La Firme con Profesor Klocker: “Voy a hacer el asado más grande de la historia de Chile”

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Nicolás Klocker, “El Profesor” como lo rebautizaron en alguna tomatera de 2014, está muy cerca de cumplir su sueño. Al cierre de esta entrevista, su canal de YouTube, Recetas del sur, cuenta 982 mil suscriptores: apenas 18 mil lo separan del millón que se propuso. Un desafío que, cuando daba sus primeros pasos, nunca imaginó. “Llegar a 30 mil es la meta final”, pensaba entonces. Pero ahora la realidad es otra, y de conseguirlo, se compromete a hacer un asado nunca antes visto en nuestro país. Mientras eso sucede, le cuenta al diario pop cómo fue que un ingeniero comercial, fanático del ajedrez y con un desconocido paso por el mundo del póker, empezó a grabarse detrás de la parrilla y, de golpe, hizo suyo el trabajo de refinar el gusto de los chilenos.

Abrí el canal de YouTube en octubre del 2014. Pero ya había hecho dos o tres videos antes en Facebook. El primero fue “Cómo hacer una piscola”, que era un capítulo de humor. Ahí le pusimos Recetas del sur. Estaba con un amigo, Fernando, en Valdivia y fue una humorada, estábamos carreteando, y él me puso el nombre: “Estamos aquí con el Profesor Klocker para Recetas del sur, y les vamos a enseñar a hacer un brebaje ancestral”. Puro leseo, ¿cachái? Yo salgo ahí inventando la historia de la piscola, un video de un minuto y medio, y todos nuestros amigos se cagaron de la risa. Se viralizó entre el grupo, y tuvo, no sé, cien likes, cuando en Facebook en ese tiempo sacar diez likes era difícil.

Dijimos, oye, ¿y si lo hacemos con los asados? Nosotros hacíamos asados todas las semanas. Entonces, grabamos una plateada al palo. Súper mal grabada, con el celular, en vertical, súper fome, pero lo subimos a ese mismo Facebook y también tuvo éxito. Ahí la gente empezó a decir que lo deberíamos hacer más en serio… “Yo no tenía idea cómo hacer una plateada al palo”. Y de ahí subí un tercer video, que fue un estomaguillo a la leña, algo así, y ese video lo vio un amigo, el Pipo, que tenía una tienda de carnes en Osorno, Entre cortes. Él me dice “esto tiene potencial, vente a la tienda y conversemos”.

Tuve mi primer canje antes de abrir el canal. El Pipo me dijo, oye, ¿por qué no te abres un canal de YouTube, más en serio, y yo te regalo la carne? Pa’ mí fue genial, como el sueño del pibe. Le dije que sí, me fui pa’ allá y grabamos el primer capítulo —el tapabarriga relleno— en el patio de Entre cortes.

Hay harta gente que se impresiona cuando les digo esto, pero busqué el éxito que tengo. Cuando tuve la reunión con el Pipo y conversamos lo que podía llegar a pasar, dije, lo voy a hacer en serio. No fue la típica historia de “fui viendo qué pasa..., fue en el camino”. Yo quería. Empecé súper en pañales, me demoré un montón en hacerlo bien, pero si tú ves la regularidad, fue siempre así, desde el comienzo. Nunca pasaron tres meses en que no subí un video o algo así. Desde que empecé, me lo tomé en serio.

Cuando empecé, el único canal que había era Locos x por el asado. Tenían 30 mil suscriptores. Entonces, yo lo veía y decía “llegar a 30 mil es la meta final”. Hoy en día, uno podría decir que no parece mucho, sobre todo ahora que en TikTok todos tienen millones, pero en ese tiempo era una locura. Me acuerdo cuando Locos x el asado llegó a 100 mil, y yo iba como en 2 mil...

Sin Locos x por el asado quizás yo no habría hecho esto. Eran mis ídolos, por así decirlo. Veía todos sus capítulos, y me inspiré harto en ellos. Y se lo he dicho a él (el Laucha), he estado con él varias veces y lo sabe.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

En Chile me siento pionero, porque no había nadie en el mundo del asado. El único que estaba era El asador del mal, Juan Pablo Barbaglia, pero a él nunca lo sentí que se lo tomara en serio. Él era muy esporádico, subía un video cada meses o de repente cada un año entero. Pero sí, el primero que hizo videos de asados en YouTube de Chile fue él. Ahora, el primero que se lo tomó en serio fui yo.

No me gusta que me digan influencer, porque no me gusta hacer canjes. No me gusta el término, porque para mí el influencer es más el de Instagram, el que está todo el día subiendo historias y, por ejemplo, yo subo una historia a la semana. Yo soy más youtuber de asados. Es mi red principal y a la única que le doy importancia. Las otras las ocupo, principalmente, para llevar gente al video. El video semanal es el que a mí me da todo.

Empecé con Mr. Wagyu porque es mi amigo. Hay gente que, por envidia, dice que Mr. Wagyu se colgó de mí. Pero es mentira, porque, de hecho, él se demoró tres años en abrir su canal y esos tres años él me acompañó. Para mí era un apoyo enorme porque detrás de cámaras, no se veía pero me ayudaba un montón. Por ejemplo, había que limpiar un corte, yo no tenía tiempo y él lo cortaba. Había que lavar una tabla y partía él. De repente tenía dudas de cómo hacer un corte, porque muchas veces íbamos improvisando, entonces lo conversaba con él, porque sabe mucho también. Para mí era un tremendo apoyo y recién después de tres años decide abrir su canal, y obviamente lo apoyé con todo para que crezca. Hoy tiene como 140 mil suscriptores y logró hacer su carrera, se desprendió de mí.

Siento que para que una colaboración funcione, los dos colaboradores tienen que ser de un tamaño similar. No funciona bien uno muy chiquitito con uno grande, porque el grande no gana nada. Entonces, en una colaboración real deben ser dos de un tamaño similar y que se ayuden mutuamente. Y yo andaba con ganas de hacer colaboraciones, así que me puse a buscar y conocí al Álvaro Barrientos. Vi que era un youtuber grande, que se dedicaba a la cocina chilena y, sin conocerlo, llegué y le escribí patudamente al Instagram pa’ saludarlo. Él me conocía y empezamos a conversar, muy buena onda, y seis meses después hicimos nuestra primera colaboración, que fue un pulpo a la parrilla.

A los cinco años recuerdo estar con mi abuelo girando un cordero al palo. Nosotros somos sureños, bastante de campo, y en los campos yo te diría que casi todos saben parrillar. Unos mejores que otros, pero todos tienen alguna idea y todos lo hacen fin de semana por medio. En la ciudad no tanto o quizás no todos, pero en los campos, todos. Es una costumbre. Mi primer asado, como te decía, lo hice a los cinco años... obviamente no hice todo, pero era el que giraba o el que le llevaba la chelita a mi abuelo. De repente mi abuelo me dejaba salarlo. A los cabros chicos, en el sur, siempre los involucraban.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Era malo pa’ estudiar, no me gustaba, me demoré siete años, me eché la mitad de los ramos, jajaja. Estudié Ingeniería Comercial en Valdivia, en la Universidad Austral, pero no me gustaba la carrera. Yo quería estudiar Teatro, pero Mr. Espumita —su padre— se puso bravo y me dijo: ¿de qué vas a vivir? Entonces, al final, dije ya, bueno, la voy a sacar con todo, y después veré a qué me dedico.

Cuando me tomo algo en serio, soy bueno; cuando no me gusta, soy pésimo, el peor. En mi último año hice una práctica en el Banco Santander, y lo hice muy bien. En tres meses abrí más cuentas corrientes que los ejecutivos, vendí más créditos, me fue excelente, me saqué un 7. En un primer momento me gustó. Después, cuando vuelvo a la U, doy el examen de grado, etc., me vuelven a llamar para contratarme como ejecutivo de empresas. Y ahí me empezó a dejar de gustar: eran extremadamente violentos en cuanto a las metas y poco agradecidos. Me rompía la espalda para lograr metas... en Purranque no se había ganado el trimestre —la meta de la sucursal— en 20 años, llegué yo y la ganamos. Fue una locura, y yo ayudé mucho pero no sentí ni un gracias. Sentía que no se iba a acabar nunca... y dije “yo no quiero esto, hueón”. Me ofrecieron un aumento de sueldo, de todo, pero dije que no.

Me dediqué al póker, era muy bueno, incluso hice clases. En la U, ya me había dedicado al póker durante siete años, lo había estudiado, me leí un montón de libros, y me iba muy bien. Cuando me retiré del banco, me empecé a dedicar de nuevo. Ganaba bien, de hecho más que en el banco. Era muy regular, jugaba ocho horas al día en 24 mesas al mismo tiempo. Llegué a meter 100 mil manos al mes. No jugaba límites muy altos pero muy estudiado, entonces lograba transformar el juego en rentabilidad positiva de largo plazo con “robo hormiga”, por decirlo, una estrategia que tenía y que me funcionaba muy bien. Pero me dejó de gustar porque me implicaba ocho horas al día sentado frente a un computador, jugando un juego que decía... qué me va a dar a futuro. Tampoco quería ser profesional en esto, y tampoco quería trabajar subordinado en algo que no me gustaba.

Cuando partí en YouTube con el Pipo, le dije “contrátame”. Me fui a trabajar con él a la tienda (Entre cortes), y me olvidé del póker. Me pagaba el mínimo, 300 mil o algo así. Yo tenía algunos ahorros, entonces me dio lo mismo, quería hacer algo que disfrutara. Estuve con él un año entero trabajando y después empezamos a tener ciertos roces —que hoy en día están todos superados— porque mucha gente empezó a creer que la tienda era mía. Se hablaba mucho de “la tienda del profe”, y yo sentí que eso a él no le gustó. Al final decidió desvincularme y quedé súper picado, porque dije “gracias a mí...”; la tienda estaba súper mal cuando yo llegué y después estaba muy bien. Me dio lata, pero dije, bueno, filo, tendré que seguir adelante. No nos hablamos como en un año.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Después trabajé en Corte Criollo, una tienda que abrimos con Ignacio. Teníamos una alianza: no era dueño ni empleado, me ganaba una comisión por ventas. Y además, todo lo que era accesorios de la tienda, me lo dejó a mí para que hiciera mi propio negocio. Para mí fue muy bueno, porque ganaba mucho mejor que antes y era el jefe absoluto de la tienda que estaba en Osorno. Hacía lo que quería, me daba trabajar tranquilo. Estuve un año.

Quería abrir algo propio, así que en 2017 me vine a Tobalaba. Conversé con Ignacio, le expliqué y él me dijo “Corte Criollo no tiene nada en Santiago, es la mejor plaza, si te quieres ir allá te apoyamos en todo, te vendemos la carne a un buen precio, te aseguramos calidad y frecuencia”. Ahora yo soy el dueño de mi tienda y él es un poco más que un proveedor: de repente si no hay cantidad, él me prioriza a mí siempre.

Yo sabía que a mi tienda le iba a ir bien. Entonces, la puse en un lugar muy estratégico: está entremedio de cuatro comunas que son las más parrilleras de Santiago según yo, que son La Reina, Ñuñoa, Providencia y Las Condes. Me dije “a esto no le puede ir mal”. Y mientras estábamos armando la tienda, ya llegaba gente. Yo tenía 35 mil suscriptores el día que abrimos..., en ese momento era mucho, yo me sentía famoso. Casi todos los parrilleros me seguían, tenía una masa que era suficiente como clientela inicial. Así que yo abro, en agosto de 2017, y ese día llegaron más de mil personas. Hicimos una inauguración, parrillamos en el estacionamiento, ¡se llenó! Ignacio no podía creer lo que estaba pasando. La segunda tienda la abrimos en pandemia, me asocié con mi hermana.

Profesor fue un buen apodo; falta que mi familia me diga Profe, nomás. Se mantuvo en el tiempo y yo me muero de la risa. Quedé así: hasta mis amigos ahora me dicen Profe. Y cuando alguien no me conoce muy bien, y me encuentra por ahí en la calle, me dice “Doctor”. Si me dice Doctor, yo sé que no es fan, y me da mucha risa porque es siempre igual: llega alguien y me dice “Doctor, lo sigo”. Y yo es como “ya... sí”, jajaja.

El canal dio el gran salto en 2019, cuando fui a grabar a Texas. Hasta ese momento mi curva de crecimiento era sostenido, pero bastante plano. Había armado la tienda, me iba bien, me dediqué a esto, todo eso. Pero en Texas, cuando conocí a Óscar Meza, de La Capital, grabamos unos capítulos juntos, con Guga también (GugaFoods), y ahí el canal hizo ¡paf! Empezó a generar plata por sí solo. Hasta ese punto no me generaba mucho, ni nada. Pero desde ahí las visitas se me quintuplicaron, la monetización se me multiplicó por diez y eso nunca volvió a bajar. Ese fue un golpe fuerte en el que el mismo YouTube me empezó a generar, no los auspiciadores ni las tiendas.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

La zona central, no solo Santiago, está llena de buenos parrilleros. En otro momento te habría dicho que el parrillero de la zona central era mucho más amateur. Que parrilla solo con carbón o gas, nunca con leña, mientras que el parrillero de Osorno te parrilla trozos grandes con leña, mucho más seguido, hace asados más grandes, y que quizás es más purista, le pone solo sal, no le gusta tanto condimento. El parrillero de Santiago era, ya no tanto, mucho más de hamburguesita a la parrilla o un cortecito sin conocer muy bien qué. Pero ahora en cuanto a cortes y técnica, creo que se ha estrechado mucho.

Le diría al Profesor Klocker del pasado: “Grábate con una máscara”. Pégate la gran Dylantero. “Grábate con un pasamontañas para que no te reconozcan”. Es lo único que cambiaría... en un comienzo era poco, daba lo mismo, pero hoy en día no puedo ir a un restaurant, por ejemplo. Estoy mucho más rato sacándome fotos o conversando con gente, que disfrutando. Y peor todavía si voy a un lugar donde hay gente tomando, un bar o un pub, ahí no te paran de molestar en toda la noche.

Lo peor de ser reconocido es que ahora casi no salgo. Muchas veces estoy en mi propio balcón, pasa uno y me grita “¡Wena, profe!”. Entonces, ni en mi casa... Se consiguen tu WhatsApp de alguna forma, te escriben. Por eso me gusta harto viajar, porque fuera de Chile no me conoce nadie. Eso sí, debo decirte, la mayoría de la gente es muy agradable, muy respetuosa. El 95% de la gente viene, te saluda, te pide una fotito y se va, y eso me encanta. Pero hay un 5% que te caga el día, literalmente. Se quedan media hora. Me ha pasado que hay gente que se me sienta en mi mesa, y les tengo que decir “hueón, por favor, ándate, respétame, estoy comiendo con mis amigos”, y se enojan. Me dicen que se me subieron los humos a la cabeza. Por culpa de ese 5% no te dan ni ganas de salir.

Si estás haciendo videos de recetas todas las semanas, eso aburre. Por eso he inventado muchas secciones, por ejemplo el Fiscal Klocker o la cata a ciegas de copete... tú tenís que pensar qué le gusta a un parrillero, qué quiere ver un parrillero, y obviamente todos son buenos pa’ la chela. Entonces podís sacar videos así, o los desafíos: cuánto puede comer Mr. Wagyu, otros desafíos de probar restaurantes, Recetas del mundo, Parrillando con un crack. Estoy siempre intentando innovar, porque si te quedas, se acaba. Obviamente hay cosas que funcionan mejor que otras: el Recetas del Sur Indoor no me funcionó bien. Ese era un momento en que yo decidí sacar dos videos semanales, y era una receta de cocina dentro de la casa, pero nunca pegó muy bien. Y cuando veo que no está pegando como debería, listo, no hago más eso, busco otro. Tampoco hay que insistir mucho.

No me meto en temas que no me correspondan: no me meto en fútbol, política ni religión. Tampoco respondo a los haters. No me meto en nada que sea conflictivo o que yo sepa que van a haber dos opiniones muy antagonistas y que obviamente va a causar polémica. La relación con haters más grande que tuve fue con Mr. Wagyu, que al principio la gente lo odiaba en mi canal. Lo odiaban, era una cosa increíble, y él, poco a poco, fue ganándose al público. Yo dije que no lo iba a sacar del canal, que me daba lo mismo lo que dijeran, porque es mi amigo y me ayuda mucho. Pero sí le di algunos tips porque hacía cosas que caían mal, más que caer mal él. Primero dejaron de hatearlo y luego empezó a ganárselos, y terminó siendo el más querido del canal.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Grabar un capítulo nos toma cuatro días. Somos dos en el equipo, Rod y yo, más el extra que aparezca. Me toma un día entero, por lo menos, decidir qué voy a hacer. La gente puede pensar “ah, si son dos segundos”..., no po, hueón, no son dos segundos. Para que sea innovador, entretenido, tengo que pensar mucho y ese es el día más complicado. Cuando está definido, empiezo a ver muchos videos respecto al tema para sacar ideas. Videos gringos, mexicanos, de donde se te ocurra. Después viene el día de reunir todo lo que necesito para el video: ingredientes, alguna herramienta especial, muchas veces necesito un corte especial... Y después viene el día de la grabación misma, que llega Rodrigo, y yo ahí tengo todo estudiado, así que es lo más fácil. Finalmente viene el día de edición y de subir el video, que lo hace Rodrigo pero yo tengo que corregir, ver que me haya gustado todo, y hacer la miniatura, que es clave: la carnada si vas a pescar. En el título me puedo tomar hasta una hora.

Siempre hay un poquitito de nervios antes de grabar un video. Pero te diría que es un 1%. Antes era un 80%, después un 50%, después un 20%, pero nunca 0. Siempre un poquitito, porque sé que me van a ver 100 mil personas o 200 mil. Y está bien: si no hubiera nada, sería hasta fome.

La preparación que más me impresionó fue lejos en Franklin Barbecue. En Austin, Texas. Ahí probé el mejor barbecue del mundo, y es una cosa que me dejó loco. Probar un brisket hecho a la perfección o un costillar de vacuno hecho a la perfección, ahumado en 12-14 horas, es algo que yo dije “esta hueá no puede ser... no sé nada”. Y ahí, por lo menos por un año me rayé con el tema del barbecue texano, porque me encantó.

Mínimo hago un asado a la semana, pueden ser dos. El asado de la grabación no lo cuento... porque como súper poco y no es un asadito de relajo. Como estoy concentrado, compruebo un poco y después el resto lo dejo para la familia... o Mr. Wagyu pasa la aspiradora.

Twitch es un desafío que me gustaría seguir, me entretiene harto. Y el canal secundario (Profesor Klocker), probando cosas, también. Quizás profesionalizarlo un poco más... no me sentía cómodo probando sentado en el piso, lo sentía demasiado amateur, por eso lo dejé un poco. Pero después de llegar al millón de suscriptores quiero retomar Twitch y el canal secundario, y empezar a hacer muchas cosas distintas: salir a bloguear, incluso salirme un poco del asado en ese canal, hacer otro tipo de contenido.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Si logramos el millón de suscriptores este año, voy a hacer el asado más grande de la historia de Chile. Me propuse la meta el 31 de diciembre del año pasado, cuando tenía 830 mil suscriptores. Si llegamos, queremos hacer 10 vacas enteras —ya hicimos una en el canal— y celebrarlo con la mayor cantidad de gente que se pueda. Como la discada, pero esto va a ser más grande. Lo queremos hacer en el sur, pero todavía no sé el lugar ni la fecha. De hecho, creo que lo voy a avisar bastante encima, porque si no, va a llegar más gente de la que podemos atender.

El asado para mí es con carne, pero existe la parrilla vegetariana. Porque a la parrilla puedes echar lo que quieras. Cualquier persona decide qué le tira a su parrilla, y de hecho, se puede hacer también mix: carnecita, vegetales, pescados, pollo. Puedes hacer vegetales entretenidos: champiñoncito relleno, pimentoncito. No es solo el típico zapallo italiano... puedes hacer espárragos, hartas cosas. Entonces sí vale como parrilla, pero no sé si le diría asado, porque el nombre como que se contradice.

Quiero grabar un capítulo con el Pollo Castillo y otro con Fernando Godoy. Ya conversamos y no hemos logrado coordinar los tiempos, pero ya está hablado. Son del mismo estilo, a mí me gusta la gente divertida, buena onda, y que le guste el asado pero no necesariamente que sepa parrillar, me da lo mismo. Entonces, tú les enseñas un poco, los dejas, si se manda una cagá que se la mande. Lo que me importa de esa sección (Parrillando con un crack) es que sea divertida.

Me hubiera gustado ser futbolista. Era bueno pa’ la pelota, no un crack pero le pegaba. Era bien técnico, jugaba de delantero. Gordito, pero como el “Fenómeno” Ronaldo, jajajaja. Me tiré pa’ arriba.

Yo soy hincha del Provi Osorno. Olvídate la pena que me dio cuando nos fuimos. Yo era de ir al estadio todos los domingos. Iba al Parque Schott, ahora se llama Rubén Marcos. Seguí muchas campañas lindas en Primera y en Primera B. Cancha complicada, era difícil, a los grandes los teníamos de hijos. Hubo algunas ligas, de las largas, en que salimos cuartos... tuvimos buenos equipos.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Mi infancia fue más en Purranque que en Osorno. A Osorno me fui cuando estaba en sexto básico, pero de chico vivía en Purranque. Iba en un colegio chiquitito, tenía nueve compañeros de curso, nos conocíamos todos, lo pasábamos súper bien, veranos en la piscina. Tuve una infancia muy bonita, muy cercana a mis abuelos. Me gustaba mucho salir a pescar con mis abuelos. Yo soy el hermano del medio, tengo una hermana mayor y un hermano chico.

Cuando era chico me decían el “Topo”. Porque me costaba mucho abrir los ojos... había sol y yo andaba con los ojos cerraditos, chiquititos. Me pusieron ese apodo como en sexto básico. Todavía quedan algunos que me dicen así, de los amigos más cercanos.

Un sueño pendiente que tengo es vivir un tiempo afuera. Vivir un año o dos años afuera, ni siquiera sé en qué país, pero para conocer otra cultura bien, algo distinto. Siempre volvería, porque me gusta este país, pero quiero un viajecito largo.

No creo en las cábalas... pero tengo dos en YouTube. Sé que no tiene sentido, pero te las voy a decir: la primera es publicar el video yo, siempre yo. Jamás uso la alternativa que da YouTube de programar. Si el video lo tengo listo a las tres y lo quiero subir a las seis, tengo que estar a las 05.59 con el click listo y apretar el botón publicar. No tiene lógica, a veces tengo cosas que hacer, pero me hago el tiempo para subir el video, me pongo la alarma y estoy ahí. Si estoy de viaje, que nadie me moleste porque tengo que hacerlo. Y otra, por ejemplo, es que, después de publicar, la primera hora no veo cómo va el video. Me gusta, en esa hora, no saber nada. Me voy a hacer otra cosa, trato de no pensar mucho en ello... pero se cumple una hora y me meto al YouTube Studio y ahí reviso. Es una estupidez, porque a los 10 minutos podría ir viendo, probar cambiarle la miniatura, el título.

No me gustaría tener un restaurant propio. Quizás, solo quizás, no lo tengo ni siquiera en los planes, pero algo de delivery. Eso podría ser, pero un restaurant para atender público, no.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

No es una picada, pero El Galpón es el mejor restaurant de carnes de Osorno. La gracia que tiene es que no falla. Y en Puerto Varas, La Marca. ¡Pfff, son restoranes de carne muy buenos! Esos dos yo los recomendaría. De comida del mar, en Puerto Varas está el CasaValdés. Más que las preparaciones, ahí me gustó el producto: todo fresquito, bien simple. El marisco se defendía solo. Y hace poco fui al Mercado Fluvial en Valdivia... te comís un congrio con papas fritas, ¡se pasó! Fui con Óscar (de La Capital) y le encantó, po. Congrio frito con papas fritas, a lo pobre... el hueón se pidió como cuatro platos.

Me gasté mi primer sueldo en asados. Me acuerdo de eso, que cuando empecé a trabajar en el banco y gané mi primer sueldo, que tampoco era muy grande pero tenía plata, invité a mis amigos a hacer un asado. Compré dos plateadas... pasé a una tienda en Osorno, que ya no sé si existe que se llamaba ProCarne. Compré dos packs de chelas de 18, compré papitas fritas, doritos, salsas, me acuerdo perfecto: me gasté, no sé, 200 lucas, parte importante del sueldo, pero dije ¡me lo merezco!

La piscolita perfecta para el Profesor Klocker... siempre me gustó suave, hueón. Le llamamos “Playera” con los amigos: tres hielos, dos deditos de pisco y bebida, siempre negra. Prefería tomarme varias así que las cabezonas. Soy más whiskero ahora, eso sí. Si es un whisky más caro me gusta más puro, y si es básico, con coca-cola, suavecito. Ya no estoy en edad...

Me gusta harto el ajedrez, le dedico varias horas al día. No soy tan bueno, porque empecé tarde, a los 25 años, y eso para el ajedrez es súper tarde. Pa’ ser bueno tenís que empezar antes de los 10..., pero me defiendo. Juego en el Chess.com, y en los tiempos de la U fui a algunos campeonatos, me fue bastante bien. Le gané a un jugador con Elo 2000 y a un jugador con Elo 1900, que son jugadores, se puede decir, avanzados. También estuve en la selección de la universidad. Estoy al pendiente también de lo que está pasando. En este momento se están jugando las olimpiadas de ajedrez en la India, hace poco se jugó el Torneo de Candidatos. Es un hobby que nunca había comentado.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Escucho caleta de country, puedo poner tres horas sin problemas... esa manía la agarré cuando fuimos a Texas. Tú poníai la radio y era puro country. Me trae recuerdos, porque fue un viaje muy especial. Me imagino con un sombrero de vaquero, en el campo, arreando una vaca. También, con mis amigos, escucho lo que llamamos en talla “música moderna”, que es el reggaetón, música de carrete, la más nueva. Bad Bunny o Daddy Yankee, que es el que más me gustó siempre.

Fui a ver a Guns ‘n Roses acá en el Nacional, cuando se unieron de nuevo Slash y Axl, y siempre lo recordaré. He ido a pocos conciertos, pero me gusta harto el rock... de niño tocaba guitarra, y Guns ‘n Roses era una de mis bandas favoritas. Fue ver a mis ídolos de niño. Tampoco fue si fue el mejor momento para verlos, porque ya no estaban en su mejor momento y se sintió un poco artificial la junta, pero igual lo disfrutas. El rock me gustaba harto, también el punk-pop: Green Day, The Offspring, Blink-182.

Lloré con Sueños de libertad (The Shawshank Redemption). Y con Forrest Gump... esas son mis dos películas favoritas, y divertidamente las dos son del ‘94. Veo pelis, pero no mucho.

Mi serie favorita es Breaking bad, la vi seis veces completa. ¡Seis, entera! No me aburre. Better call Saul también. Vi Lost, Prison break, la de Pablo Escobar. Ahí, alguna que otra. De las chilenas, teleseries: Machos. Me acuerdo que cuando uno era pendejo, llegaba del colegio y había que llegar a ver Machos. Debo haber estado en tercero medio y no me perdía ni un capítulo. Fue fenómeno nacional. Los 80 me gustaba igual, era como nostálgica.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

No creo en el horóscopo... me da hasta un poco de rabia. No al nivel hater, pero no le encuentro sentido.

Si pudiera tener un superpoder sería dominar el fuego. Poder prender el fuego con un chasquido de dedos. No soy muy ambicioso... apagar o prender el fuego con un dedo.

Mi placer culpable es escuchar a Ricardo Arjona. Me encanta, hueón. Y me da como ese... “oh, hueón, qué vergüenza que me guste”, jajajaja. De hecho, me cuesta decirle a alguien que me gusta Arjona, pero si estoy solo me puedo poner a todo volumen un Arjonita, jajaja. Imagínate cómo te reiríai viéndome aquí cantando...

Si pudiera invitar a tres personas a un asado, sería a Neil Armstrong, Kurt Cobain y Bobby Fischer. Neil Armstrong, porque fue el primer hueón en pisar otro planeta, así que yo creo que es la persona más importante en la historia de la humanidad... que me diga qué se sintió poner un pie fuera del planeta siendo el primero, po hueón. ¿Hay un hito más grande que ese? Conversar con él del tema sería espectacular. Kurt Cobain, porque me intriga mucho cómo alguien con tanto éxito no logró ser feliz, y tratar de ponerme en su lugar y tratar de buscar qué pensaba, tratar de ver si puedo entenderlo. Él tenía todo lo que uno busca: todo el dinero, toda la fama, las mujeres, el mundo a sus pies, y no pudo ser feliz. Además porque Nirvana es una banda que me marcó de niño. Y finalmente, Bobby Fischer, que fue el jugador de ajedrez legendario, campeón del mundo en la época de la Guerra Fría y que fue a ganar a Rusia, con toda la maquinaria rusa, él solo... es una cuestión épica. Después se volvió medio loco, entonces conversar con él sería muy entretenido. Tendría miles de preguntas para hacerle.

El Profesor Klocker es una persona común que buscó sus sueños detrás de una parrilla.

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