Viaje a la playa le despertó gusto desconocido por los moluscos y bivalvos

Mi Neptuno del Amor:

Este verano no lo olvidaré más. El viernes pasado agarré el último bus que salía a Cartagena y me tocó ir al final, al lado del "oloroso" baño.

El buqué fue lo de menos, porque al frente me tocó una pareja que iba empinándose un chimbombo que debe haber tenido yumbina, porque aún no salíamos de Santiago y ya estaban agarrando surtido.

Lo más exótico de la historia fue que en medio del partusón, la mina que iba hacia al pasillo me vio y me invitó a sumarme a la fiesta.

Yo me hice el que no la había oído, pero ella se paró y me agarró la herramienta, como si fuera la chicharra paralizadora del Chapulín Colorado.

Reconozco que me dio plancha, pero cuando me pasaron el pito que iban fumando me olvidé de todo y sin darme cuenta acabé métale calugazos con los ... ¡dos!

El bus llegó al litoral, todos nos bajamos y los "pololos" me invitaron a que los llamara. Pero me da miedo. Ayuda.

Pipo

Querido viajero:

Más de una vez me tocó participar en uno de esos viajes nocturnos al litoral, donde más que un bus el vehículo parece avión porque van todos volando y el pito más chico parece quena de chascón de Illapu.

Por eso entiendo que la yerba loca le abriera la puerta al pecado, sin embargo, mi querido amigo, una cosa es que ya que iba a la playa se haya dedicado a mariscar en la orilla de esa sirena embriagada, y otra que el empujón le alcanzara para agarrar surtido, al punto que terminó comiendo picoroco y almejas al mismo tiempo.

Déjeme decirle que esa del "curao no vale" no aplica ni caminando, volando en avión o viajando en bus, a no ser que siempre haya tenido mariposas en la guata con Thor y su martillo.

Si es así, siéntase libre de llamar a los "pololos" generosos y disfrute sin miedos.

Tus consultas y dramas de tipo amoroso pueden aparecer en la Ventanita Sentimental si las mandas a doctorcarino@lacuarta.com

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