¿Soy fan o estoy obsesionado? Así lo puede reconocer

El Festival de Viña es una de esas instancias en que los fanáticos pierden los estribos y la cordura con tal de estar encima de su artista. ¿Cuáles son los límites y los riesgos de estos comportamientos?, ¿cómo reaccionar si fracaso al querer ver ese show soñado? Tome nota.

Eventos como el Festival de Viña del Mar hacen que los fans de los diferentes artistas asciendan a niveles extremos su devoción por sus ídolos. Algunos, incluso llegan a tener comportamientos y actitudes que muchas veces no tienen explicación para quien los observa sin comprender su pasión.

Y esto sucede a grados aún mayores con artistas que no son tan accesibles, como los Backstreet Boys, que llevaban años sin reunirse para hacer un gran concierto en el país.

Este fanatismo dormido explotó de manera desbordante, lo que no es de extrañar, ya que sentir pasión por alguien es positivo e incluso saludable, claro que todo cambia cuando se transforma en una obsesión descontrolada y casi irracional.

Vender la casa o el auto, llegar a los golpes con desconocidos o con las personas más queridas y hasta quitarse la vida son patrimonio compartido de muchos que han tomado estas determinaciones basados en su fanatismo.

Control. Si usted es de los que se comporta así, o bien conoce a alguien que tenga estas reacciones, es clave que sepa que cuando las cosas se salen de control, todo ese amor y admiración ya dejan de ser sanos.

Pero, ¿cómo saber cuando se traspasa la barrera del respeto al artista y se cae en la obsesión ridícula? Según el doctor Juan Ariel Zúñiga, psiquiatra de VidaIntegra, esto sucede cuando "incorporas a tu ídolo en tu vida cotidiana y no lo ves como una figura de ficción que te entretiene un rato, sino que tienes que tenerlo de forma permanente en tu vida, ya sea con fotos o con grupos de adherentes", explica.

Y profundiza. "Las personas no pueden abandonar la nostalgia en lo que en algún momento les dio placer. Tratan de mantenerlo de forma estable, básicamente porque necesitan la dopamina, esa sustancia que da precisamente el placer", recalca Zúñiga.

Y es enfático en apuntar que "hay personas que incluso pueden llegar a incorporar el personaje a su vida misma. Una persona puede estar enamorada de Marc Anthony platónicamente sin dejar espacio para alguna otra persona en su vida, ellos necesitan un tratamiento sicológico", asegura.

Ahora, así como muchos van a poder desatarse en estos días en que su artista haga de las suyas en Chile, otros simplemente lo pasarán peor que nunca, por quedarse sin entrada, no poder ver su show por la tele o la vida les juegue una mala pasada y no tengan la experiencia soñada.

En esos casos, el psiquiatra recomienda "empatizar con esa persona, porque va a sufrir una gran frustración. No hay que tratarla como loca", advierte, e invita a no confrontarse con ese sujeto, ya que "en general, los fanáticos tienden a ver a sus ídolos como un ser perfecto, como un Dios y que sus ideas se tienen que imponer sobre todas las demás", cierra.

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