Mi mamá me presentó al hijo de su mejor amiga. Es más feo que el Cuco, y me lo enchufó porque -según ella- tiene una gran billetera y podría asegurar mi futuro y el de mi familia completa. Así que cooperé y acepté una cita de este cabro. Era medio lento para hablar, pero cuando me pasó a buscar, caché que se gastaba el manso descapotable. Un Audi negro pulento. Me invitó a comer a un restorán terrible de elegante y ahí se me declaró.
La verdad es que pese a toda las lucas le dije que no. Igual insistió y me invitó a su casa. Una tremenda ruca, con ventanales como en las películas y un patio gigante con piscina y todo. Pero yo lo agarraba cero. Y me dio un champagne.
Para encontrar la noche entretenida, me tomé toda la botella hasta que me curé como guasca. Y él se aprovechó. Me dio un par de besos y terminé encatrada. Al día siguiente desperté sin cachar nada, y justo el compadre salió del baño. Quedé turnia se gastaba una anaconda monumental. Caminaba como con una tercera pierna, y ahí cambió mi percepción de él. Dígame qué hago, igual ahora siento que tiene sus cositas el machote.
Amanda
Amandita:
En vez de decir sus cositas debería agradecer "la mansa cosa'' que le arrastra por la vida. Al final una buena herramienta lo hace todo frente a una jermu. Aquí está el ejemplo. Primero el hombre valía callampa para usted, pese a su dinero, y ahora que le vio la "queteconté'' le cambió hasta su visión respecto de él.
Está equivocada y su madre también. Una billetera o una buena culebra no significan nada. Quizás la dejó califa un rato, pero si está pensando en un compañero del amor, no es su hombre.
Su mamita es una vieja metida como mano de matrona y usted no cacha nada de la vida. Búsquese un cabro normal y disfrute de otras cosas de la laif, que son simples, sin ostentación, y fáciles de hallar si es que se tiene fe.
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