Hay más sapos africanos que chilenos en todo el país
En nuestro país existen tiernos animalitos vertebrados e invertebrados que no pertenecen a su hábitat natural y pueden dejar la grande, haciendo desaparecer de la faz de la tierra a otros bicharracos.
Una de estas historias comienza a mediados de la década del ochenta, cuando un piño de auxiliares de un laboratorio recibió la orden de eliminar cientos de ranas africanas, pero las personas se apiadaron de los anfibios y los liberaron en la laguna Carén, cerca de Santiago.
Ahora su población se extiende desde la región de Coquimbo hasta la región del Maule, y sólo en la laguna El Peral, de El Tabo, se encontraron aproximadamente 12 mil ejemplares.
Lo penca de los sapos es que su expansión amenaza directamente a las especies locales como el sapo popeye, el sapito de cuatro ojos y el sapo de rulo.
Otra amenaza menos exótica, pero más brígida la representan los perros asilvestrados que están presentes en jaurías en todo el territorio por culpa de personas malas que los abandonan.
Los canes cazan aves endémicas y se comen sus huevos, disminuyendo sus tasas de crecimiento, y también hay evidencia de que atacan a huemules y pudúes en el sur.
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