El triunfo de la estética flaite

Si alguien busca un indicador de que la música y la sociedad chilena han cambiado, acá tenemos uno cristalino como el agua.

En marzo del 2022, desde el equipo de Paloma Mami (en específico su tía Lorena Astorga) se dio a conocer la negativa de la cantante a trabajar con Marcianeke. Esto debido a sus letras explícitas sobre droga, sexo y delincuencia y lo lejos que estarían de lo que ella busca entregar. En otras palabras, el talquino era demasiado flaite para la chilena nacida en Nueva York.

Sin embargo, ha pasado menos de un año desde entonces y resulta que Paloma Mami ya lleva dos colaboraciones con artistas de estilo tan explícito como Marcianeke a los que incluso se les puede considerar beneficiarios de su éxito: El Jordan 23 y King Savagge. Más allá del bendito derecho a contradecirse, este giro parece tener una clara explicación.

La respuesta más segura está en los números. Sucede que las tendencias de consumo musical masivo indican que lo flaite es grito y plata. Pero antes de seguir, bien vale la pena detenerse en el uso de esta palabra que para mucha gente puede resultar problemática.

“Flaite” solía ser un término despectivo usado para hablar peyorativamente sobre la juventud de clase trabajadora. Lo sigue siendo entre la gente aporofóbica, pero ahora tiene nuevos matices: la palabra ha sido resignificada por los artistas urbanos como positiva hasta volverse algo deseable por los jóvenes, y no solamente por los de abajo sino también por los de arriba como Paloma Mami.

Atrás quedaron los tiempos de la violenta campaña “Pitéate un flaite” de Radio Carolina donde se llamaba públicamente a agredirlos. Ahora estamos en la era de “los flaites haciendo money” como canta Pablo Chill-E, la cara de esta reivindicación de clase que a esta altura es el gran metarrelato de la escena urbana chilena y del que incluso bebe un joven político como Matías Toledo, el hombre detrás de la Coordinadora Social Shishigang por el que decenas de miles de personas votaron cuando postuló para alcalde de Puente Alto y diputado por el Distrito 12.

En este minuto, lo flaite es un ingrediente central de la receta, premiado con millones de views y el dominio de los primeros lugares de los rankings. Tiene que haber un poquito de ese sabor, aunque sea levemente espolvoreado por encima, si de verdad se aspira a sonar en todo Chile y no solo en el Chile fotogénico de folleto turístico. La verdadera masividad pasa por ahí actualmente para cualquier producto nacional urbano.

No fue así al comienzo, cuando el boom que tuvo el trap chileno el 2019 solo permitió que nombres lejanos al espíritu flaite (Drefquila, Princesa Alba, Ceaese, etc) accedieran a estar en el line up de Lollapalooza y por consecuencia en el radar de los medios grandes. Pero los números de esos artistas no eran tan apetitosos como los que hoy tienen El Jordan 23, King Savagge y otros cantantes que orgullosamente se autoproclaman flaites.

Paloma Mami
Paloma Mami

Paloma Mami y su equipo lo advirtieron. Para evitar apagarse, no tardaron en conectarse a esta auténtica fuente de energía que ha probado ser la estética flaite. Punto para ellos porque su reacción fue oportuna y ninguno de sus principios ha sido burlado de forma muy escandalosa todavía dentro de la música en sí.

Si alguien busca un indicador de que la música y la sociedad chilena han cambiado, acá tenemos uno cristalino como el agua. Y en vez de saltar a criticarlo, lo que corresponde es leer lo que está entre líneas en esas letras explícitas sobre droga, sexo y delincuencia. De esa manera se acortan las brechas sociales y generacionales que nos dividen para así vislumbrar el Chile del mañana. Un país donde lo flaite será un elemento central de la cultura.

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