Por Paulo QuinterosCrítica de cine: Sé lo que hicieron el verano pasado, una regurgitación cinematográfica de bajísimo nivel
Hollywood vuelve a exprimir la nostalgia sin ideas nuevas. La nueva entrega de la saga noventera es un ejercicio torpe, predecible y carente de alma, que resucita personajes sin propósito y recicla fórmulas ya gastadas.

Desde hace justo una década, Hollywood comenzó a impulsar una tendencia que la lleva a mirarse el ombligo. En 2015 concretaron producciones como Jurassic World y Star Wars: The Force Awakens, las cuales operaron como reinicio, remake y secuela a la vez. Con todo y una nueva Estrella de la Muerte.
A partir de ahí, diversas producciones no solo comenzaron a traer rostros del pasado para reimpulsar franquicias, muchas de ellas muertas, sino que también repitieron mecanismos de historia vistos hasta el cansancio, mientras instalaban un telón de nostalgia que no ocultaba el afán de meter la mano al bolsillo de forma facilista y sin originalidad alguna.
En Estados Unidos les llaman “legacy sequels” (o secuelas de legado), pero ese nombre no considera el factor de remake, de volver a hacer lo mismo una y otra vez, que caracteriza a esta tendencia. Por eso yo les llamo reimekuelas.
Y, ciertamente, la mayoría -casi todas- han apestado. Desde la propia trilogía de Jurassic World, que fue de mal en peor, hasta Star Wars, que, de alguna forma muy memeable, hizo retornar a Palpatine. Súmenle la última Mi Pobre Angelito o las de este año: la reciente Karate Kid y Sé lo que hicieron el verano pasado, con esta última llegando al cine esta semana. representando un nuevo punto bajo en esta infumable tendencia.

A grandes rasgos, la nueva entrega de la franquicia slasher juvenil de los noventa repite sin asco la fórmula. Un nuevo grupo de adolescentes atractivos actúa de forma irresponsable y causa un accidente en la carretera durante la noche del 4 de julio. Realizando un pacto que involucra al poderoso padre de uno de los jóvenes, todos deciden callar lo que pasó.
Pero un verano después, y con las relaciones en el grupo alteradas tras el incidente, un mensaje les advierte: alguien sabe lo que hicieron el verano pasado y, uno a uno, comienzan a estar en riesgo mortal. Claro, un nuevo asesino serial, con un impermeable y un garfio, empieza a acecharlos.
Sin sorpresa alguna, la película dirigida por Jennifer Kaytin Robinson, quien previamente coescribió Thor: Love and Thunder, crea muertes orquestadas sin gracia, repitiendo no solo el esquema de la película original, sino que también se decide a recuperar locaciones e inevitablemente dar pie a cameos, lo que incluye a personajes muertos que reaparecen tanto en fotos como en alucinaciones.
En todo ese esquema, la película intenta esconder por todos los medios la identidad del asesino, pero es bastante incapaz en esa tarea. Peor aún, llega a una resolución tan burda, y tan sacada desde el culo, que esta producción de terror termina transformándose en un insulto a la inteligencia. Sin entrar en detalles, la película es absolutamente inútil e incompetente en términos narrativos para justificar los cómos y porqués de su final.

Todo lo anterior inevitablemente tiene relación con la inclusión de Jennifer Love Hewitt y Freddie Prinze Jr., los protagonistas de las dos primeras películas, que aquí vuelven completamente en piloto automático.
En esa línea, el uso de Julie James y Ray Bronson, los personajes en cuestión, termina siendo un ancla que hunde a la película, especialmente en las escenas en que ambos están presentes. No solo ambos le quitan el foco a la narrativa central, sino que también terminan provocando que la nueva generación revele aún más su irrelevancia.
Y es que lo peor de todo es que los protagonistas de la nueva historia quedan al servicio de un relato que inevitablemente termina usufructuando una nostalgia bastante vacía. Es decir, esta película no es una nueva Scream, que fue la reina de los slashers noventeros, sino que es la nueva entrega de una saga juvenil que, incluso, estaba por debajo del nivel de Leyenda Urbana. Si alguien aplaude esta película, eso solo será el reflejo de cómo hay gente que le levanta la raja a sagas de bajísimo nivel que nunca merecieron devoción alguna. Y este es el caso.
Solo basta remarcar que todo lo malo de esta reimekuela se ejemplifica en una escena en la que, sin sorpresa alguna, Julie James una vez más dice su frase icónica: “What are you waiting for?”. ¿El problema? Después de que Scary Movie se burló de ella, su repetición aquí queda como una payasada involuntaria.
El resultado final entonces es una oda al desgaste creativo: una película que ni siquiera logra ser un buen refrito de una película menor. En su afán por revivir el cadáver de una franquicia olvidada, esta nueva reimekuela confirma que, cuando la nostalgia se usa como único motor narrativo, el cine comercial termina convertido en un loop sin alma, donde el pasado solo sirve para maquillar el triste presente.
Se lo que hicieron el verano pasado ya está en cines.
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