
Los crímenes de los infames Burke y Hare: cómo dos asesinos ladrones de cuerpos cambiaron la medicina británica
William Burke y William Hare mataron a 16 personas en Edimburgo para vender sus cuerpos a un anatomista. Su caso escandalizó al Reino Unido, impulsó reformas legales y dejó huella en el lenguaje inglés con el término burking.

Entre 1827 y 1828, William Burke y William Hare asesinaron a 16 personas en Edimburgo, Escocia, para vender sus cuerpos al anatomista Robert Knox.
Sus acciones fueron parte de una escalada que primero comenzó con la muerte de una persona que les debía dinero y que terminó con una serie de asesinatos.
El caso sacudió al Reino Unido y provocó reformas legales clave en la medicina forense y la pena de muerte.
Más aún, los crímenes derivaron el término inglés burking, que describe la técnica usada por Burke: asfixiar sin dejar marcas, presionando el pecho y taponando la nariz y la boca.
De vender el cuerpo de un anciano para la ciencia a asesinos
A inicios del siglo XIX, la medicina británica vivía un auge, pero escaseaban los cadáveres legales disponibles para disección.
Las ejecuciones habían disminuido tras la reforma del “Código sangriento”, dejando a las escuelas con apenas dos o tres cuerpos al año.
La demanda desató una economía clandestina de profanadores de tumbas (resurrectores), lo que llevó a que muchos cementerios instalaran rejas y vigilancia.
En ese escenario comenzó a actuar William Burke, un irlandés que emigró a Escocia en 1817, dejando atrás a su familia, y que trabajó en diversos oficios antes de conocer a Helen McDougal, su nueva pareja.
Por su parte, William Hare, también irlandés, se casó con la viuda de un hostal en el West Port, el cual se convirtió en el centro de operaciones de todos.

La primera víctima de las acciones del dueto fue un anciano pensionista, conocido solo como “El viejo Donald”, que murió de causas naturales. En lugar de enterrarlo, lo vendieron al Dr. Knox, pues murió sin pagar la renta que debía.
A partir de entonces, los criminales siguieron con la venta de cadaveres, pero tomando las acciones por su cuenta. De ahí que emborrachaban y asfixiaban a las víctimas, cometiendo los asesinatos también bajo la influencia del alcohol.
Cada cuerpo se vendía por entre 7 y 10 libras de la época, lo que era suficiente para que Burke y Hare continuasen con sus acciones.
Entre las víctimas más conocidas están Mary Paterson, “Daft Jamie” (un joven con discapacidad mental) y Marjorie Docherty, cuyo cadáver fue clave para su detención.
De hecho, la caída del dueto comenzó por sus propias desavenencias. Hare acusó que Burke tenía un trato paralelo con Knox, y se estaba quedando con una mayor tajada, por lo que decidieron terminar sus negocios. Docherty sería su última víctima.
Sin embargo, un matrimonio que residía en el hostal que comenzó a tener Burke por su propia cuenta, terminó encontrando el cuerpo de la mujer recientemente asesinada.
A partir de ahí, McDougal intentó sobornarlos con 10 libras, pero la denuncia llevó a la policía hasta el despacho de Knox, donde hallaron el cadáver y dieron pie a un caso que comenzó a ser conocido ampliamente a través de los periódicos de la época.

Sus acciones dieron pie a una ley
Ante los pocos avances que lograban en la investigación, la justicia ofreció inmunidad a Hare a cambio de su testimonio contra Burke. Eso fue clave para resolver el alcance de los crímenes.
Tras el proceso judicial en su contra, Burke fue condenado a muerte y ejecutado en la horca el 28 de enero de 1829 ante más de 25 mil personas.
Su cuerpo fue diseccionado públicamente y entregado a la Escuela Médica de Edinburgo, en donde permanece hasta el día de hoy.

Mientras McDougal fue liberada, pues no se comprobó su complicidad, Hare desapareció tras ser liberado en 1829 y nunca más se supo de él, ya que la policía tuvo que asistir para lograr que escapase de una muchedumbre que buscó la justicia por sus propias manos. En tanto, el médico Knox no fue acusado, pero su reputación se desplomó.
Los crímenes de Burke y Hare inspiraron a otros que también querían ganar dinero, incluyendo a un grupo que fue conocido como The London Burkers, quienes comenzaron a asaltar tumbas y terminaron cometiendo asesinatos, vendiendo los cuerpos frescos a escuelas médicas.
Todo eso condujo a la Ley de Anatomía de 1832, que legalizó el uso de cuerpos no reclamados para fines médicos, incluyendo los cuerpos de las personas que morían en prisión sin ser reclamados, poniendo fin al mercado negro de cadáveres. Al mismo tiempo, también las personas comenzaron a donar sus propios cuerpos para la ciencia.
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