¿Qué es la microbiota y por qué es tan importante?: así son los microorganismos que cohabitan en nuestro cuerpo

Ismael Palacios García, ingeniero en Biotecnología molecular y doctor en Neurociencias, escribió el libro “Tu microbiota importa” donde relata la relevancia de estos microorganismos. “Estos bichitos controlan funciones básicas de nuestro cuerpo, funciones bioquímicas, fisiológicas básicas. Y por esa razón es que se vincula su dinámica, su equilibrio con más de 250 enfermedades”, detalla el investigador.

Nuestro cuerpo alberga más de 38 billones de bacterias. Y están en todas partes, en nuestra piel, en nuestro intestino, en nuestra boca. Su equilibrio es esencial para nuestra salud y mantenernos sanos.

Ismael Palacios García, ingeniero en biotecnología y experto en microbiota, publicó el libro “Tu microbiota importa” (Planeta) donde hace un viaje por las profundidades de la biología humana para explicar qué es la microbiota y cuál es su importancia.

El investigador describe a la microbiota como los “bichitos buenos del cuerpo”, como microorganismos -bacterias, hongos, virus y más- que cohabitan en nuestro cuerpo y que controlan sus funciones básicas. Entenderlas, saber cómo funcionan, qué les hace bien y qué les hace mal, nos puede ayudar a cuidar nuestro cuerpo y también a los demás.

En una conversación con La Cuarta, Palacios habla sobre estos microorganismos, su importancia en nuestra salud y por qué saber sobre ellos nos dará nuevas herramientas y nos ayudará a entendernos desde una perspectiva diferente.

Con respecto a su libro, Ismael Palacios detalla que la idea para escribir “Tu microbiota importa” surgió de la creencia de que “estos temas son muy importantes y muy relevantes para distintas áreas de nuestra salud humana, pero también por cómo nos identificamos, cómo tomamos decisiones, cómo nos vinculamos con el medio ambiente, cómo entendemos los ecosistemas”.

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En ese sentido, apunta también a la responsabilidad de los científicos de compartir la información con el público general. “Hay mucha información que se da vuelta por redes sociales que no necesariamente tiene el sustento de la investigación, del estudio, de poner las temáticas y debatirlas. Entonces, me parece que tenemos un cierto grado de responsabilidad nosotros, los investigadores, en poder comunicar de manera sencilla este tipo de información”, señala.

-¿Qué es la microbiota? ¿Cómo la definirías?

-Son los bichitos buenos del cuerpo, de los ecosistemas. Pero de manera un poquito más técnica, son grupos de microorganismos, que son principalmente bacterias, virus, hongos y otros más, que cohabitan con nosotros en nuestro cuerpo, principalmente en el tracto digestivo y en el colon, fundamentalmente. Pero también en la piel, en la boca y en la mucosa sexual, en la mucosa vaginal, muy importantemente. También están presentes en otros sistemas vivos, en general en todos los sistemas vivos. Hay microbiota del árbol del café, la microbiota de tu perrito y la microbiota de una medusa. En general, todas las formas de vida establecen estas relaciones simbióticas con los microorganismos.

-¿Y qué rol tiene la microbiota en nuestra salud y cuál es su importancia?

-Por este vínculo simbiótico, es que nosotros evolucionamos en presencia de estos microorganismos. Por esa razón es que ya se establecieron en nuestro cuerpo, hace muchos, muchos años. Y este establecimiento implicó el desarrollo de un montón de procesos que eran benéficos para nuestro cuerpo. El 99% de la información genética de nuestro cuerpo proviene de los microorganismos. Estos bichitos controlan funciones básicas de nuestro cuerpo, funciones bioquímicas, fisiológicas básicas. Y por esa razón es que se vincula su dinámica, su equilibrio con más de 250 enfermedades. Entonces, ir entendiendo cómo funcionan, qué es una tarea que estamos haciendo recientemente, qué procesos claves regulan, nos han ido ayudando a entender cómo regulan nuestra salud.

-Mencionas las bacterias, hoy en día, especialmente después de la pandemia, como que tienen una suerte de mala fama, esta idea de que uno las tiene que eliminar. ¿Pero qué rol cumple en nuestro organismo?

-O sea, aquí hay un cambio radical de pensamiento. Y se entiende, porque los virus, las bacterias en general nos han hecho mal. Pero un porcentaje muy chiquitito de estas bacterias son las negativas. De hecho, las mismas positivas regulan a estas negativas a que estén, pero en bajas concentraciones. Hay algunas muy negativas que efectivamente tenemos que erradicarlas. Y cuando están presentes nos enfermamos gravemente. Pero son las menos.

“Entonces, cumplen los roles más básicos de lo que uno pudiera creer, que es como ayudarnos a procesar los alimentos. Pero también regulan fuertemente el sistema inmune. Lo más novedoso e interesante relativo a este tema es que regulan fuertemente la actividad de nuestro sistema nervioso. De esa forma regulan nuestra conducta. Y eso es algo que estamos aprendiendo ahora, de cómo los microorganismos regulan nuestra conducta. Algo interesante es que integran nuestros hábitos en un cambio en nuestro cuerpo. Cada cambio de hábito, principalmente la dieta -pero también sabemos que otros hábitos, como los hábitos del sueño, la actividad física, los ayunos, el estrés-, como de manera muy primaria y muy rápida, afecta a la microbiota y eso se manifiesta en cambio en nuestro funcionamiento, en nuestra salud. Por ejemplo, el sistema inmune se ve fuertemente regulado y eso es la antesala de ser más proclive a enfermarme o estar sano”.

AMOR Y MICROBIOTA

-¿Qué afecta, de forma tanto negativa como positiva, a nuestra microbiota?

-Es lo que ya sabemos y esto viene a reafirmarlo. Lo que es interesante es que es un poco el mecanismo, la microbiota es un mecanismo, es como una explicación de por qué estas cosas ocurren en nuestro cuerpo. Pero básicamente lo que ya sabemos, nosotros vivimos en esta sociedad occidental que tiende a enfermarse porque es de una comida ultra procesada, estamos privados de naturaleza, tenemos un estilo de vida sedentario y con altos niveles de estrés, tendemos a aislarnos, tenemos poco espacio para compartir con otras personas, no tenemos una vida social activa. Todo eso es fatal para la microbiota y fatal para nuestra salud, ya lo sabemos.

“Lo bonito e interesante es que la microbiota es súper adaptable y es súper dinámica, al ir empezando a cambiar estos hábitos, ella se estimula positivamente. Entonces, teníamos los bichitos que son más buenos, los teníamos bajos porque llevamos una dieta ultra procesada. Pero si con el paso del tiempo responsablemente empezamos a integrar una dieta más sana, más variada en vegetales, esos bichitos que estaban bajos empiezan a crecer y quizás los que estaban muy elevados, que no nos hacían tan bien, (comienzan a bajar)”.

Entender estas cosas nos abre una tremenda oportunidad de cambio, una tremenda oportunidad de tomar agencia en nuestra conducta y decir, no todo está dicho. Hay cosas que son genéticas, es difícil cambiar el contexto sin duda, pero yo con pequeños elementos que empiezo a cambiar, yo puedo de cierta forma empezar a estimular positivamente este sistema”.

-Hablas de la alimentación y algunas personas, por ejemplo, se sienten mal después de comer o, particular, después de comer ciertos alimentos, como lentejas o legumbres.

-Componentes importantes de los alimentos son procesados por las bacterias, pero estas bacterias son dinámicas, son súper inteligentes, han estado aquí toda la historia de la vida, entonces ellas van a seguir estando, sin duda. Cuando tú nunca le diste lentejas, las que sabían comer lentejas o procesar componentes de la lenteja no crecen tanto, obvio, porque no les das ese sustrato, y sí empiezan a crecer las otras. Entonces, tú luego comes un plato de lentejas y pasan distintas cosas: uno, la procesan cierto tipo de bacterias que producen gases, por ejemplo, que no son de las otras que producen las cosas buenas; o bien, no las procesas tan fácilmente, entonces empiezan a permear ciertos componentes que generan alergias, por ejemplo, o generan inflamación. Entonces, claro, comes un plato de lentejas y te cae mal, y tú dices, ‘pucha, entonces no como más lentejas’.

“Por otro lado… ahora me cuido mucho de las cosas que digo, pero somos quizá un poco hipócritas, porque luego nos vamos de carrete, comiendo mil porquerías, en un matrimonio, caleta de comida, caleta de alcohol, y al día siguiente (dicen) ‘oh, me siento súper mal, mi microbiota debe estar mala’. Y es como ‘no, ese es justamente el momento donde sí te tienes que sentir mal, te está indicando de que hay un alto grado de tóxicos entrando a tu cuerpo’. La microbiota debe adaptarse a la comida que es buena, que nos hace bien, y no a la comida que es mala. La microbiota no tiene por qué adaptarse al copete. Es inteligente en ese sentido.

-Con respecto a la salud intestinal, se suele recomendar el uso de probióticos para mejorar estas “bacterias buenas”. ¿Es tan real o es más bien marketing?

-Son las dos, en algunos casos sí. El probiótico en algunos casos tiene buena fuente de información y evidencia para ciertas cosas particulares. Hay que entender el probiótico como un producto que uno compra, como cuando uno compra vitaminas. Si a ti te falta vitamina B12, tomar vitamina C, no te genera el mismo efecto. Comprar probióticos es como comprar vitaminas. Tú tienes que comprar vitamina D, no vas a la farmacia y dices ‘¿me da vitaminas?‘. Te van a decir, ‘¿cuál?‘. ‘Ah, la D’. Un poco pasa lo mismo con los probióticos. Probióticos es como decir vitaminas. Como probióticos. ‘¿Cuál?‘. ‘Ah, uno que era para la diarrea luego los antibióticos’. Pero la gente quiere tomar probióticos. Entonces, ese es el cambio de perspectiva que hay que hacer, de que el probiótico es un producto que fue diseñado para, o debiese ser diseñado, para cierto estímulo particular, o para estimular cierta área de tu salud. Uno lo que debiese hacer, lo que yo recomiendo, es que tome perspectiva de por qué quiere tomar un probiótico y que se asesore para tomar un probiótico que se asocie o se relacione mejor con el efecto que uno anda buscando.

-¿Existe alguna manera de poder medir nuestra microbiota?

-A nivel de investigación sí, hace rato. Disponemos de pocas herramientas clínicas hoy en día para hacerlo. Estamos haciendo algunos esfuerzos para poder disponer de estas herramientas de manera más fácil. Por el momento lo podemos hacer es enviarlo al extranjero. Yo soy parte de este proyecto que estamos desarrollando test para poder medir la microbiota. Estamos refinándolo, entendiéndolo bien, haciéndolo bajo las recomendaciones y los consensos, para que eventualmente en el futuro, y eso es lo que yo quisiera pensar, el perfil de microbiota sea tan útil como un perfil lipídico o bioquímico, o de tanta relevancia clínica como pudiera ser uno de ellos.

ISMAEL PALACIOS
El autor Ismael Palacios - Foto: Mario Tellez / La Cuarta

Un límite más difuso

-Algo que también me llamó la atención del libro era que hablaba sobre cómo las personas con las que nos relacionamos, desde nuestra propia mamá hasta las parejas que tenemos, afectan nuestra microbiota.

-Incorporar la microbiota en nuestro pensar, en nuestra manera de entendernos, genera de inmediato o favorece la idea de que nuestro límite está un poco más difuso. Porque yo y todas mis bacterias que están dentro de mi cuerpo también tenemos un fuerte componente de la microbiota de la piel. Y eso está generando esta nube microbiana, donde si yo estuviera en persona contigo, al darnos un abrazo, parte de tu microbiota quedaría en la mía. Si yo empiezo a compartir en una oficina contigo, esa oficina va a empezar a generar una microbiota que es propia de nosotros, la gente que la compone. Y parte de ti, de las otras personas que trabajen, van a empezar a permear en mi microbiota.

“Al final, lo lindo es cómo se empieza a generar este límite un poco difuso. Por un lado es bonito de pensar, pero por otro lado nos da este sentido de responsabilidad, de mi salud, mi equilibrio, mi dinámica propia, deja de ser solo mía, yo también la estoy compartiendo. Y eso se torna más relevante a la hora de entender mis vínculos con la gente con la que yo más comparto y tengo relaciones íntimas, como una pareja o un hijo. Si hace muchos años estás muy enfermo, muy enfermo de la guata, con muchos problemas de la piel, y luego tienes un hijo, hace cuestionarte, decir ‘chuta, sé que esto es dinámico, esto es difuso, yo no quiero pasarle parte de eso a mi hijo’. Es bonito de decir, mi salud también la estoy mirando en torno a la salud del resto. Y un poco desde este mismo lugar volvemos, a la idea de esta salud global o comunitaria, por ejemplo, cuando pensamos en las vacunas. Al final yo estoy pensando en mi salud para mí y para estimular positivamente en la medida que sea posible con mi salud y mi buena microbiota y mis hábitos a la gente que me rodea.

-Estábamos más conectados de lo que creíamos.

-Sí, todo este mundo invisible, que en algún momento era invisible, quizás siga habiendo magia en todo esto, pero parte de esa magia eran nuestros microorganismos que están ahí en todos lados.

-¿De qué manera crees que el libro puede ayudar a quienes lo lean?

-Lo primero es que yo creo en la información como valiosa en sí misma. Saber cosas te dan herramientas. Y quizás no vaya a haber ningún cambio de hábito ni nada, pero ya por saber nuevas cosas, ya quizás te sientes con distintas herramientas. Luego, si uno lo sabe y te hace sentido, podemos empezar a entendernos de una manera distinta. Sobre todo en nuestra relación con nosotros y con el medio ambiente. Esta gran lucha que tenemos, o este gran problema del calentamiento global y el planeta, si integramos a los microorganismos de manera seria en la ecuación, tendremos que cambiar todas nuestras maneras de vincularnos con el planeta, porque los procesos básicos del planeta lo llevan a cabo los microorganismos. Al integrar a los microorganismos en mi ser, me hace inmediatamente hacerme parte del medio ambiente. Ya dejamos de separarnos. Y eso me parece que es radical en términos de lo que puede generar conceptualmente. Es mucho más difícil de aplicar, pero al final como un desarrollo mental, como una reflexión, es súper poderosa.

“Luego, saber que esto es valioso, y creer en esto, nos ayuda a ir tomando medidas en distintos momentos de la vida. Desde la planificación de un hijo, por ejemplo, no siempre será el caso, pero una pareja que quiere ser papá y mamá, dijera ‘oye, pero veamos cómo están los hábitos de nuestra casa, cómo estamos viviendo, cómo está nuestra salud. Preparémonos para esto pensando en que la vamos a traspasar nuestros microorganismos a nuestra ascendencia’. Esa simple decisión, podría cambiar los índices de alergia alimentaria, de asma, de obesidad. porque justamente las incidencias de cesáreas, los partos prematuros, la posibilidad de lactancia, dependen de estas cosas. Sabemos que un niño que no puede nacer por parte natural, que no tiene la posibilidad de una buena lactancia, que tiene un sistema de inmunidad desregulado, que se enferma mucho y tiene que abusar de antibióticos, sabemos que tiene más predisposición -son números, obviamente hay casos contrarios, no es una causalidad directa-, pero tiene más incidencia de obesidad, alergia alimentaria, alergias respiratorias, dermatitis. Ya ese cambio de perspectiva en la previa del embarazo, puede mejorar esas cifras”.

“Y luego, ¿qué cosa hago yo con mis hábitos? Saber qué cosas pueden estimular positivamente a mi microbiota, qué tipo de relaciones yo quiero. Imagínate lo relevante que puede ser sabiendo esto, de decir, ‘chuta, yo llevo tres años compartiendo casa con una persona que odio sus hábitos, que odio las cosas que hace’, y saber que parte de esa persona también está en ti, porque estás compartiendo un techo. Entonces, al final nos integramos en la Tierra, en nuestra sociedad, con una perspectiva distinta”.

“Hay otros debates importantes, de cómo pensamos nuestras ciudades, cómo estimulamos positivamente nuestras ciudades, cómo dejamos de darle toda la responsabilidad a las personas, de que muchas veces no tienen, lamentablemente, el poder de decisión. Sabemos que la decisión es un privilegio al final. Decir ‘voy a modular mis hábitos para ser papá‘, pensar eso ya es un privilegio. Decir, ‘voy a cambiarme de casa, voy a dejar de compartir con estas personas porque tienen malos hábitos’ o elegir la dieta, también es un privilegio. ¿Pero qué hace una sociedad, entendiendo estas cosas como importantes, para dárselas a sus habitantes? ¿Cómo podemos entender desde la política pública los nuevos cambios? Pensando en esta información, integrando esta información".

Ismael Palacios García
Ismael Palacios García, autor del libro "Tu microbiota importa"

Este próximo martes 29 de abril, Ismael Palacios-García será parte de una actividad en la Facultad de Psicología de UDP que será moderada por Juanita Ringeling.

“Es un súper lanzamiento. Todo el auditorio va a estar estimulado por unos probióticos ambientales que nos estimulan positivamente y que son una tecnología de última línea mundial. Todo el cóctel va a ser pensado en la microbiota, como un cóctel fermentado. Y luego van a ver una charla mía y vamos a hacer una intervención donde vamos a musicalizar la actividad cerebral y la actividad gástrica. La actividad cerebral de un colega mío y la actividad gástrica, que es resultado de la acción de las bacterias también de Juanita Ringeling, que es la que va a estar animando esta ocasión. Entonces, va a estar muy choro, va a ser innovador”, adelanta el investigador.

El libro “Tu microbiota importa” está disponible en librerías y a través de la editorial Planeta.

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