Por Eduardo OrtegaLa Firme Presidencial con Jeannette Jara: “Tuve que cambiarme de un colegio por ir con una polera del No”
Según las encuestas, lidera la carrera presidencial. Algo que —su círculo cercano cree— se debe a su trabajo incesante y la tozudez por conseguir los objetivos que se propone. Aquí, la candidata repasa su historia y sus dolores. Dirá que representa “a nueve partidos” —no tan sólo a uno o a “una secta fanática”— y que, “por suerte”, ya no se caricaturiza al comunista como antes. ¿Llegará a La Moneda? “Creo que vamos en buen camino”.
Cuando esa noche Jeannette Jara le prestó atención a lo que su padre, Sergio Jara, le susurraba a su madre, Jeanette Román, cayó en cuenta de la crudeza que manejaba la dictadura de Augusto Pinochet, pero, sobre todo, detectó lo mucho que le interesaba la política. Por aquella frágil plancha de cholguán que separaba sus habitaciones, escuchó sobre algún detenido, sobre otros que desaparecieron. Le hizo sentido que tiempo atrás —esto lo cuenta con lujo de detalles en Jeannette, libro que firmó junto a la periodista Alejandra Carmona—, su padre le quitara de su delantal blanco una escarapela “con motivos y colores alusivos a la dictadura” que le dieron en el colegio y le ordenara no volver a lucirla.
Jeannette le pidió a su padre, quien siempre le estimuló la lectura, que le hablara de política. Y él recurrió a un ejercicio didáctico: se sentó en el centro de la mesa para explicarle que había algunos a su derecha y otros a su izquierda. Cada lado representaba una posición política, con determinadas características.
En período de protestas, calles acordonadas, vecinos de El Cortijo torturados, Jeannette Jara ya había elegido el suyo.
Con 15 años, en segundo medio del liceo Valentín Letelier, comenzó a militar en las Juventudes Comunistas, en donde conoció a personas cuya inspiración “era cambiar la vida de los demás”. Más que democracia, dice, buscaban justicia social. Lo que la moviliza hasta el día de hoy. Después de una tragedia personal —el suicidio de su primer marido, Gonzalo Garrido Rojas, ingeniero eléctrico, con quien contrajo matrimonio en febrero de 1994 y falleció el 11 de marzo de 1996—, a fuerza de hacer cosas para atenuar el sufrimiento, fue elegida presidenta de la Feusach en un período de mucho alboroto estudiantil, y mientras decenas de militantes abandonaban el Partido Comunista, ella decidió permanecer. Ahora no sólo los representa a ellos, a pesar de “la falta de fraternidad” que acusó hace unas semanas, sino también a otros ocho partidos.
—No pensé nunca que alguien que viene del sector popular que yo vengo —se desahoga un jueves a la tarde con el diario pop— pudiera ser candidata a la presidencia de la República. No por falta de méritos, sino que porque quienes han dirigido la política en Chile siempre han pertenecido a otros sectores sociales.
El último domingo de junio, Jeannette Jara se impuso por un amplio margen en las primarias del oficialismo. Obtuvo un 60% de los votos. La última encuesta Cadem la ubica, con un 28%, un punto porcentual más que en la edición pasada, líder en la carrera presidencial.
—Pero ahora —dice— quiero que sea una realidad y creo que vamos en buen camino.
En las próximas líneas, la candidata repasa sus orígenes en Conchalí, agradece los esfuerzos de sus padres y abuelos, revisa algunas anécdotas en plena dictadura, abre su corazón para hablar de Karina y Gonzalo, acaso los mayores dolores de su vida, y explica por qué, cree, debería ser la próxima mandataria del país.
La Firme con Jeannette Jara
Me llamo Jeannette, con dos “n”, por mi mamá. Me llamo igual que ella y mi primer hermano varón se llama igual que mi papá, parte de las costumbres que había antes. Cuando fue a inscribirme al registro civil, a mi mamá le preguntaron si era con dos “n” y con “t” y ella dijo que sí. Quería un nombre largo, porque su hija iba a ser... no larga, pero grande, jajajá. Quería un nombre grande porque iba a ser grande, me tenía mucha fe mi mamá, jajajá.
Nací en Conchalí y me crié en la casa de mis abuelos maternos. Mi abuela se llama Carmen y mi abuelo Fernando, que ya falleció. Viví de allegada, atrás, en una mediagua, como hasta los trece años. Ahí nacieron también mis siguientes dos hermanos, Carolina y Sergio. Una familia donde mi papá siempre fue mecánico industrial, trabajaba en Ceresita en esos años, y mi mamá, dueña de casa. En algún minuto pudieron postular a una casa y nos fuimos a la Villa El Abrazo, a Maipú. Pero a los dos años mi papá quedó cesante y nos tuvimos que devolver a Conchalí. Me acuerdo, porque los quince ya los celebré donde mis abuelos maternos, porque mis papás no estaban. Mi papá se había ido a Brasil y mi mamá a Iquique.
Recuerdo mi infancia bien en familia, con hartos amigos del pasaje. Amigos que conservo hasta ahora: la Jandi, que es una transportista escolar de Conchalí y una de mis mejores amigas. La Yely, que es mi mejor amiga y somos amigas desde guaguas. Y harto juego en el pasaje, harta vida comunitaria. Se celebraban las navidades y se cerraba el pasaje. Se hacían regalos comunes que la junta de vecinos conseguía para todos. Tengo bien buenos recuerdos de la infancia..., y con hartos perritos... y gallinas, jajajá. ¡Y los vecinos tenían gansos! Metían mucho ruido, jajajá. Era urbano totalmente, pero parece que se estilaba tenía tener más animales en la casa que hoy en día.
Era una niña que jugaba harto, que compartía harto con los vecinos y, sobre todo, bien apegada a la familia. Como yo soy la mayor de los hijos y también de buena parte de los primos, porque los otros primos que tenemos son de Valparaíso, no estaban acá, tenía a casi todos mis tíos preocupados de educarme y de salir conmigo, jugar conmigo. Fui muy acompañada. Así fue mi infancia. Bien querida, además.
A nosotros nos ayudó mucho mi abuelo Fernando. Él era de esas personas que uno hoy conoce como los que viven al día: nunca acumuló, pero nunca nos faltó. Él partió cargando sacos en La Vega. Era huérfano mi abuelito, así que había llegado a vivir a ese sector, a La Chimba como le llaman, y empezó a trabajar desde muy chiquitito. Él era bien grande de porte, fornido.
Ya adulta, me enteré que no era mi abuelo genético. Mi abuelo genético había fallecido cuando mi mamá era muy guagua y mi abuelita quedó viuda súper joven. Entonces después se casó con mi abuelo Fernando, que en realidad fue mi abuelo. Después, trabajó en el Banco del Estado cargando cajas fuertes, sillas, mobiliarios en general. Máquinas de escribir antiguas, etc. Y después volvió a La Vega y empezó a hacer negocios, intermediaba. Entonces, como nosotros vivíamos en El Cortijo, que está cerca de la Panamericana Norte, él salía a parar algunos camiones, les compraba la carga y después la revendía en La Vega. Le decían “El flaquito de las lucas”. No tenía ahorros ni nada de eso, ni previsión, pero siempre traía para comer. Y traía frutas que en ese tiempo eran consideradas más exóticas, como maqui, cosas que no se comían habitualmente en Chile.
Mis papás me enseñaron la capacidad de trabajar desde muy pequeña y en distintas cosas, no hacerle asco al trabajo. Lo que sea que sirva para mantener a la familia, es un trabajo bienvenido. Lo segundo, que uno siempre tiene que esforzarse y soñar más en grande. Mis papás, con todas sus necesidades, siempre trataron de educarnos de la mejor forma que ellos pudieron. Trataron de que tuviéramos una casa, y siempre pensando en ser mejores personas. Tuve mucha suerte. Creo que mi papá era una persona de muchos valores. Mi mamá, que no tiene ni una relación con la política, es una persona que tiene una gran intuición, una muy buena vecina diría yo, bien solidaria. Y es muy alegre. Entonces es una mezcla de los dos lo que yo heredé.
Perdí a una hermana cuando era niña. Fue muy impactante, tengo imágenes calcadas de mis padres llorando y una tía conteniéndome a mí. Karina y Carolina, que eran gemelas, nacieron más prematuras que yo. La Carolina quedó hospitalizada mucho tiempo, nació en el Roberto del Río, que es el hospital de niños de la zona norte. Y la Karina salió con nosotros, a la casa. Pero después de un par de meses, tuvo problemas. Eran problemas cardíacos al parecer. No es algo que esté tan claro porque en ese tiempo la ciencia no tenía los avances que tiene hoy. Y falleció. Aunque yo era chica, me acuerdo... De ahí todo cambió bastante, porque después del tiempo, Carolina salió del hospital y mis papás se abocaron completamente a cuidarla a ella. Yo pasé de ser hija única a un poquito desplazada, pero entendible totalmente. Y además la Carolina tuvo mucho tiempo mala salud... ahora ya está lista, firme como un roble jajajá, pero cuando era pequeña era bien enfermiza.
Cuando enterraron a Karina, no le pudimos colocar placa. Carolina lo hizo hace un tiempo. En el cementerio general, donde está toda mi familia que ha partido a otras esferas, al cielo ojalá, mis papás compraron un nicho de esos que eran los más altos, que son más baratos. Es una realidad que viven las familias. Pero mi hermana, cuando empezó a trabajar, lo primero que hizo fue colocar una plaquita que tiene su nombre y la va a ver.
Mi hermana se llamaba Karina Frida. A mí me pareció tan curioso, porque cuando yo era niña no sabía quién era Frida Kahlo. No sé si le habrán puesto por eso, pero encuentro que es un nombre bien adelantado a su época. Frida, bonito nombre.
Cuando mis padres se fueron (mi papá a Brasil y mi mamá a Iquique), fue un período triste, los echaba de menos. Mis hermanos eran chicos y yo estaba en octavo. Extrañaba mucho a mi papá, pero no quería que él extrañara a Chile, entonces cuando le escribía, le decía que aquí las cosas no estaban bien, para que no nos echara tanto de menos. Pensaba que nos íbamos a ir para allá con él, porque era su idea al principio. Pero desarraigarse de la familia es súper difícil. En el tiempo que no estuvieron ellos, mis abuelos jugaron un rol fundamental, porque mi abuelo Fernando le compró el uniforme a los chiquillos, a mí me ayudó una tía paterna. Apañadores total. Mi mamá no estuvo tanto tiempo afuera como mi papá, volvió antes, pero los echaba de menos. Porque además es la etapa de la adolescencia, entonces uno vive cosas que necesita tener a los padres con uno y yo no los tenía.
Cuando mi papá falleció, yo me titulé rápido. Estaba apurada para poder trabajar y poder ser el apoyo no sólo emocional sino que ayudar a que mis hermanos trabajaran.
Fui candidata a reina en mi colegio, en primero y segundo básico... pero debo decir que eso ¡no fue culpa mía!, jajajá. Esa fue mi mamá que me metió. Y nos entreteníamos, porque en el colegio había un montón de actividades para elegir al soberano y a la soberana. Todos eran reyes y reinas, pero había que elegir al que más ganaba. Y ahí mi mamá participaba mucho en todas las actividades. ¡Y no fui reina ninguna de las dos veces!, jajajá. Pero no importa, lo pasé bien igual.
Yo era matea... hasta que me puse rebelde contra mí misma. Seré lesa, jajajá. Me iba bien. Francamente, como había tenido muchos estímulos en la primera infancia, se generó igual una base importante para lo que viene después en el colegio. Realmente ayuda. En el colegio, yo entré a primero básico porque antes no había prekinder y kinder, había hecho jardín sí. Pero me acuerdo que tenía que ir en un horario distinto al de los demás alumnos, porque por la subvención escolar yo cumplía los seis años el 23 de abril, entonces no me podían pillar que estuviera yendo antes. Entonces iba como escondida al colegio. Si uno lo ve ahora, yo habría hecho que mi hijo fuera después en vez de anticiparlo, pero yo iba apurada en todo básicamente.
No creo que la educación de antes sea mejor que la de ahora. Por lo menos, de lo que tengo plena consciencia es de lo que estudié en la enseñanza media, y creo que estaba muy incidida todavía por los cánones impuestos por la dictadura. Por ejemplo, tenía un profesor que me hacía ver al cura Hasbún (Raúl Hasbún) con la excusa de que después tradujéramos su prédica en clave morse, que era lo que nos enseñaban. Cuestiones así. No sé, no necesariamente todo tiempo pasado fue mejor y en materia educativa Chile ha avanzado bastante. Queda por avanzar, evidentemente, sobre todo ahora porque estamos en otra situación, ahora está cambiando el mundo. Lo que sí sé es que hay colegios donde la educación es más robusta que en otras, y en cuarto medio me encontré con un buen colegio, en el Liceo 4 de niñas.
Me desmayé frente a Pinochet... pero fue por el sol, jajajá. Lo que pasa es que en el colegio que yo estudiaba había brigadas y cruz rojas. ¿Tú no conociste las brigadas? Eran otros tiempos... En las brigadas eran como carabineros del tránsito chiquititos, entonces los chiquillos usaban una especie de corsés con un gorrito y básicamente lo que hacían era ayudar a dirigir el tránsito para la entrada al colegio. Y a mí me gustaba la Cruz Roja, aunque no recuerdo haber tenido algún tipo de entrenamiento en materia de primeros auxilios, jajajá. Pero sí, en ese tiempo se desfilaba mucho. Había toda una cultura de reivindicación de la militarización, incluso entre los estudiantes de la enseñanza básica. Y una vez fue Pinochet a Conchalí. A mí me tocaba llevar uno de los decorados del estandarte del colegio, y esperamos muchas horas al sol. Entonces yo se lo atribuyo a eso... lo otro, de que me desmayé por verlo, es un mito urbano.
Tuve que cambiarme de un colegio por ir con una polera del No, se había puesto un poquito hostil el ambiente. Cuando fue la campaña del Sí y el No a mí ya me interesaba harto la política. No militaba en ningún lado, pero me interesaba y ya tenía un poco claro lo que estaba pasando en el país. Entonces quería que ganara el No. Y un día, osada, me voy al colegio, a la clase de Educación Física, con la polera del No. En ese tiempo, que hoy día se ve como una locura realmente, los rectores de los colegios eran personas designadas por el aparato de la dictadura. Entonces evidentemente no cayó muy bien mi llegada al colegio con la polera del No. Me conminaron a sacármela, yo no lo hice, me puse un poco más rebelde y ya al final empecé a tener malas relaciones con mi profesora jefe. Y eso que era la mejor alumna, primer lugar. Me invitaron diplomáticamente a que me fuera, jajajá. Básicamente fue así. El plebiscito fue en octubre, el colegio cerró tempranamente poco después del plebiscito, porque el período de clases era más corto en ese tiempo. Yo llego al primer día de clases, en marzo, y una profesora me comenta que en el Consejo de Profesores se había puesto mi “caso” en discusión. Yo le digo: ¿cómo mi “caso”? No, es que su profesora jefe la ofreció para que se fuera a alguno de los otros segundos medios. Y yo: ¿pero por qué?, si era la mejor alumna, no tenía anotaciones negativas. Le debe haber molestado mi presencia, y entonces tomé la decisión de cambiarme. Le conté a mi mamá, mi mamá intentó aclarar los puntos en el colegio, pero no hubo espacio para aquello. Colegio que hace poco me entregó un reconocimiento y estoy muy agradecida. Eran otros tiempos.
Me casé súper joven, bien enamorada. En este tiempo me han preguntado tantas veces por qué me casé y yo, la verdad, siempre pensé que me casé por enamorada, pero ahora creo que también me casé porque parece que todo traté de hacerlo rápido. Andaba apurada por la vida, ¿no? Aceleraba procesos que a lo mejor, quién sabe a estas alturas, debieron haber sido de otra forma.
Fui muy feliz con el Gonzalo, pero él se suicidó y eso fue tremendo. Me demoré harto tiempo en recuperarme. Y ha pasado harto tiempo. El otro día me comentaron en TVN, ¿sabes que el 11 de marzo del 2026 se cumplen treinta años? Treinta años, imagínate. Él murió cuando tenía veintisiete años. Y era tan simpático... claro, uno ve después los temas de salud mental y a veces son enfermedades silenciosas. Uno no las ve, no sabe. Pero fuimos felices, lo pasamos súper bien.
Su familia es mi familia. Con su hermano nos decimos primos, y desde antes que Gonzalo falleciera, ¡desde que pololeábamos! Siempre primos, no sé por qué, jajajá. Cosas así. Pero nos vemos harto. Ellos están súper orgullosos de mí, aunque mi suegrita siempre me dice: ¡No te metas en más cosas! Y eso que a ella también le gusta la política y todo, pero me dice ¡no te metas en más cosas, chica, por favor!, ¡quédate tranquila! Y con ese tono, jajajá.
Cuando estaba en pleno duelo, mi mamá me tiraba a los cabros chicos para no llorar. Después del Sergio y la Carolina, viene el Víctor y el Carlos, y ellos eran chicos, chicos cuando falleció el Gonzalo. Cuatro años o menos, incluso. Y mi mamá me los tiraba arriba de la cama y yo obligada a levantarme, ¡me hacía terapia de shock con los niños! Además, siempre me han gustado mucho las guagüitas, los niños, así que ellos me ayudaron mucho. Y mis amigos de la Usach también. Mis compañeros de carrera y mis amigos, los dos grupos.
Gonzalo me regaló unos bototos y siempre compro unos parecidos. Es un romanticismo a lo mejor, una tontera, pero los veo y me acuerdo de él. Cuando cuento estas cosas la gente dice que pico cebollas, jajajá, pero de verdad yo no tenía zapatos. Ese es el punto: iba a la universidad con unas zapatillas que eran las únicas que tenía, y una vez me dio mucha vergüenza, porque estaban tan mojadas que el Gonzalo se dio cuenta. Y él empezó a trabajar, porque cuando yo entré a la universidad, él iba saliendo. Y un día, con uno de sus primeros sueldos, me regaló un par de bototos gruesos. Y me dio una vergüenza... pero se los recibí, porque realmente no tenía zapatos. Y me duraron eternos, porque hoy día son como esos bototos que la gente ocupa para ir a hacer trekking. Después los cambié alguna vez, y como ya los usaba menos, me duraron más todavía. Voy como en el tercer o cuarto par. Ayer me vine de mi casa con mis bototos puestos, y se me olvidó traer zapatos de taco, estaba toda complicada, jajajá, pero tenía por ahí unas zapatillas urbanas que me pude colocar... porque los bototos realmente son muy outdoor, no son para andar con traje. Siempre los ocupo. Es un recuerdo, totalmente.
Me interesé en la política porque supe a muy temprana edad que en Chile había gente que estaba desapareciendo. Supe porque escuché que mi papá le contaba a mi mamá. Nuestras piezas contiguas en la mediagua se dividían por un cholguán, entonces uno escuchaba todo. Después empecé a preguntar, a preguntar, a preguntar y un día mi papá me enseñó lo que era la derecha y la izquierda con un ejercicio didáctico. Me dijo: mira, yo estoy sentado en esta mesa y hay gente que está a la derecha y gente que está a la izquierda. Entonces me comentó lo que él entendía de cada una de las posiciones políticas. Mi pregunta de niña era: ¿y por qué a la derecha los que piensan así y a la izquierda los que piensan acá? Me dice: ¡Te estoy tratando de explicar!, jajajá. Ahí me llamó la atención lo que estaba pasando. Cuando niña también vi muchas protestas. En el mismo sector donde vivíamos, en Conchalí, supe de un vecino que mataron, en el mismo pasaje. Entonces fueron como bien traumatizantes esas cosas. En el fondo la protección a la infancia en la dictadura era bien difícil, porque las cosas eran de mucha dureza. Y ya más grande, quedé muy conmocionada por el Caso Degollados... horrible. Entremedio, empecé a conocer a gente que estaba en política y que su inspiración era cambiar la vida de los demás. No sólo más democracia sino también más justicia social. Y ese lado me encantó.
Yo era bien pobre, lo veo ahora, pero en ese tiempo tenía compañeros y amigos que eran mucho más pobres que yo. Me daba mucha indignación por ellos. En segundo, tenía un compañero que vendía helados en la micro. Después no pudo seguir estudiando. Da lo mismo que él vendiera helados, pero otra compañera lo tenía amenazado con contarnos como para burlarse de él. Y él un día viene y nos contó a todos. A mí me dio una cosa en el corazón... porque dije, chuta, es súper niño y tiene que estar vendiendo helados. Yo había empezado a trabajar en octavo, pero en temporada nomás, en el verano, de octavo a primero medio en los campos de Huechuraba.
En tercero medio empecé con el tema del persa, estaba a cargo de una caja. Mi papá se fue a Brasil con un vecino de El Abrazo, el tío Juan Carlos, esposo de la tía Marisol. Y él, cuando volvió de Brasil, abrió un puesto en el persa, como uno de estos puestos de ropa, pero que en realidad era una cafetería para comprar completos, churrascos y cosas para llevar. Ellos trabajaban en la semana y el fin de semana querían descansar, así que como me tenían confianza, me dejaban a mí a cargo de la caja. Claro, cuando uno trabaja en la caja es bien esclavizante porque no se puede mover... ¿y sabes? Tengo el recuerdo de un día que me habría gustado poder salir, porque cayó agua-nieve en Estación Central y yo no conocía la nieve. Pero no pude, jajajá.
La Feusach la recuerdo como una experiencia intensa, porque yo estaba viviendo mi propio proceso interno de duelo. Esto fue a finales del ’96, y como he comentado, me llené de cosas por hacer para evadir pensar en las cosas dolorosas. Y fue muy bonito, porque me tocó un período en el cual se reconstituyeron las federaciones de estudiantes. En la semana cachorra nosotros le pusimos todo el empeño porque era el hito inicial del año y le queríamos dar mucha fuerza. Entonces, una cosa que jamás voy a olvidar es que contratamos al gran Circo Teatro y llevamos a Andrés Pérez con la Negra Ester a los patios de la escuela de arte y oficio. Y fue espectacular, una experiencia inolvidable. Nosotros pudimos pagar la obra, ellos tampoco nos cobraron tanto, éramos estudiantes, pero nos hicieron una exigencia: que tuviéramos muchos crisantemos. Alguien vino a la pérgola de las flores a comprar crisantemos y los pusimos en esos baldes que son como de pintura de cinco litros. Y yo me preguntaba ¿sería para decorar el escenario? Nos había costado más conseguir la plata para los crisantemos, porque no teníamos presupuesto. ¿Y sabes qué? Era porque cuando terminaba la obra Andrés Pérez, tomó los crisantemos y los tiró a la multitud. Es un recuerdo que tengo inolvidable.
Cuando fui presidenta fue un año también de harta movilización estudiantil. Porque después los estudiantes reclamaban por el CAE pero en ese tiempo todavía había crédito universitario y se estaba creando el Fondo Solidario. Entonces reclamábamos por el Fondo Solidario y también por la posibilidad de que la gente pudiera repactar. Porque había muchas deudas y costaba matricularse.
Nunca tuve el sueño de ser Presidenta... ahora sí. No pensé nunca que alguien que viene del sector popular que yo vengo pudiera ser candidata a la presidencia de la República. No por falta de méritos, sino que porque quienes han dirigido la política en Chile siempre han pertenecido a otros sectores sociales. Entonces no veía esa posibilidad. Y, por otro lado, porque lo que sí siempre me gustó y soñaba era ser ministra del Trabajo. Ese sí era mi sueño. Pero ahora quiero que sea una realidad y creo que vamos en buen camino.
He vivido falta de fraternidad y creo que ya lo dije. No veo necesario volver a reiterarlo, pero es un sentimiento que uno tiene y puede que sea muy subjetivo, pero es lo que yo he sentido.
En general la centroizquierda me apoya bastante activamente. Lo que pasa es que cuando uno representa a nueve partidos, no es lo mismo que representar a un puro partido o a una secta fanática. No es lo mismo. Aquí hay discusiones que tienen que ver con diversas miradas sobre algunos puntos, pero lo principal que nos une es que, como es una amplia representación de la sociedad chilena, puede garantizar una mejor gobernabilidad hacia el futuro. Más que fanatismo, que es lo que veo en algunos seguidores de candidatos, lo que aquí hay son gente con experiencia, que tiene distintas miradas y que realmente cree que sus ideas pueden ser las más correctas, pero que cuando otros tienen más argumentos, terminan cediendo en pos de un camino común. Y así es como se hace la política. No imponiéndole las ideas unos a otros.
Cada vez se caricaturiza menos al comunista en Chile, por suerte. Por suerte para el país. Hay generaciones completas que ni siquiera vivieron la guerra fría, todos los que nacieron después del año noventa. La gente que vivió esa experiencia y que además fue muy permeada por la misma propaganda de los años ochenta, puede tener algunos temores y yo los entiendo, pero lo único que les puedo decir es que yo he demostrado con hechos que creo en los cambios y que creo en los cambios con tranquilidad y con gradualidad. No tienen nada de qué preocuparse.
Lo veo y no creo que sea tema el anticomunismo en esta campaña. En esta campaña los temas son los temas que le importan a la gente, que tienen que ver con la seguridad pública, la vivienda, la salud, el crecimiento económico y el empleo. Y en eso, creo que el deber nuestro es poder hacer propuestas que permitan solucionar esos problemas.
¿Por qué siempre preguntan sobre Cuba o Venezuela? He pensado muchas cosas al respecto y he llegado a la conclusión de que en generaciones más mayores, de mi edad para adelante, hay una tendencia a desviar el foco de lo relevante en la discusión política en Chile y a actuar en función de caricaturas. Pienso que a lo mejor es lo que pueden creer que es lo más relevante, pero a mi entender, lo más relevante son los problemas de los chilenos. Y así debiera ser para un Presidente o Presidenta que aspira a conducir Chile.
Hay cierto prejuicio básicamente contra la gente que pueda sentir adhesión por estos países. Y yo he sido sumamente clara en mi posición respecto a Venezuela: no tengo ninguna duda que Maduro no le hace ningún bien a la democracia. Ahora que está amenazado por Estados Unidos, tampoco tengo dudas de que lo que Estados Unidos hace tampoco le hace bien a la democracia. Porque está bombardeando lanchas en la mitad del océano diciendo que son traficantes, y la verdad, es que yo creo que cuando hay esa presunción de que hay gente que es traficante, lo que hay que hacer es detenerla, enjuiciarla y encarcelarla, no bombardearla.
Ni siquiera yo me había dado cuenta de que me parecía a la Presidenta Bachelet. Y lo digo así porque, después de que tanto me preguntaron, empecé a ver que sí me parecía a la presidenta, pero no me daba cuenta. Entonces no es algo que haya hecho a propósito. Ahora, yo creo que acá sí hay algo más profundo. Cuando se trata de líderes mujeres, a veces el análisis es mucho más simple. Es más fácil decir “la copia” o “son iguales” o “son clones”, o cualquiera de esas categorías, a mirarnos a cada una en su propia integralidad. Porque evidentemente tenemos algunas características comunes, pero somos no sólo personas distintas, sino que trayectorias de vida distintas, formas de hacer política distintas. Para mí, de todas maneras, que me comparen con ella es un honor.
La Presidenta Bachelet es una tremenda líder, imagínate. Y ahora postulando, después de ochenta años por primera vez la posibilidad de que una mujer encabece Naciones Unidas, latinoamericana y más encima chilena. Tremendo honor.
Sobre Nelson (Beltrán), más conocido como “El colombiano”, es un buen amigo y me dio buenos consejos cuando partió el gobierno. Se los agradezco hasta ahora. Y me enseñó a maquillarme. Antes no me pintaba nada. Pero igual ocupo rojo, ahí le salí media porfiada.
El tema de seguridad pública y los temas migratorios no tienen color político. No son de izquierda ni de derecha. Y a mí, en lo personal, no sólo porque la gente me lo manifestó en la gira que estuve por todo Chile como temas prioritarios, sobre todo la seguridad pública, sino porque he visto el efecto que esto produce. En los barrios, en las poblaciones, donde los niños no pueden salir, donde se escuchan las balaceras. Donde uno, si tiene hijos jóvenes, está preocupado, porque efectivamente más que ser un peligro los jóvenes en Chile, los jóvenes están en peligro. Entonces, como alguien de izquierda, no me puede ser indiferente esa realidad que vive con mayor rudeza nuestra sociedad y que se expresa en todas las clases sociales y en el mundo popular también. Pero además sin posibilidades, por ejemplo, de acceder a rehabilitaciones efectivas cuando se cae en la droga. A mí sí me ha quedado claro que esto es importante.
Voy a atacar el crimen desde el día uno, y desde antes si puedo. Va a ser mi prioridad. Si no nos hacemos cargo, el futuro de Chile está en riesgo. Va a tener una convivencia mucho más compleja nuestra sociedad, va a haber más gente excluida, más falta de cohesión social. Y no quiero que eso pase, por eso quiero hacerlo.
Una de las primeras cosas que voy a hacer es desalojar el Cerro Chuño en Arica. ¿Sabes por qué? Porque ahí hay ausencia de Estado. Y cuando el Estado no está, entra el narco y el crimen organizado. Por eso me preocupan algunos que quieren pasarle motosierra al Estado, porque es como que estuviéramos en cualquier situación. No se dan cuenta que donde el Estado no está, está el narco y el crimen organizado. Pero además, porque cuando hay territorios como ése, como el Cerro Chuño, se dan señales que promueven una narcocultura. Y eso sí que lo encuentro gravísimo pensando en las futuras generaciones.
La Democracia Cristiana tiene todo el legítimo derecho a tener su opinión sobre el aborto. Y me alegro que nadie se cierre al debate y cada uno va a poder expresar en esto, porque soy una convencida de que uno en política no anda dando órdenes ni instrucciones a los demás. Sino que lo que tiene que hacer es tratar de cautivar o de convencer con ideas. De todas maneras, agradezco el apoyo de la Democracia Cristiana aun cuando reconozco que en este tema tienen una reserva.
Claro que se podrá llegar a los $750 mil pesos como ingreso vital. Eso está parametrizado concretamente. Está calculado y va a tener tres fuentes de financiamiento. Yo hubiese querido que en Chile el salario mínimo fuera de $750 mil pesos, pero como muchos de los empleadores son pymes, y las pymes no tienen tanto espacio donde vender sus bienes y servicios porque las grandes empresas están concentradas económicamente, le pedí a los economistas del programa que hicieran distintas formulaciones para poder viabilizar el ingreso vital de $750 mil pesos. Se va a hacer, en parte, con alza del salario mínimo; en parte, con subsidio a las pymes, y en parte, con transferencias monetarias. Y eso cuesta 0,1% del PIB más otras medidas. Va a ser en total el crecimiento económico un 0,2% del PIB. Sin necesidad de hacer una reforma tributaria, porque cuando se votó la reforma tributaria para aumentar la PGU, la derecha chilena votó en contra. Hay que tratar de optimizar un mejor servicio público, hacernos más eficientes, reducir la evasión de impuestos que en este país todavía sigue existiendo.
En general miro las encuestas, pero tengo que decir que están saliendo tantas que a veces me llevan pillada. No alcanzo a leerlas todas. Las miro, leo señales de las encuestas. Sí me llama la atención que algunas son bien contradictorias unas con otras, en resultados. Según la metodología, la forma de tomar la muestra. Pero lo que hago es tratar de orientarme con alguna de sus conclusiones hacia los públicos a los que uno tiene que llegar. De todas maneras, las encuestas muestran fotos del momento y en los treinta y dos días que quedan pueden pasar muchas cosas. Por tanto, lo que hay que hacer es seguir trabajando todos los días, nomás. Lo único que tengo claro es que de aquí al 16 de noviembre, hay que trabajar, trabajar y trabajar.
No sé si José Antonio Kast esté escondido, puede ser una estrategia. Creo que está en su derecho de hacer lo que él estime. Yo lo que le puedo decir es lo que yo hago: yo doy la cara siempre. Sea para bien o para mal, pero siempre doy la cara. Y eso los chilenos pueden esperar de mí.
Si llego a segunda vuelta, pareciera que mi contendor va a ser Kast. Puede que sea Matthei también, aunque está medio difícil. Y yo creo que con cualquiera de los dos va a ser una elección bien reñida. Van a haber dos proyectos, eso sí, en juego. Y espero poder llegar con la propuesta a más gente y demostrar que la experiencia que he tenido en los dos gobiernos en los que he estado, ayuda. Hay algunos que han estado solamente en el parlamento, que también es bueno, pero de ahí uno tiende más a comentar la gestión de otros que hacerse cargo de gestionar. En cambio yo he tenido esa posibilidad y sé lo difícil que cuesta avanzar, sobre todo uno tiene que sentarse a conversar con los demás.
Todos los gobiernos tienen luces y sombras. En este gobierno se han hecho importantes avances y en otras cosas no se pudo avanzar, nomás. Entre otras cosas, porque no tiene una mayoría parlamentaria. Y al parecer, es un tema que llegó a la política para quedarse, que hayan equilibrios parlamentarios precarios en el parlamento, porque mucha gente se mueve de partido permanentemente. La única lección que yo saco de esto, es que más allá de pedirle a quienes me apoyan que voten por los candidatos de las listas que me respaldan, uno nunca debe perder la capacidad de conversar con los que piensan distinto. Porque, para que los cambios sean estables en el tiempo, los acuerdos tiene que tener una base amplia. Si no, nos va a pasar que cada cuatro años cambie un signo de gobierno y cambie todo de nuevo.
Por eso la reforma previsional es tan importante defenderla y que no haya retrocesos, porque costó más de diez años sacarla. Cuando Kast empieza a amenazar con que va a echar atrás el seguro social, que es lo que le va a subir a las personas las pensiones en enero, me preocupo evidentemente. Subvalora un trabajo que se hizo durante cerca de una década en el país y por distintas personas, incluyéndome.
Lo más difícil de la política es el tiempo que uno le resta a la familia. Más que la política en sí, que creo que la entiendo bastante y trato de ser respetuosa con los que piensan distinto. Y en general la gente es bien respetuosa. En Chile a veces pensamos que estamos muy polarizados, pero yo veo a los demás países y nosotros todavía somos una taza de leche. Se mueve un poquito, pero no se derrama. Pero el tiempo que uno le resta a la familia es lo más complicado, porque la política es mucho más exigente en horarios que otras labores. Aunque siempre hay excepciones: hay gente que se mete a la política para no estar presente, para no ir a las sesiones, para quedarse dormido.
Me gustan las redes sociales. ¿Sabes por qué? Porque permiten llegar a más gente, democratizan la información, porque existen medios digitales que antes no existían y que era imposible que existieran, porque requerían recursos importantes para poder, no sé, mandar a imprimir diarios o tener un canal de televisión. Pero sí, en general, ahora que estoy en campaña, hay un equipo que me ayuda a llevarlas, porque hay harta exigencia. De respuestas, de noticias que publicar. Y además no me domino tanto. Tengo que decirlo: me llegó la obsolescencia digital, me va llegando rápidamente, jajajá.
Me gustaría tener un vivero. Huerto tengo, pero me gustaría tener un vivero. Me encanta reproducir plantas. Me gustaría tener un vivero y ofrecer cafés, y que la gente pudiera ir a ver sus plantitas, comprar plantitas, intercambiar plantas. No, si ya tengo un plan. Pero pa’l 2031.
Yo no cantaría nunca en ningún show (como Milei), porque es uno de los talentos que no tengo. Y todo el mundo además me ha dejado claro que no tengo. Así que no los voy a hacer sufrir.
Me gustaría ir a un Mundial de fútbol alguna vez. Estuve a punto de ir al Mundial de Brasil, pero por trabajo no fui. Eso me gustaría. Nooo, ¡me encanta!, sólo de pensar en la fiesta del fútbol y además cosmopolita, me encantaría.
Me gusta mucho el Colo, gracias a mi papá y mis hermanos. Y me da risa, porque el papá de mi hijo es del Everton, y de chiquitito trató de que fuera del Everton, pero no: se dio vuelta solo pa’l Colo Colo. Ahora sigo menos al equipo, pero antes iba harto al estadio. Ahora con la cabeza en esto mucho menos, pero tengo hartos recuerdos. Fui a la despedida del Mati Fernández, que me gustó mucho. Fui al Colo Colo con Boca, no el de la Libertadores, después. Fui cuando íbamos por el pentacampeonato y nos ganó el Everton, y así te podría contar varias más.
Una cosa que encuentro un poema es la locución de Vladimiro Mimica para la Copa Libertadores. Realmente hace poco estaba viendo la televisión, a Claudio Palma, hace un comentario y digo: ¡qué grande Claudio Palma! Porque me encanta. Y un familiar me dice: pero cómo, ¿no era Vladimiro Mimica? Y le digo: pero es que él es un poeta y él es un relator... no sé cómo decirlo, pero los dos tremendos.
A la “U” hay que tenerle respeto. Lo sé, porque la “U” juega en el estadio Nacional y yo vivo cerca, jajajá.
¿Un apodo de mí que no se sepa? “Zapallito”. En el colegio me decían así. No quiero saber por qué, jajajá. Y “Jenny” en mi familia.
Antes no creía en las cábalas, pero ahora se me ha acercado mucha gente a decirme que me proteja contra las malas energías. Así que cada vez tengo más pulseras rojas que me regalan en distintos lugares de Chile.
¿Frase favorita? Por ejemplo: Si quieres resultados distintos, tienes que hacer las cosas de forma distinta. Esa se la atribuyen a Einstein, no sé si será de él, pero es lo que me guía todos los días. Si quiero que la justicia social llegue, no puedo seguir haciendo lo mismo.
Después de ser temporera y de trabajar en una caja en el Persa Estación, empecé a trabajar profesionalmente. Primero en el Instituto Simón Bolívar (Simón Bolívar está creciendo), ahí fui profe por hora. Después, trabajé en la Municipalidad de Lampa y vivía en El Abrazo de Maipú: viajaba dos horas y media en micro para allá y dos horas y media para acá. Esa fue mi primera pega en un municipio, era profesional de la Secplac (Secretaría Comunal de Planificación). Y de ahí entré a Impuestos Internos por un concurso público y estuve mucho tiempo, porque era funcionaria de planta. Y después me dediqué a la política.
La primera vez que trabajé un mes completo fue para unas vacaciones de invierno, me pagaron 50 mil pesos. Era promotora de una marca de papel higiénico alternativo. Y me daba vergüenza igual, jajajá, porque era promocionar un papel confort pero además de otra marca.
Mi primer sueldo lo gasté en un chaleco. Lo tuve como veinte años y no lo quería botar. Y además, mi papá me dio una lección. Me dijo: supongo que vas a apoyar en algo los gastos de la casa y le vas a comprar algo a tus hermanos. ¡Y ahí se me fue!, jajajá. Y antes, con los sueldos parciales que tenía, que era cuando trabajaba viernes, sábado y domingo de promotora, me compré una calculadora científica... que me robaron. Me regalé, sí, porque la llevaba en la mochila atrás.
Todo Chile sabe que me gusta bailar cumbia, jajajá. Pero me gusta casi todo tipo de música. De la música en inglés me gusta mucho Billy Joel, U2. De los conciertos que más me gustó, U2. De la música en español, Chayanne, Luis Miguel, Silvio Rodríguez. No pude ir a Silvio ahora, había logrado hasta comprarme una entrada y ese día justo en particular no pude. Dije: ya, después demás alguien me venderá una entrada. Y no se dio ninguna de esas posibilidades.
Mis comidas favoritas son las almejas, las alcachofas y las humitas. Me encanta también el cochayuyo con cebolla y la tortilla de acelga. El cochayuyo me gusta desde muy pequeña, porque en vez de ponerme chupete, me pasaron un pedazo de cochayuyo. Y yo a veces voy a Matanzas de vacaciones, porque mi pareja tiene familia allá, y una de las principales cosas que hago es salir a la playa, donde se pone una pequeña feria rural y venden el mejor cochayuyo de Chile. ¡Tengo mi proveedor!, jajajá. Y me gusta mucho la tortilla de acelga, porque, como te conté, tengo huerto y planto acelga. En la pandemia, en el pasaje en donde vivo, había una gran jardinera decorativa de árboles, y el jardinero ya no vino más porque estábamos con cuarentena, entonces yo empecé a tirar unas semillitas y ahora ya hay tomatitos cherry, acelga... tenemos todos los vecinos de todo.
Ahora como un poco machas... pero tenemos una amistad lejana. Cuando estábamos muy pobres, sacaban machas en la playa. Hoy se ve como un lujo, pero antes la naturaleza daba muchas cosas y comíamos muchas machas. Entonces me dejaron chata... y nunca supe, después sí, que las machas son muy valoradas y de hecho a la gente le gustan mucho. Lo que sí me gustan mucho son las almejas: no es que me gusten, me encantan.
Soy muy llorona con las películas. Pero, por ejemplo, con Ghost, la del fantasma que vuelve, esa me hizo llorar a mares. Y hace poco vi otra que es media antigua, que igual me hizo llorar mucho, la del perrito... Hachiko.
¡Me gustaría poder volar! Ese sería mi superpoder. La otra vez lo dije y lo interpretaron de otra manera... jajajá. Pero no sé, poder sentir el viento, las nubes. Noo, me gustaría volar.
Tengo varios placeres culpables... de repente comerme algo que no hace bien para la salud. Chocolatitos, cosas así.
No creo en el horóscopo, pero lo leo firmemente. Yo soy Tauro y lo leo porque siento que siempre le achunta el horóscopo de un diario en particular. Lo leo y digo: ¡no puedo creerlo! Dicen que somos de carácter fuerte, me siento identificada con eso.
Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado, sería a Pedro Pascal, Lula y Margot Loyola. Pedro Pascal sólo para conocerlo. Del mundo de la política, a Lula. Me imagino una samba escuchando, una cervecinha. Y de los que ya no están, de repente pienso en alguna cantante tradicional como Margot Loyola, que pudiera con su música popular animar el asado, ambientar.
Jeannette Jara es la próxima Presidenta de Chile.
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