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Tamagotchi Plaza, una colección repetitiva de minijuegos para Switch 2

Con 15 actividades para realizar, una ciudad para decorar y cientos de personajes para recolectar, la versión de Switch 2 de Tamagotchi Plaza no aspira a ser más que una distracción para los más jóvenes del hogar.

Tamagotchi Plaza es el equivalente en videojuegos a pasarle una tablet a un niño con un flujo interminable de dibujos animados para que tengan algo que hacer. Es colorido, chillón, con música alegre, pero tiene la profundidad de una servilleta empapada con agua.

Si bien Tamagotchi Plaza está inspirado y tiene los personajes que por décadas han formado parte del universo de las mascotas virtuales, su jugabilidad no tiene nada que ver con criar una mascota, sino más bien es una especie de Kidzania digital ambientado en el mundo de los Tamagotchis, donde los minijuegos y la decoración de espacios son rey.

La historia del juego es sencilla: el Príncipe de los Tamagotchi nos elige para llevarnos de la Tierra al planeta Tamagotchi para ayudarlo a preparar el planeta para su Festival, en el cual queremos hacer felices a todos sus habitantes. Y la mejor manera de hacer eso es convirtiéndonos básicamente en el chico de los mandados, en donde tendremos que colaborar en cada una de las tiendas para ir aumentando el nivel de felicidad de este planeta.

Luego de conocer eso, nos lanzan a la plaza, que es el hub del juego y allí podemos empezar a visitar alguna de las 10 tiendas iniciales —que en la versión de Switch 2 que probamos se extienden hasta 15— y empezar a poner manos a la obra.

Mucho y poco que hacer

Cada recinto es una tienda donde tendremos que trabajar en diferentes rubros: podemos ser dentistas, tener un taller de bicicletas, ser modistas, atender una casa de té, participar en una batalla de rap y más. Si hay que dar puntos, es en creatividad y diferentes tipos de actividades, ya que algunas salen de lo común.

Lamentablemente, lo que nunca termina de salir de lo común son los propios minijuegos, los que si bien pueden tener diferentes formas de funcionar, responden siempre a la misma mecánica: llega un cliente, pide algo y luego tienes que ir escogiendo dentro de un menú para darle lo que necesita.

Por ejemplo, los juegos de crear ropa y arreglar bicicletas son prácticamente lo mismo: llega un cliente, pide algo y tú tienes que intentar recrearlo a la perfección con las diferentes herramientas. La dificultad va aumentando con más elementos y cosas que hacer, o bien, patrones que no son fáciles de ver a la primera, pero el juego en sí es igual.

Eso hace que los juegos que son algo distintos, destaquen, como la batalla de rap, que es un simple juego de ritmo, o cuando debes servir en una fiesta en la piscina, eligiendo tipos de vasos, bebidas y más cosas que van pidiendo.

Pero ninguno de los minijuegos, aun con su incremento en dificultad, es realmente creativo o exitoso en lo que hacen. Son meros pasatiempos y lo que es peor, son de una naturaleza repetitiva, debido a que cuando entras en una tienda, solo llegarán clientes, clientes y más clientes a realizar pedidos. Si lo haces bien o mal dependerá de cuánto paguen, pero nada más.

Rutina sin recompensas

Hay algo que sí me gustó pero puede que al resto no: ninguno de los minijuegos tiene un tutorial, por lo que debes ir investigando por tu cuenta cómo funcionan. En el caso del minijuego de la casa del té es donde más se nota, ya que intenté al menos unas cuatro veces y los clientes decían que me faltaba colocar un postre, hasta que descubrí el menú, dentro de todos los menús, donde podían colocarse. Entiendo que, sobre todo a los más pequeños puede ser frustrante, pero por otro lado, si además te enseñaran a hacerlo, ya sería todo mucho más fácil.

La versión de Switch 2 no solo posee un lindo apartado visual y un rendimiento de 60 cuadros por segundo constante (que por las características básicas del juego, tampoco es tanto), pero sí incluye algunos juegos extras que utilizan el modo del mouse, para hacer entregas de sushi, que dentro de todo, es uno de los más entretenidos.

Otro detalle: la mayoría de los juegos son para un jugador, algunos pueden jugarse en dúo, pero siempre de manera colaborativa, lo que es también un desperdicio de potencial.

Pero al ser tan pocos juegos, en un espacio reducido y repetitivos, no me imagino a nadie más que a un niño muy niño, o un amante de los Tamagotchis queriendo jugar esta propuesta. El resto, puede pasar esta invitación sin ningún problema.

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