Tendencias

Review: Death Stranding 2 es espectacular y el manifiesto más ambicioso de Hideo Kojima

El reconocido director de videojuegos logra lo impensado: una secuela que no solo expande su mundo y lo vuelve aún más épico, sino que profundiza en sus personajes y transforma la conexión en un arma emocional y narrativa. Un videojuego colosal, visualmente deslumbrante y con un final que se atreve a mirar más allá del apocalipsis.

Mis expectativas con Death Stranding 2: On the Beach eran altísimas. No solo porque considero que el primer juego fue, en toda regla, una obra maestra, sino también porque lo realizado por el director Hideo Kojima logró llevar la interactividad un paso más allá, situándola en un terreno tan próximo al arte como puede alcanzar un videojuego.

Lo anterior se relacionaba directamente con la clave en el título anterior: la relación, filosófica y metafórica, entre un palo y una cuerda. Tomando como base una cita de Kobo Abe, el juego nos presentaba un entorno postapocalíptico en el que la vida en la Tierra era afectada por un evento cataclísmico que conectaba el más allá con el mundo de los vivos.

Pero en ese mundo carcomido por la desconfianza, donde la gente vivía encerrada en búnkeres y temía salir por los peligros de los C.V., los entes varados que rondan como almas en pena por Estados Unidos, el palo -también entendido en el uso de nuestros controles para atacar enemigos- no era la solución. De ahí que inevitablemente teníamos que generar conexiones, atarnos a otros a través de la comunicación y entender que la violencia, tan propia de los juegos contemporáneos, no era la clave. De principio a fin, Death Stranding nos hacía interactuar y conectar con aquella idea, volviéndola la solución clave de su épico final.

En ese escenario, los nexos entre las personas estaban al centro, incluyendo aquellos links que construíamos día a día con jugadores de todo el mundo como parte de Death Stranding. Y mientras avanzábamos a través de los terrenos, veíamos cómo escaleras, vehículos y carreteras creadas de forma colaborativa por todos nos permitían mejorar las rutas y facilitarnos nuestra labor de delivery.

Pero llegó la pandemia y Death Stranding 2 es claramente un reflejo de cómo Kojima decidió reinventar su propia propuesta, analizando los efectos de la hiperconexión, por lo que el nuevo juego no solo es una mejora en la jugabilidad, sino también es el reflejo de una conclusión clara: la conexión también tiene sus problemas, y las redes -utilizadas en primer lugar para comunicarnos- pueden transformarse en un palo, un arma. Peor aún, el propio destino del mundo puede cambiar de ruta por las mentiras que se convierten, a la fuerza o por arte de discursos políticos, en una verdad.

El nuevo juego, a grandes rasgos, sigue siendo el mismo Death Stranding de siempre. Aceptamos solicitudes de entrega -tanto esas principales que mueven la historia hacia adelante, como aquellas secundarias que permiten acceder a mejoras- y procedemos a avanzar, como sea que podamos, a lo largo del territorio para cumplir cada tarea en el menor tiempo y con el menor daño posible. Sin embargo, como Death Stranding 2 fue realizado para PlayStation 5, también existen notorias mejoras que van desde el uso de vehículos y los desplazamientos hasta, obviamente, las nuevas herramientas que tenemos a disposición.

Situado casi un año después de los sucesos de la primera entrega, Death Stranding 2: On the Beach nos presenta a Sam Porter Bridges (Norman Reedus) de vuelta en sus tareas de encomienda luego de ser contactado por Frágile (Léa Seydoux) a raíz de un problema: México necesita conectarse a la red quiral, debido a que existen serios problemas que se relacionan con el origen mismo de la tecnología de los BB, los bebés prematuros utilizados para detectar la presencia de los muertos.

Pero el mundo ha cambiado rápidamente: la UCA, sucesora de los Estados Unidos, ya no existe. En su lugar, la red quiral permitió el fortalecimiento del conglomerado APAC, que fue elegido para regir el país gracias a sus robots de delivery y su trabajo sobre decisiones algorítmicas que solucionan la vida de forma más rápida y con menos problemas. Por eso, personajes como Deadman, Die-Hardman, Heartman y Lockne han tenido que emprender otros rumbos.

Sin entrar en muchos detalles, después de conectar a México ocurre una tragedia innombrable que afecta profundamente a Sam, lo que provoca que Frágile -quien ahora es parte de una nueva compañía- lo impulse a una nueva gran labor: conectar a Australia de principio a fin para integrarla a la red.

A partir de ahí, el juego nos lleva paso a paso a conectar cada zona australiana, llevándonos por diferentes territorios que van desde el desierto a las zonas montañosas, mientras nos enfrentamos al peligro de entrar en áreas infestadas por entes varados —incluyendo nuevos tipos de peligros aún más difíciles de derrotar o esquivar— y vamos construyendo caminos, tirolinas y todo lo que nos sirva para completar las tareas.

En todo ese camino, el juego aborda temas como la depresión, la desconfianza y el estancamiento emocional, mientras poco a poco va quedando claro que, en medio de todo, hay una conspiración de gran escala y resurge la amenaza de Higgs Monaghan, el antiguo líder terrorista que apoyó el proceso del fin del mundo y que, de alguna forma, logró escapar de la Playa del otro mundo. Ahora, convertido en una especie de Joker que solo quiere ver el mundo arder, cuenta con el apoyo de sus propios robots fantasma, los que establecen un nivel de acción y combate mucho mayor que en el juego anterior.

Obviamente no puedo profundizar en nada de las resoluciones de la historia, que llegan a ser realmente emocionantes a lo largo de las casi 40 horas que tarde en terminar la historia principal del juego, pero solo agregaré que todas las dudas tienen su respuesta. Más aún, este nuevo juego crea una llamativa conexión con el origen mismo de Lou, el Bridge Baby que nos acompañó en el juego original.

En toda esa tarea, Death Stranding 2: On the Beach construye una historia de alcances aún más épicos, con secuencias de batalla mucho más espectaculares, las que aprovechan por completo el sistema de la PlayStation 5. También crea un mundo aún más detallado y variado, que incluso en términos gráficos se vuelve más sorprendente gracias al trabajo en el ciclo de día y noche que constantemente cambia las condiciones de nuestro entorno. Lo mismo ocurre con los desastres naturales, que en esta ocasión incluyen temblores, además de la lluvia que anticipa la presencia de los muertos.

Obviamente, tal como en el anterior, en todo ese escenario la frustración está a la orden del día. En ocasiones, un pedido puede requerir que nos traslademos de un extremo a otro del mapa, con todos los desafíos y peligros que eso implica, mientras que otras rutas nos obligan a recuperar objetos en medio de lugares infestados, donde tenemos que literalmente aguantar la respiración para no ser detectados. Kojima nos quiere hacer sufrir y ciertamente lo logra en más de una ocasión, incluyendo nuevas batallas con criaturas colosales.

Es decir, mucho del juego anterior persiste, pero al mismo tiempo la recompensa siempre es grande, y el propio juego ahora se siente más flexible e incluso más amigable, al entregarnos vehículos de forma más adelantada en nuestro trayecto o generar espacios para un desplazamiento más variado, con todas las herramientas y armas con las que contamos, incluyendo perros robot de ataque.

Al mismo tiempo, también tengo que destacar que el juego se siente una experiencia menos solitaria. Obviamente nos topamos con las construcciones de otros jugadores que nos ayudan, y nosotros mismos también tenemos un rol para colaborar con otros, pero la historia ahora nos instala a bordo de una nave que poco a poco se va llenando de colaboradores, tanto viejos como nuevos, que interactúan con Sam y forman una familia que nos acompaña a lo largo del viaje.

Por supuesto, el juego a veces pone barreras que impiden que siempre nos puedan ayudar, pero la relación que Kojima logra establecer es clave para desentramar lo que quiere hacer y decir con este videojuego. Todo esto siempre en beneficio de su ojo cinemático y de las múltiples capas narrativas de una historia plagada de subtextos y una visión que integra a la música como algo clave no solo de su decorado, sino que también de la historia, pues es una de las cosas que nos definen como humanos.

Solo queda agregar que Hideo Kojima consiguió lo que parecía imposible: no solo expandir el universo de Death Stranding, sino también profundizarlo de una forma que lo hace crecer en todas sus dimensiones. Esta secuela no se limita a ser una evolución técnica o una ampliación de mecánicas; es una obra que escarba con determinación en sus personajes, especialmente en Sam, y logra lo que muy pocos juegos alcanzan: que sintamos, de manera tangible, el peso que él lleva sobre sus hombros. No se trata solo de entregas ni de misiones; se trata de responsabilidad, pérdida, redención y esperanza.

En lo técnico, Death Stranding 2: On the Beach es un logro de primer nivel. Sus gráficos son espectaculares, el diseño de mundo es asombroso y su rendimiento en PlayStation 5 deja poco espacio para reparos. Pero lo que realmente lo eleva es su historia, su mitología y esos alcances épicos que, sin esfuerzo, colocan esta secuela entre lo más ambicioso que ha entregado el medio.

Sin adelantar nada, solo diré que su desenlace no tiene nada que envidiar a experiencias tan discutidas de forma permanente como Evangelion, sobre todo por cómo se atreve a ir más allá, abrazando una narrativa que desafía al jugador no solo a nivel emocional, sino también filosófico.

Por eso constantemente queda claro que Kojima no solo construye una historia, sino que nos plantea una visión. Death Stranding 2 no se conforma con responder preguntas ni cerrar arcos; se atreve a proponer una idea incómoda pero poderosa: que el porvenir es incierto, y que nuestro lugar en él es tan volátil como nuestras conexiones, aunque estas nos pueden marcar para siempre.

En ese gesto, Kojima demuestra que sigue siendo uno de los pocos creadores en la industria capaces de convertir un videojuego en un manifiesto. Uno que, sin importar cuánto pese la carga, insiste en que vale la pena seguir caminando.

Death Stranding 2: On the Beach será lanzado este 26 de junio, aunque también está disponible un acceso anticipado de 48 horas.

Más sobre:VideojuegosReviewDeath Stranding 2Hideo Kojima

Lo último

Cotiza y compara todas las marcas y modelosPublica tu auto acá