Para encontrar un pastel bueno para la chupeta, es cosa de levantar una piedra.

Orillas de playa se encuentran en todo el planeta y no sólo crecen como las callampas en Chile, sino que en Inglaterra también están a la orden del día.

Esta vez el pastel con la teyible sed fue un toffe electricista de 29 años, llamado Richard Davies, que paró la chala tras meterse entre pera y bigote un litro de vodka en cuatro segundos. El acto valiente, pero suicida, lo dejó al instante con un estado de schop.

Según el Daily Mail, el inglés se zampó de una sola empinada de codo el equivalente a 13 jarras de birra en vodka.

La autopsia realizada a Davies superó incluso cinco veces y media el límite permitido de alcoholemia.

Según el matutino, el cuerpo del cureña contenía huellas de anfetas que aceleran más que el Correcaminos con diarrea.

El Servicio Médico Legal británico estableció que la culpa de todo, eso sí, la tuvo sólo el malvado copete, porque la mefedona, derivada de la anfetamina, "no fue un factor contribuyente".

El compipa de Davies, Christopher Crooks, juró de abdomen y sobre una filuda tachuela, que trató desesperadamente de salvar la vida de su amigote cuando lo vio tirado en el piso.

"Richard bebió medio litro de vodka en cuatro segundos más o menos. Traté de cogerle el vaso, pero me dio la espalda, me empujó lejos y se lo bebió todo", copuchó.

Christopher llevó al electricista a la casa de su padrastro para que se le pasara la curadera. Incluso hizo algunos intentos para salvar a su compadre cuando dejó de respirar, pero su hermanurri ya estaba al otro lado.

El patólogo Jan Lowe dijo que Davies tenía un nivel de alcohol de 458 mg en 100 ml de sangre, suficiente para dormir a un mamut.