Por Paulo QuinterosCrítica de cine: F1, un gran bólido de acción con una historia deportiva genérica
Joseph Kosinski regresa tras Top Gun: Maverick con una superproducción visualmente deslumbrante que captura como nunca la adrenalina de la Fórmula 1. Sin embargo, bajo su espectacular carrocería, la historia corre en automático y repite cada curva del drama deportivo sin atreverse a tomar riesgos.

Tras el éxito de Top Gun: Maverick, el director Joseph Kosinski vuelve a pisar el acelerador con F1, una superproducción de 200 millones de dólares que despliega todo su poderío técnico sobre las pistas más icónicas del automovilismo.
Con una factura visual impecable y una dirección de acción que saca lecciones claras de su anterior película, F1 transmite con precisión la adrenalina de la velocidad. Y en ese avance, hay cámaras montadas en lugares imposibles, secuencias de carrera milimétricas y una inmersión que rara vez se ve en películas deportivas.
Por eso lo más destacado es que Kosinski entiende cómo filmar máquinas a toda velocidad y cómo construir un espectáculo vertiginoso. Las carreras no solo son el punto alto: son el alma de una película que cuenta con cameos de pilotos reales, acceso total a los circuitos de Fórmula 1 y una estética pulida que roza lo propagandístico. La música de Hans Zimmer, con sintetizadores grandilocuentes, acentúa también la euforia constante que propone la película.
La historia, sin embargo, no está a la altura de su puesta en escena.

En F1, Brad Pitt interpreta a Sonny Hayes, un exprodigio cuya carrera se vino abajo tras un accidente catastrófico hace décadas. Convertido en un renegado que sobrevive entre apuestas y competencias secundarias y hasta de tercer nivel, su vida da un vuelco cuando su viejo amigo llamado Ruben (Javier Bardem), director de una escudería en crisis, le pide una última carrera para salvar al equipo. La idea: que Sonny actúe como mentor de Joshua Pierce (Damson Idris), un joven con talento y cero puntos en el campeonato.
Aunque el punto de partida promete conflicto y redención, F1 elige el camino más seguro al solo pincelear los traumas que tantea. Desde su primera escena, el personaje de Pitt está bastante resuelto, encantador y con las respuestas precisas para solucionar cada carrera. La película en general nunca duda de él.
Esto lleva a otro problema: F1 idolatra la Fórmula 1 al punto de eliminar cualquier posibilidad de tensión o crítica. Todos los rivales son solo mencionados, ningún piloto real entra en tensión y todos los conflictos se sienten contenidos, sin generar ninguna enemistad nivel Senna/Prost. De ahí que las escenas fuera de la pista -romances, tensiones internas, traiciones corporativas- se sienten impostadas de una película deportiva estándar.
En ese sentido, el guion, firmado por Ehren Kruger, parece más interesado en marcar casillas que en construir personajes complejos y la mecánica del relato sigue el libreto más predecible del género: problema, caída, entrenamiento, redención. Y aunque la química entre Pitt y Kerry Condon (como la jefa técnica del equipo) funciona, los personajes secundarios -como el equipo de mecánicos- están tristemente desaprovechados.
F1 es, en el fondo, una película hermosa y técnicamente deslumbrante que corre en automático en lo narrativo. Aun así, gracias a la carismática presencia de Brad Pitt, la intensidad de sus carreras y su despliegue técnico sin igual, logra sostenerse como una experiencia disfrutable y que en una sala IMAX saca varias vueltas de ventaja. Este es, sin duda, el mejor espectáculo que pueden ir a una pantalla grande.
Lo anterior también es llamativo, porque esta es una película que se siente más clásica que moderna. Y quizás ahí esté su mayor encanto: en tiempos de franquicias recicladas, al menos F1 intenta (aunque sin riesgo) hacer rugir su propio motor.
Pero para una película que corre tan rápido, a veces da la sensación de que nunca llega a una meta para las películas deportivas.
F1 llega al cine este jueves 26.
Imperdibles
Lo último
hace 2 min
hace 23 min
hace 24 min
hace 29 min
hace 38 min
A Cristian Arcos su abuela le decía que era un rebelde y sus compañeros en la radio lo apodan Tenor Escritor, pero él aún no se cree ni lo uno ni lo otro. Admite, en cambio, ser muy autoflagelante. En su vida pasó por varios episodios para los cuales no estaba preparado, incluso pensó en el suicidio. Pero después de un reseteo —de cabeza, físico— está bien. Eso dirá aquí: que está bien, feliz con algunos proyectos. “Tengo más de lo que merezco, más de lo necesario”.
La Firme con Cristian Arcos: “Yo pasé por un momento muy malo donde hice muchas hueás malas”
hace 49 min
En la Comic-Con Experience de Sao Paulo, Javiera Balmaceda, jefa de producciones locales originales de Amazon Prime Video en Latinoamérica, nos habla sobre la relevancia de Chile, el éxito del especial navideño de 31 Minutos y las ambiciones globales detrás de producciones como La Casa de los Espíritus.
La jefe chilena de Amazon quiere seguir con más de 31 Minutos: “A mí me encantaría, totalmente”
Lo más leído
2.
3.
4.

















