Depras hay de todos los calados y en todos los oficios "around the world", y un ejemplar de estos es un taxista japonés, que en vez de hacer que sus pasajeras practicaran origami (milenaria técnica para hacer figuritas de papel), les  administraba con engaño potentes diuréticos a sus pasajeras sólo con el fin de verlas hacerse pichí  dentro de su auto, o sea: "orinami", una ordinariez de su cuño.

Según los investigadores policíacos, el sujeto ofrecía amablemente a las mujeres que abordaban el vehículo unas ricas galletas con que les inducía fuertemente la micción al soltarles el esfínter.

"Me excitaba ver a las mujeres cuando no se podían contener", declaró el chofer a los policías que tras seguirle la pista lo agarraron.

Los efectivos a cargo del caso hallaron en la casa del conductor cerca de 50 videos de mujeres en momentos en que orinaban en el automóvil, imágenes que el depra grababa subrepticiamente con una  pequeña cámara oculta.

El taxista, cuya identidad no fue revelada, explicó que compraba los diuréticos por internet y los mezclaba con las galletitas "crackers" que entregaba a sus víctimas, a quienes ofrecía cobrarles la mitad de la carrera.