Sexo en público: por qué las parejas se arriesgan a ser vistos por otros, según la ciencia

Tener relaciones sexuales en un vehículo en la vía pública podría salir bastante caro y acarrear hasta problemas penales.
Tener relaciones sexuales en un vehículo en la vía pública podría salir bastante caro y acarrear hasta problemas penales.

Tener relaciones sexuales en lugares públicos se convirtió en una de las fantasías más recurrentes entre hombres y mujeres.

Las personas tienen distintos tipos de fantasía, sobre todo dentro del mundo sexual, ya que la imaginación mezclada con el deseo y el placer, puede llevar a realizar distintos tipos de prácticas.

Mediante redes sociales se han hecho virales distintos registros de parejas que tienen relaciones sexuales en espacios públicos y según el sexólogo, psiquiatra y psicólogo clínico, Mario Cadena, muchas de las personas que protagonizan estos videos son jóvenes, ya que a diferencia de otras generaciones, ya no consideran la sexualidad como un tabú.

A este tipo de práctica se le conoce como dogging y consiste en tener relaciones sexuales en lugares públicos o no tradicionales. El término dogging viene de dog (perro en inglés) y hace referencia al hecho de que estos animales tienen sexo en plena calle a cualquier hora del día.

Según el especialista esta práctica comenzó en el Reino Unido durante los años setenta cuando muchas personas salían a los parques supuestamente a pasear a sus mascotas, pero terminaban teniendo sexo con desconocidos u observando a las parejas que tenían relaciones sexuales en las calles.

¿Morbo o placer?

Actualmente, existen páginas web, foros y hasta grupos en redes sociales especializados en el tema, que hasta organizan encuentros para los seguidores de esta tendencia. Según explica el experto a Semana, esta práctica es común porque las personas que lo experimentan sienten más placer “si se sienten observados o viven la sexualidad en medio de la ilegalidad”.

Para Cadena, parte de esa excitación tiene que ver también con el hecho de adquirir protagonismo: “Que la gente hable de ellos, que algunos aplaudan su osadía, su desenfreno o que incluso los critiquen. Que hablen, sea para bien o para mal. Ellos encuentran una fuente de placer al sentirse disruptivos, al ir en contra de las normas”, explica.

Resalta que el dogging es de doble vía e implica no solo tener sexo en público, sino observar esa conducta. “Es una fantasía que va en dos sentidos: ser vistos y observar a otros. Y para los primeros de esa fantasía forma parte el vértigo de saber que pueden ser descubiertos”.

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