Una oda a la nostalgia y la masturbación: las aventuras detrás de Roberto Manfinfla
Sucio, cocreador del “afro” más famoso de Chile, revisa la historia de él, de Roberto, “un hijo”, “un amigo” y “un aporte cultural importante y relevante”, que ya cumplió más de dos décadas en Internet.
El desafío que dibujó Daniel Suazo en mayo del año pasado no se trataba tan sólo de cumplir el sueño de llevar su vieja serie al siguiente nivel con los recursos que ahora, con los años, tiene a disposición. No: el desafío pasaba también por sostener la mística, que es lo más difícil. Después de todo, Las aventuras de Roberto Manfinfla alcanzó su máxima altura allá por los dos mil, cuando aún se viralizaba (joven concepto, entonces poco explorado) entre su página —Alegale!— y algún que otro foro nacional. Sin YouTube, fue como una leyenda que transitó y permaneció en el recuerdo de una generación que rió de buena gana con el pelo ensortijado de un protagonista adicto a la autosatisfacción, la prepotencia de un padre misterioso que rozaba lo abusivo o las ocurrencias de sus peculiares amigos.
Símbolo del flash chileno, obviando el absurdo y los modismos, tal vez la clave de su éxito recaiga en que los cortos, a su modo, atendían asuntos considerados tabú para la sociedad de la época, normalmente marginados de la oferta programática en televisión. A su modo, para estos efectos, era Roberto pidiendo dinero para ir al baño desesperado por un poco de amor propio, o Roberto más preocupado de saciar sus ganas que de prestar ayuda a su padre recién atropellado, o Roberto alterándose con sus amigos, quienes no le permitían darse un momento a solas.
El centro de la escena era siempre ése, porque Roberto —metalero de 19 años, hijo único, cesante, sin vida social “fuera de los amigos que conocemos”, que vive junto a su padre en el conjunto Fabiola, en la subida Alessandri en Viña del Mar— “lo único que piensa es en masturbarse sin importarle el cómo, con qué ni dónde, y usualmente le excita más esa idea que otras cosas”.
Daniel, Sucio de aquí en adelante, ideó al protagonista junto a Culeco, el otro responsable, alguna tarde del año 2000, cuando coincidieron en la carrera de Informática de la Universidad de Viña del Mar.
—Nos hicimos un grupo bien bueno pa’l hueveo en el que las palancas y tallas estaban a la orden del día. Incluso agarrábamos pa’l hueveo a compañeros que no eran del grupo, por lo que un amigo, el Fumador Tecnoparty, hizo un sitio web para llevar el hueveo a la red. Fue él el que bautizó el sitio como Alegale!, aludiendo a un tipo de saludo que se usaba en esa época. Era algo como “Alégale, po culiao” con una respuesta tipo “Alégale, po conchetumare”.
Con el boom del internet-hogar en el país, Sucio y Culeco dieron con una serie de softwares que les facilitaron “manipular y truquear fotos y audios”, de modo que “las posibilidades para tirar la talla” se expandieron “de formas que nunca imaginamos”. Uno de esos programas fue Flash, de Macromedia, “que permitía hacer animaciones independientes”, plataforma ideal para condensar su humor y compartirlo con otros. Con apenas las ganas, “a puro mouse y micrófono de luca y media, empezamos a crear hueás”.
—Así nació Roberto… pero ¿por qué él, cuál fue la inspiración?
—Para crear a Roberto Manfinfla, nos basamos en el estereotipo adolescente de ese entonces, que además se aplicaba totalmente a nosotros: ser pajero. El Culeco fue quien hizo los primeros bocetos en papel con lápiz pasta. Una vez que tuvo algunos hechos me los mostró, pero algo le faltaba. No recuerdo los detalles, pero este hueón llegó y probó ponerle un afro para hacerlo más chistoso, y funcionó demasiado bien, me cagué de la risa al verlo y supimos que ése era el diseño que íbamos a usar. Luego lo pasamos a digital y el resto es historia. Ahora, el nombre no puedo recordar cómo se dio, pero a través de los años siempre hemos tenido algunos nombres que usamos en vez de fulano de tal, como “Felipe caesa rota”, “Jorge” y “Mauricio”, por lo que me imagino que Roberto fue uno de ellos en su tiempo. Lo de Manfinfla es más obvio, se iba a tratar de un cabro que se corría la paja y ese apellido le venía de lleno.
—¿Es cierto que buscaban representar a toda su generación?
—No era tanto representarlos a todos en general, más bien a una parte, a hueones como nosotros, con un tipo de hueveo particular. Sabiendo que en Chile demás habrían personas que se identificarían con las tallas pa’ la cagá y el humor rancio, para quienes al menos en esa época no existía contenido al nivel de vulgaridad del que nos arriesgamos a crear. Era otra época, un Chile más conservador dando los primeros pasos en lo que fue la versión de internet más libre de censura que ha existido.
—¿El contexto de esos años los favoreció a la hora de compartir la serie sin mayores cuestionamientos pese al contenido “más subido de tono”?
—Tanto en el pasado como en el presente ha existido el contenido subido de tono. La diferencia es que en el pasado no existía el tipo del que fuimos pioneros. Como ejemplo, a principios de los 2000 buscar videos de blowjobs brutales arrojaba EL resultado, por eso muchos conocieron a Heather Brooke. Ahora que esa categoría es común, no le sería tan fácil destacar si partiera de cero. Lo mismo con nuestro hueveo. Ahora, sobre los cuestionamientos, yo diría que en el presente son menos que antes, ya que hoy en día están normalizados contenidos que antes se hubiesen considerado extremos o bizarros. Un ejemplo es que Mamón Xpress no ha recibido comentarios sobre su ordinariez, mientras que en un comienzo recibíamos correos electrónicos de personas, padres usualmente, ofendidos por el contenido de nuestras animaciones, lo que no impidió que se masificara.
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Mamón Xpress (2024), por cierto, es el último homenaje —y desafío— de Sucio, ahora solo, sin Culeco, a una serie que si bien dormida por años, se resistió a la muerte. “Veinte minutos de las tonteras sin sentido y la temática de siempre, las pajas”, lo resume él, “un proyecto en el que estuve poco más de tres años trabajando y tuvo muy buena recepción por parte de la mayoría de los seguidores más fieles”. El esfuerzo de Sucio además incluyó “hacer las voces de todos los personajes”, algo que advierte, “puede hacer que se sienta raro la primera vez que lo vean”.
Es, también, el tercer regreso de Roberto Manfinfla: el impacto que logró en sus primeros años no fue suficiente para que la idea de continuar la serie entusiasmara verdaderamente a Culeco, por lo que quedó guardada por casi una década en el archivo. “Nunca pensé en dejarlo morir del todo”, se sincera Sucio, “por eso mantuve la presencia online de una forma u otra”, sin embargo, “no concebía hacerlo solo, no quería hacerlo solo”. Recién en 2011, previo acuerdo, con el poco tiempo que disponía y un notebook “que corría como río de caca”, armó una especie de teaser anunciando una nueva versión de Alegale! que contaría con la colaboración de su compañero en armas, pero el plan falló “por varios factores”. Entonces, cuando se creía ya cancelado, “el 2017 pude costear una tableta mierder” que le permitió “explorar un nuevo estilo de animación”, “se juntaron los astros y, luego de insistirle, el Culeco aceptó trabajar una vez más” en un capítulo de unos doce minutos titulado El Viaje, que se publicó en definitiva en noviembre de 2019.
—Posterior a eso, si bien me acompañó durante la etapa inicial del siguiente episodio, el Culeco perdió el interés en el proyecto y lo dejó de lado, prefiriendo usar su tiempo en otras cosas, por lo cual dejé de insistir. Afortunadamente, con el apoyo de mi familia pude superar mis dudas y seguí adelante.
—¿Y por qué decidiste seguir adelante?
—Cuando hicimos la serie original con el Culeco, siempre quise seguir adelante con ella y, si se dan cuenta, cada capítulo tenía una mejora en el apartado técnico, por lo que fui consecuente con ello. La decisión de retomarla fue conciliar el deseo que tenía de aquellos años en los que me imaginaba qué podría hacer si tuviera mejores herramientas y el tiempo suficiente, además de las ganas de tirar la talla como cuando era pendejo.
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Entre otras historias que esconde, durante los años de silencio la serie fue carne de una improbable polémica: el 17 de septiembre de 2010, César Fuentes o César Fukencio, diseñador gráfico y admirador de Roberto, en su afán de revivirle, estrenó Las nuevas aventuras de Roberto Manfinfla, con nuevos personajes, capítulos de mayor duración y una fórmula más fresca que no demoró mucho en conquistar a la comunidad. El fanmade, de hecho, alcanzó tal repercusión que César fue invitado a CNN Chile para hablar de esta nueva reencarnación: allí, en marzo de 2016, anunció una película de Roberto, lo que naturalmente despertó el malestar de Sucio y el Alegale Team. “Si yo no puedo o quiero seguir animando una creación personal, no significa que puede venir cualquier hueón y hacerse famoso a costa de ella, eso es plagio puro”, aclaró su posición Sucio en un post de Facebook.
Los líos por derechos de autor eventualmente obligaron a César Fukencio a ocultar todo el contenido de Roberto Manfinfla de su canal de YouTube y, más tarde, desapareció por algún tiempo de Internet. Mientras, en octubre de 2017, Sucio estableció a Alegale! como empresa “con el objetivo de resguardar la propiedad intelectual de sus personajes legalmente”.
—¿Qué pasó con César Fukencio y Las nuevas aventuras de Roberto Manfinfla?
—No voy a profundizar mucho en el tema. En efecto, Alegale! se constituyó como empresa el año 2017. Como señalé, siempre he considerado que nuestra creación fue un aporte cultural importante, por lo que al tener la oportunidad fui consecuente con esa idea. Respecto a César, puedo decir que conversamos hace un tiempo en súper buena onda, me expuso su perspectiva de lo que sucedió, yo le expuse la mía, dijo que respeta completamente el resguardo de nuestros personajes. Le expresé lo talentoso que lo consideraba en el apartado técnico y le di mi apoyo con sus futuros proyectos. Estamos en buenos términos y dimos por superada aquella etapa. Por lo que sé, hoy trabaja en una nueva animación con personajes y estilo originales, para que estén pendientes de su trabajo y lo apoyen visitando su perfil de instagram @cesar.fukencio.
—¿Qué significa para ti Roberto?
Para mí, Roberto Manfinfla es un hijo y un amigo, y me siento orgulloso de ser uno de sus creadores. Un hijo porque nació de la mezcla de la mente del Culeco y mía. Lo vi llegar al mundo, crecer, transformarse y me he preocupado de cuidarlo a lo largo de su vida. Y un amigo, porque a veces pienso e imagino hueás en términos de lo que sería pasar algo por su filtro, incluso a esta edad, juajua, onda qué diría Roberto, qué pensaría, cómo reaccionaría, me suelo reír solo cuando pienso hueás así. También, lo considero un aporte cultural importante y relevante, sobre todo en el ámbito de la animación chilena. De hecho, una de las cosas que más satisfacción me ha dado en la vida ha sido saber cómo más de un seguidor de Roberto Manfinfla fue inspirado en su infancia o adolescencia para perseguir una carrera en las artes digitales. La sensación de haber creado algo que, a pesar de su temática, pueda inspirar a alguien a perseguir un sueño, es la raja.
—¿Hay chances de trabajar de nuevo con Culeco en el futuro?
—Lo veo difícil. Han pasado varios años desde que nos juntamos, vivimos en regiones diferentes y por lo que sé, realmente no está interesado. También, tiene su trabajo y proyectos personales, por lo que prefiero respetar su decisión y no arrastrarlo a participar. Para hacer animación 2D, se necesita mucho tiempo, dedicación, esfuerzo, paciencia y cariño, no se puede forzar.
—¿Qué podemos esperar ahora de Roberto? ¿Algún proyecto o planes nuevos en mente?
—Entre El Viaje y Mamón Xpress pasaron casi siete años. Fue una experiencia pulenta que quiero repetir en algún momento, pero con familia, responsabilidades, salud y la sarta de obstáculos culiaos de la vida, me cuesta justificar la cantidad brutal de tiempo que toma esto. Además, mis herramientas, dígase tableta y computadora, funaron y están obsoletas. Si bien a corto y mediano plazo no creo poder avanzar en el siguiente episodio, a largo plazo tengo el objetivo y la esperanza de reunir los recursos para renovarlas y, si todo sale bien y se dan otra vez las condiciones, poder presentarles a la hermana de Roberto.
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