Marilyn y Kennedy, los datos parecen hablar de que fueron mas bien encuentros esporádicos. Se habrían visto por primera vez en la noche del 11 de abril de 1957, en una cena en el Waldorf-Astoria de Nueva York el 11 de abril de 1957. Marilyn asistió acompañada por su marido de entonces, Arthur Miller. Mientras, JFK, que por esos días era senador, llegó al evento junto a Jackie, su mujer.

Luego hay registro de al menos otros dos encuentros. En 1961, Peter Lawford, cuñado de JKF -y muy cercano a Frank Sinatra- organizó una cena en la que acude el presidente. Esa noche también estuvo Marilyn. Pero la tensión sexual se habría desatado en el tercer encuentro, en marzo de 1962, en una cena organizada en Palm Springs. Allí Lawford los presentó. La sensualidad natural de la rubia derritió al mujeriego y vividor Kennedy, quien la llamó esa misma noche.

De allí, que para ella, cantarle a "Jack" en su cumpleaños fuera una ocasión especial. Tanto como para dejar el rodaje de una película, y pedirle al diseñador Jean-Louis Berthault, que le confeccionara un vestido especial para la ocasión. Y no se anduvo con rodeos; tenía que ser de alto impacto o nada. El modisto cumplió y le hizo un vestido color piel, con 2.500 piedras de brillantes incrustadas y muy ajustado. La idea era presentar la ilusión del desnudo. Una performance en que su encanto y sensualidad natural, harían el resto.

Al Madison Square Garden, la rubia platinada llegó acompañada por su ex suegro, Isadore Miller. Se preparó tras bambalinas y luego de tres intentos frustrados, salió a cantar. La presentó el mismo Peter Lawford. Cuando ella entró, enfundada en un abrigo, sonaron fuertes los aplausos. Lawford bromeó: "Mr. President, the late Marilyn Monroe".

Él ayudó a sacarle el abrigo. En ese momento, la audiencia bramó. El vestido estaba ceñido a las pronunciadas curvas de la diva. Ella tomó aire, con una respiración a medio camino entre la inhalación y el gemido. Luego, comenzó a cantar.

De Jack, a Bobby

Tras bajar del escenario, Marilyn se sentó junto a Isadore Miller. La actriz Judy Garland la saludó cuando pasó a su lado. Pero el resto de la noche transcurrió en calma. Horas más tarde, en la celebración del círculo íntimo hubo alguien particularmente interesado en la rubia; el Fiscal General y hermano del presidente, Robert Francis Kennedy.

Aunque la trató de esquivar durante toda la noche, Bobby no pudo ceder a la tentación de mantenerse en contacto con la actriz. De allí tuvieron algunos encuentros. "Su romance con el fiscal general resultaría ser mucho más serio que el romance de Marilyn con el presidente -cuenta el biógrafo Fred Lawrence-. No se sentía atraída por Bobby físicamente, como él por ella. Pero él se interesó personalmente por ella, mientras que el presidente no. Esto era mucho más peligroso para Marilyn de lo que hubiera sido una atracción estrictamente sexual".

Pero el corazón de Marilyn era difícil. Ella se enganchó con Bobby, pero él dejó en claro que no tenía intención de romper su matrimonio. Desde el clan Kennedy le hicieron ver que ella no tenía un lugar en la mesa del poder. Todo se comenzó a derrumbar. Marilyn consumía barbitúricos por prescripción médica y su vida terminó meses después, en agosto de 1962, cuando la encontraron muerta en su cuarto; una escena llena de incongruencias, más propia de una mala película, que los estudios de Hollywood. Esa noche en Nueva York, en que persiguió a su hombre, fue la última cucharada de gloria antes del desplome.

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