
Doctor:
Hagámosla cortita. Me llamo Johny y trabajo en esa tienda del "Pascua feliz para todos". Usted cacha, una para los vivos. No me va mal, porque soy bueno para la mente y ahora que estoy en zapatería me hago el pino con las viejitas. Se lo pongo a todas... los tatos, eso sí. La cosa es que la semana pasada fue la fiesta de fin de año. Fuimos a un día de camping al Cajón del Maipo y pasó de todo, no sólo porque había copete para quedar con la ñata como Rodolfo el Reno, sino que también porque me tiré el salto con la Yóselin, que trabaja en electrodomésticos y le dicen la “centrífuga”, porque tiene fama de dejarlo a uno seco. Con la cabeza en remojo, las dos, las hicimos todas ahí cerca del río, con decirle que ella se fue de pesca milagrosa y se encontró con la media trucha, que Dios me dio. Yo no tendría dramas en seguir ahí, pero la Yóselin es media tragasables y no quiero que después se meta con el compadre de las alfombras y terminen peninádola a mis espaldas. ¿Qué me recomienda, máster?
Mocasín
Mi chico retail:
No sé por qué me tinca, pequeño saltamontes, que usted no sólo le tenía ganas a la “Sacajugos” de su coleguita, sino que en el fondo parece que le late el corazón por ella. Si ya se sacó el empacho y comprobó que la señorita es más fácil que pedir un crédito en su tienda, para qué se pasa tanto rollo. ¿No será que le quedó gustando pasarle la tarjeta por la ranura, mientras la golosa le dice que aproveche la liquidación? Puede que por ahí vaya la cosa. Me huele más que usted, querido Johny, está medio enamorado de esta verdadera trituradora de carne y se le aconchan que lo vean de la mano con la mítica devoradora de hombres. Pero sabe qué, no le tenga miedo al qué dirán. Sea macho. Asuma.
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