Mi primer mandado: el emocionante y perturbador reality japonés donde Netflix envía a niños muy pequeños a la calle

Mi primer mandado

El programa muestra a niños de entre 2 y 5 años realizando tareas en la calle sin la tutela de un adulto, como las compras del almuerzo en un populoso mercado, cosechar verduras o llevar ropa hasta una tintorería. El resultado es tan maravilloso como perturbador.

Acaba de llegar a Netflix Old enough, una serie traducida esta parte del mundo como Mi primer mandado y que tendrá a varios padres con los nervios de punta.

Es que el show muestra las primeras salidas sin el cuidado de un adulto de pequeños de tan solo 2 o 4 años, para realizar tareas como comprar alimentos, caminar 1,5 kilómetros hasta alguna tienda o viajar en el transporte público por sí mismos.

La dinámica de Mi primer mandado muestra a los menores seguidos por un grupo de cámaras mientras realizan sus mandados. Así, espiamos sus aciertos y omisiones, los retos que plantean los padres y los pocos límites que plantean los creadores del programa, en capítulos que van de los ocho a los veinte minutos.

La serie ha sido un éxito en la televisión japonesa. Se trata de contenido filmado hace casi una década, donde cada capítulo se centra en un niño y el petitorio de sus padres o cuidadores: comprar en un supermercado lejos de casa, ir por pescado al mercado más concurrido de la ciudad o sacar una coliflor del huerto familiar antes del anochecer.

La duración de los episodios se entiende por el enorme nivel de preparación que precisa cada tarea. En el camino, un grupo de camarógrafos de Mi primer mandado se mimetiza con el entorno para no distraer al menor y los vecinos de la zona son informados del experimento, para que no se asusten y llamen a la policía cuando vean a un niño tan pequeño vagando aparentemente sin rumbo por las calles.

De compras con Hiroki

En el episodio inaugural, vemos a un adorable menor de apenas 2 años, que es enviado a un supermercado cercano a su casa. Su madre le encarga la misión de comprar pasteles de pescado, curry y un ramo de flores para honrar a su abuela muerta.

El niño acude envalentonado con un billete de 1.000 yenes (USD 8) en el bolsillo. Su confianza crece mientras va despejando su lista del mandado, desconcentrado por varios estímulos, aunque probando su aparente independencia. Eso sí, la mayoría se muestran muertos de miedo cuando salen por primera vez.

Razón tienen: caminar un kilómetro y medio hasta una tienda puede ser aterrador para un niño pequeño que ha estado siempre al cuidado de un adulto.

Sin embargo, el gran golpe viene al final de cada capítulo cuando los niños ven con orgullo sus habilidades, tras una extraña aventura, donde no reciben ayuda y tampoco saben que están siendo vigilados y cuidados a distancia por el equipo de Mi primer mandado.

Nosotros, además, conocemos un poco más de Japón, más allá de las postales de Tokio y Shibuya.

Mi primer mandado

Polémica

La serie de Netflix ha generado polémica en países como Estados Unidos, donde la crianza parece no tan relajada como en Japón.

Mientras algunos ven adorables niños cumpliendo metas y sintiéndose importantes, otros plantean que Mi primer mandado les plantea objetivos inapropiados para su desarrollo.

Y no son pocos los que entran en pánico al observar a los pequeños aparentemente solos en el ajetreo de una jungla de cemento.

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