Opinión de Scarleth Cárdenas: "Escuchas a tus obispos, ¿Y al pueblo? Nada."

¿Pides pruebas? Tú que afirmas que Dios existe y yo tengo que creerlo "a ciegas". Escuchas a tus obispos, ¿Y al pueblo? Nada. La justicia terrenal sí escuchó a las víctimas del cura Karadima, pero zafó de la cárcel porque los años hicieron que sus delitos prescribieran.

Y tú decidiste no creerles cada vez que aseguran que Juan Barros fue testigo de esos abusos. Y más aún: que destruyó cada denuncia que llegó a sus manos con indiferencia. Pides pruebas. "Como si uno hubiese podido sacarse una selfie o una foto mientras Karadima abusaba de mí u otros, con Juan Barros parado al lado mirándolo todo", te respondió -golpeado- Juan Carlos Cruz.

Tampoco le creíste a esa comunidad de laicos de Osorno cuando te lo dijeron a la cara. ¿Por qué? Si sufren, son tontos. Te recuerdo tu frase: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? ¿Recuerdas la "pasword" que nos enseñaste? La olvidaste.

¿Presunción de inocencia para Juan Barros? Yo estoy de acuerdo. Pero si quieres ser justo -al menos- date el tiempo de escuchar a la contraparte. A Juan Barros le regalaste protagonismo, abrazos y sonrisas. A sus acusadores, los ninguneaste. No se nos olvida que un fallo eclesial está pendiente en Iquique: el ex obispo Marco Antonio Órdenes será condenado por la iglesia por abusar de un adolescente, pero postergaron el fallo para darte "un respiro". Mientras estuviste aquí, silencio. Nada más.

"En tus misas escaseaban los fieles"

¿Recuerdas cuando te advirtieron que ésta no sería una visita fácil? "Para mí no será una viaje difícil. Estudié aquí, tengo muchos amigos y conozco bien Chile?", respondiste. Pero somos otra cosa. Y regularmente, sacamos cuentas. Nos enteramos que tus 3 días costaban 11 mil millones de pesos. Yo te cuento: este es un país donde los recursos para una salud digna para todos, no alcanza. Tampoco da para cuidar a los niños y niñas vulnerables: los niños del Sename sólo existen cuando mueren.

No nos sobra plata. Así que despertamos a otro Chile y yo creo que lo notaste: en tus misas escaseaban los fieles. Algunos dirán que "los cuidados del sacristán mataron al señor cura".

Eran tantas las exigencias: invitaciones, largas distancias y extensos horarios, que la gente decidió restarse. Pero todos sabemos que hay mucho más. Un país con menos católicos, gente horrorizada por los abusos y sotanas desprestigiadas. Pero seamos justos: también hay personas que llevan sotana gastada y ojotas. A ellos y su trabajo incansable, eterno respeto.

Viniste a nuestra casa a confesar dolor y vergüenza, pediste perdón y esperanzaste a tus fieles. Pero al Chile de hoy, no le bastan las palabras: Acciones urgentes. El Vaticano dice que te reuniste por 30 minutos -en privado- con un grupo reducido de víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. ¿Dónde está la prueba? Podríamos preguntarte. Tendremos que quedarnos con tu palabra. Y seguiremos exigiendo consecuencia: el mismo amor que profesas por los niños enfermos, demuéstralo también por los niños abusados.

Francisco: Esta es mi carta abierta. ¿Qué nos dejaste? ¿Alegría? ¿Fe? ¿Decepción? ¿Tristeza? ¿Estamos más unidos que antes? ¿Unidos frente a qué? ¿Los abusos? ¿La indolencia?

No pude evitar recordar las palabras de José Saramago: "Las religiones sólo han servido para separar, para quemar, para torturar". Hay muchas formas de división y tortura. Te invito a cambiar la historia y ser parte de una nueva era. Yo también quiero pruebas.

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