Pablo González: "Soy algo así como la UTI de los pecadores"

Tras quemarse las pestañas durante 15 años con el estudio de la Biblia, Pablo Daniel González Olivares abandonó el desierto donde se alimentó sólo de agua de napas subterráneas, langostas y miel silvestre como sus predecesores del Antiguo Testamento, y se lanzó a predicar en el Muelle Prat, de Valparaíso.

Allí, según dice el llamado Profeta de Placilla, el pecado y el pescado se venden a granel, por lo cual hay muchas almas en peligro de perdición que requirieron de sus servicios de urgencia.

"Soy algo así como la Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI) de los pecadores", sostiene el paramédico espiritual.

BÍBLICO

Extraño personaje es éste, ¡Oh, hermanos en Cristo!, ya que parece salido derechamente de películas como Ben Hur, Quo Vadis, El Manto Sagrado o Vida Pasión y Muerte de N.S.J.

En una de sus muchas noches que pasó en vela en el páramo, tentado cada media hora por el Maligno y con la cabeza apoyada en una piedra, un ángel del Señor le sopló al oído que la percha es fundamental para convencer a las masas.

Por lo mismo, nuestro Profeta de Placilla, a quien deseamos que sus prédicas sean fructíferas y su rebaño de seguidores crezca como la levadura, viste el hábito blanco de los puros de corazón, calza las sandalias de Pedro, el Pescador de Hombres, y apoya su esqueleto en un cayado de pastor labrado en la rama de un olivo, bajo la forma de un serpiente enroscada.

Para complementar su indumentaria al estilo casting de Cecil B. de Mille, González tercia sobre su pecho un bolso o morral de pellejo de oveja donde lleva por todo equipaje un sobajeado ejemplar de la Santa Biblia. Además, cubre su cabeza una especie de turbante que le confiere un añoso aire de arameo o filisteo, antiguos habitantes de Tierra Santa.

Producido hasta el mínimo detalle, come pescado, pan y charqui, y sólo bebe agua potable

El Profeta de Placilla, de profesión camionero, también es conocido como el "Jo-jo-jo. Pascua Feliz para todos", porque para Navidad se disfraza de Viejo Pascuero.

- ¿Cómo se las arregla para vivir?

- Dios proveerá.

- ¿Son suyos los harapos que os cubren? Os lo pregunto, ya que este tema fue objeto de muchos pleitos en la antigüedad. Es por el tema de la propiedad privada de los bienes. ¿Cristo fue propietario de sus sandalias?

- Tengo un auto que me gané en una rifa. Si tengo hambre, voy a pescar. No necesito más. Con esto quiero decir que Dios está conmigo. La claves en mi vida fue escudriñar la verdad en la Biblia. Las religiones no existen, lo único que importa es leer el Evangelio y aprender la Palabra de Dios.

- ¿Qué os pasó, santo varón, hace 15 años, que os llevó a sumergiros en la Biblia?

- Todo hombre necesita de Dios, A veces tenemos problemas en el mundo, en nuestra vida y empiezan a suceder cosas y nadie te ayuda, pero si tú alzas la vista, la ayuda puede venir desde Arriba.

- ¿Qué problemas os llevaron a buscar a Dios?

- Necesitaba llevar el pan a mi familia. Éramos ocho personas. Yo doblaba mis rodillas y le decía al Señor que necesitaba conseguir un flete, trabajar. Le pedí trabajo y Dios me dio pega día y noche. Así pude alimentar a mi familia. Dios fue mi copiloto.

- ¿Y...?.

- Comencé a escudriñar las escrituras, porque en ellas se encuentra la vida eterna. Quería saber la verdad, quería encontrar el consuelo en una religión, pero descubrí que la religión y la política mataron a Cristo.

- ¿Cómo empezó a predicar, Profeta de Placilla?

- Mateo 12:20 dice "porque no soy vosotros los que habláis, es el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. Porque Jehová da la sabiduría, de su boca viene el conocimiento, la inteligencia, el proveer". Para difundir la palabra de Dios tengo un morral de cuero de oveja y una vara que convertí en esta serpiente .

- Usted es sabio, rabí. Hay gente que le ha estado mirando como loca mientras conversamos.

- Hay que tener personalidad para poder predicar. Puede ser que sea una locura. Vieron a Jesús como un loco. No me importan las críticas. Soy feliz con el don que el Señor me dio y trato de mostrárselo a todo aquel que quiera escucharme.

F. Bonifaz/M. Vega

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