Los misterios que encierra la "Quebrada de las Ánimas"

Las montañas y bosques siempre han escondido muchísimas historias. Mitos o realidades alternas experimentadas por los lugareños. Y que en el boca a boca han ido creando una atmósfera especial en torno a estos lugares. Así ocurre en un sector del Cajón del Maipo, donde hoy se ubica el centro recreativo "Cascada de las Ánimas", a 50 kilómetros de Santiago.

Conocido históricamente como "Quebrada las Ánimas", su historia se remonta a un bosque frondoso, lleno de vida silvestre. Y que sirvió como abastecedor de leña por más de 100 años para la capital. Producto de eso, la zona fue fuente de trabajo para leñadores. Los que con el paso del tiempo dieron cuenta de una serie de sucesos que hacían que este lugar fuera sólo apto sólo para valientes.

Inserto en un paisaje imponente y sobrecogedor, son 3.600 hectáreas de cordillera, árboles, vertientes, cascadas y valles. El sector, según los lugareños, también lo comparten duendes y espíritus. Que cuidan el lugar y espantan a todo extraño que llega a destruir el entorno.

Las primeras manifestaciones, según la leyenda, era que los duendes desarmaban los campamentos de los leñadores y los dejaban en las copas de los árboles.

Pero hay otra veta en la historia, una que la liga a la tenebrosa relación de entes sobrenaturales con niños. A los hijos de los leñadores se les veía hablar al aire. Pero según sus palabras conversaban con pequeños que les hacían distintos gestos para distraerlos.

El mito que naciera entre leñadores y pueblerinos fue creciendo. Con el paso de los años se transformó en un polo de investigación. Siendo visitado por los más distintos expertos, quienes concuerdan en que existe un portal donde las almas entran y salen. Para buscar una respuesta en esta dimensión.

"Acá se sienten las ánimas"

"Acá nadie viene por las noches, le tienen terror. Te molestan, siguen y asustan. Yo aprendí a defenderme… sientes las energías", relata una habitante del sector, quien por más de 50 años ha sabido enfrentarse a las ánimas que rondan.

Según detalla la mujer, aprender a defenderse es vital para habitar en la zona: "Hay almas buenas y malas, tú las sientes. Una vez venía sobre mi caballo, a eso de las 1 de la mañana. Galopaba y sentí que me soplaban en un oído, que me murmuraban… Quedé petrificada, el corazón me iba a reventar, pero en ese tiempo tenía a mis hijos pequeños y sólo pensaba en ellos".

El control fue primordial, ella sentía como esta ánima venía volando pegada a su rostro, pero su caballo no se inmutaba. "Me agredió de esa manera, sólo atiné a pegarle a mi caballo para que corriera", cuenta la mujer.

Fue entonces cuando entendió dónde se encontraba viviendo, y ante eso su padre le aconsejó insultar y hacerse respetar ante estas almas que rondan la zona. "Sigue ocurriendo, son espíritus que se han quedado pegados en esta dimensión. Sigues viendo sombras escondidas detrás de los árboles, pero debes insultarlos, hacerles notar que no tienes miedo", relata con serenidad entre los senderos que de noche se transforman en el lugar perfecto para estas apariciones.

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