Conocí a un niño igual a Gary Medel, de hecho le dicen Pitbull, y estoy pololeando con otra persona. El problema es que el “Gary’’ me sacó a bailar el viernes pasado en una fiesta y terminamos agarrando. Después de ahí nos fuimos a su departamento y, lamentablemente, y afortunadamente, perdón, no aguanté más y decidí ir al ring de cuatro perillas, como usted le dice a la cama. Mi pololo no sabe, y lo estoy viendo normalmente en las tardes, pero ¿sabe qué? Cuando estoy a la hora de la pasión, pienso en el Pitbull y no lo pudo olvidar. Es mucho mejor en el catre que él y más encima le gusta hacerlo varias veces. No  hay por dónde perderse. Lo que sí no me pesca, en cambio mi pololo me busca y me dice te amo todas estas veces. Ayúdeme, doc.

CATALINA

Catita:

Primero que todo, y seguramente me va a encontrar un viejo anticuado, pero usted no puede bailar un rato con un socio y después agarrar para terminar métale sexo con un desconocido. Claro, se parece al Gary, pero no por eso va a olvidar todo lo que le enseñó su mamita y su papito a la hora de velar por el respeto. Es su opción, pero mis cabros están bien educados. Sobre el desconocido le puedo señalar que se parece a Medel no sólo en el caracho comegato, si no a la hora del sexo. En la farándula del balompié pelan de que Gary es más califa que toda la Roja junta y que cuando chocó andaba haciendo goles con una viñamarina. Sólo en eso se parece al socio que no la pesca. Y como el hombrón no la agarra ni en bajada y su pololo está puro cabeceando soretes, le recomiendo que no se quede con nadie. Está muy confundida y no saca nada con hacer sufrir a un cabro con buenas intenciones como su novio.