El Ministerio de Trabajo desestimó la denuncia de acoso laboral luego de que la cantante acusara haber sido ignorada.
Este miércoles 20 de noviembre, la Oficina Regional de Empleo y Trabajo de Seúl anunció que ha cerrado la investigación sobre el caso de acoso contra Hanni, integrante de NewJeans.
“La denuncia presentada por Hanni de NewJeans afirmando que fue intimidada en su lugar de trabajo ha sido cerrada de forma administrativa. Ya que bajo las leyes laborales es muy difícil verla como una trabajadora”, señalan.
Bajo esta misma línea, explican que “dada la naturaleza del tipo de contrato que Pham Hanni firmó es complicado que las leyes laborales de empleados subalternos asalariados se apliquen en su situación”.
“Es difícil determinar que la empresa tenga algún tipo de responsabilidad sobre ella dado que ambas partes sostienen un contrato de colaboración no de subordinación. Legalmente ella no es una empleada”, afirman.
LEYES LABORALES SON DISTINTAS PARA LOS IDOLS
Según señalan, el tipo de contrato que mantiene la idol de 20 años con la empresa, no especifica que la artista tenga la obligación de seguir las normas de la empresa.
Debido a lo anterior, en lo legal, la agencia no es considerada su lugar de trabajo, por lo que tampoco tiene que acatar el reglamento interno de los trabajadores.
Por otro lado, los idols y la empresas costean en formas iguales el pago de sus actividades como cantantes, pero pagan sus impuestos de forma separada y reciben las ganancias por separado. Por lo que HYBE no es responsable del salario ni ganancias de Hanni.
De todas maneras, el Ministerio del Trabajo señaló que estos tipos de contrato se podrían considerar riesgosos por que no hay responsabilidades legales mutuas claramente establecidas.
Según establece la sentencia del tribunal supremo desde 2019, los contratos exclusivos con artistas pueden ser del tipo contrato de autoridad o contrato anónimo bajo el derecho civil, por lo que las leyes laborales no protegen a los artistas como trabajadores.
El gobierno y los tribunales coreanos llevan mucho tiempo clasificando a los artistas no como trabajadores, sino como “entidades excepcionales” que operan en virtud de contratos exclusivos con sus agencias.