Ser amable es importante en cualquier relación, pero ¿qué pasa cuando llevas esa cualidad al extremo? Descubre por qué ser ‘demasiado amable’ puede ser perjudicial y cómo encontrar el equilibrio.
Todos hemos escuchado la frase “trata a los demás como te gustaría ser tratado”. Ser amable es una cualidad fundamental en cualquier relación, pero ¿qué pasa cuando esa amabilidad cruza ciertos límites? Aunque la amabilidad es un valor positivo, ser demasiado amable puede llevar a dinámicas dañinas que podrían afectar tu bienestar emocional y tus relaciones.
Esto es lo que señala el doctor en psicología Mark Travers, que una persona que acaba siendo excesivamente complaciente puede dejar de lado sus propias necesidades en beneficio de los demás, reprimir sus sentimientos y dejar la puerta abierta a que los demás se aprovechen de ello.
Incluso, ser demasiado amable puede traer desventajas de cara a caer bien a nuevas personas, dado que puede generar sensación de alerta. Según el corresponsal de salud mental para la BBC, David Robson, cuando alguien es demasiado amable con nosotros, se enciende una señal de alarma inconsciente dado que, sin saberlo, se genera un instinto de competencia. “Siempre estamos alertas a la posibilidad de que otras personas se aproveche de nosotros, incluso si están logrando su estatus a través del altruismo”, señaló.
Tomando esto en cuenta, lo mejor es mantener un equilibrio siendo conscientes de cuales son algunas conductas que pueden pasar a llevar a otros y a nosotros mismos.

Como identificar que estás siendo demasiado amable
Según el doctor Travers, estás siendo demasiado amable cuando dejas de lado necesidades propias con tal de satisfacer a otro. Lo ideal es que el compromiso y la dinámica sean mutuos, de esta forma no caer en complacencias ni en conductas incómodas. Ejemplos de esto puede ser aceptar constantemente los planes de la otra persona, ya sea asistir a eventos sociales que preferirías pasar por alto, anteponer sus metas profesionales a las tuyas propias o tomar decisiones que prioricen sus preferencias.
Según el profesional, si bien al inicio esto puede parecer noble, inevitablemente esto va a llevar al agotamiento emocional, lo cual está estrechamente relacionado a un aumento de los sentimientos negativos y una menor satisfacción en las relaciones.
Ocultar tus opiniones o sentimientos es otra conducta que a la larga puede ser nociva. Es verdad que inicialmente esto puede ayudar a evitar momentos incómodos y preservar cierta paz, pero no hay que priorizarlo por sobre la autenticidad: “Ya sea fingiendo compartir un interés que no te importa o permaneciendo en silencio durante un desacuerdo, esta fachada crea solo una sensación superficial de armonía”, señala el doctor. En este caso lo ideal es ser amable, pero honesto.
Tolerar comportamientos irrespetuosos o hirientes en cualquier tipo de relación para evitar conflictos o en nombre de la amabilidad puede enviar un mensaje equivocado: que tus límites no importan y que no hay consecuencias para esas acciones. Ya sean comentarios pasivo-agresivos, desconsideración constante o actitudes tóxicas, esta dinámica no solo perpetúa patrones dañinos, sino que también desgasta tu autoestima y crea un desequilibrio de poder. El profesional sugiere que enfrentar estos problemas directamente, en lugar de tolerarlos pasivamente, es clave para generar cambios reales y preservar relaciones basadas en el respeto mutuo. “Ser amable nunca debería significar aceptar comportamientos que comprometan tu bienestar”, señala.
Si sientes que en general eres “demasiado amable”, es fundamental aprender a decir que no, reflexionar sobre las necesidades propias, y resolver desacuerdos de forma colaborativa, concluye el psicólogo.