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Ataque en Sídney: quiénes eran el padre y el hijo detrás del atentado

La policía australiana confirmó que los autores del ataque contra una comunidad judía eran familiares directos. El hecho reabrió el debate sobre control de armas y radicalización.

Los dos atacantes del atentado del domingo en la playa de Bondi, en Sídney, que dejó 16 personas muertas, eran padre e hijo y actuaron de manera individual, según las autoridades.

Naveed Akram, de 24 años, fue detenido tras el tiroteo y permanece hospitalizado en estado crítico pero estable, bajo custodia policial. Su padre, Sajid Akram, de 50, murió en el lugar.

Ambos habían dicho a su familia que viajarían a la costa sur para pescar. El último contacto de Naveed con su madre fue la mañana del domingo, horas antes del ataque.

Me dijo: ‘Mamá, acabo de ir a nadar. Fui a bucear. Vamos a comer ahora’”, relató Verena Akram al diario The Age, mientras la policía rodeaba su vivienda.

La madre aseguró no creer que su hijo pudiera estar involucrado en violencia extremista. “No tiene armas de fuego. No bebe, no fuma… es un buen chico”, afirmó.

Quiénes eran Naveed y Sajid Akram

Naveed era albañil, pero estaba desempleado desde hacía dos meses tras la quiebra de la empresa donde trabajaba. Vivía con su familia en el oeste de Sídney.

Sajid Akram era propietario de una frutería, tenía seis armas registradas legalmente y pertenecía a un club de tiro recreativo, según confirmó el gobierno.

Las autoridades señalaron que Naveed había sido investigado por la agencia de inteligencia ASIO en 2019 por vínculos con personas relacionadas al Estado Islámico, pero no estaba en vigilancia activa.

El primer ministro Anthony Albanese afirmó que “no formaban parte de una célula más amplia” y que el ataque estuvo motivado por una ideología extremista.

La policía halló una bandera del Estado Islámico y artefactos explosivos improvisados en el vehículo usado en Bondi, además de incautar seis armas en total.

Tras el atentado, Albanese pidió endurecer las leyes de armas y revisar licencias. “Las personas pueden radicalizarse con el tiempo. Las licencias no deberían ser perpetuas”, dijo.

Australia mantiene controles estrictos desde 1996, pero informes recientes advierten que el número de armas en manos civiles ha aumentado cerca de un 25% desde entonces.

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